Es como depender de una larga y espinosa rama. De la cual te aferras con fiereza, pero duele. Duelen los pinchazos en la piel, duele el ver correr la sangre por tus manos. Duele tanto, que solo queda soltarla, o acostumbrarte a ello. Cuando el dolor es soportable, te aferras con la otra mano, y duele, duele mucho más. ¿Qué haces? Te acostumbras. Pero el dolor permanece. Muévete solo un poco, o cambia tu agarre, y te dolerá aún más de lo que ya dolía, pues las espinas te desgarran las mismas heridas, y te hace nuevas. Igual, solo queda soltarte, o permanecer así, aguantando hasta que ya no puedas más, y tus manos cedan, al igual que tu alma.
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Querido Anónimo.
RandomHola, anónimo. Hace meses que te escribo, que te pienso. Tal como lo dice tu nombre, eres mi anónimo. Lo que de alguna manera espero, pero que nunca sé qué es. ¿Felicidad? Tal vez. ¿Amor? Por qué no. ¿Muerte? Puede ser.