t w o [corregido]

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—Juro que algún día cuando conquiste el mundo quemaré todos los institutos y universidades. Con los profesores dentro— susurraba Sam mientras íbamos de camino a la cafetería usual donde siempre quedábamos.

—Yo te ayudo con la gasolina—resoplo arrastrando los pies.

Hoy había sido un día exhausto, con exámenes y trabajos que entregar. Agradecía que nuestros caminos se cruzaran y pudiésemos dirigirnos a nuestro punto de encuentro juntas, tal como habíamos hecho estos últimos años. Sam esta semana no había tenido un solo momento de descanso, así que estaba de un humor de perros. Tampoco es que yo estuviese lejos de ese estado anímico.

—Espero poder ver a Brian aunque sea un poquito.

—¿Brian?—Frunzo el ceño con mirada interrogante.

—Es uno de los vecinos que te conté; el rubio. Cuando iba de camino a la universidad esta mañana oí como uno con rizos lo llamaba. Me pregunto si serán bisexuales y se montan orgías a escondidas—.

—Oh Sam, eres tan normal. Justo estaba pensando en eso yo también—resoplé con un tono sarcástico.

Ambas reímos y empujamos la puerta del local. Avanzamos entre las mesas y Carlos, el dueño, nos saluda efusivamente como de costumbre.

—¡Pero que sorpresa! Mis dos clientas favoritas llegando tarde de estudiar—habla en voz alta con alegría.

—Oh Carlos, como nos sigas recibiendo así vamos a venir más a menudo—bromea la pelirroja sonriendo.

—¿Más a menudo? ¿Os traigo una cama y una almohada a cada una?—deja de limpiar la barra mientras ríe y coge una pequeña libreta—¿Lo de siempre?—

—Lo de siempre porfi—afirmo cruzando las piernas encima del banco mientras agradezco con una pequeña sonrisa.

Oh dios mío, oh dios mío, oh dios mío—no para de repetir Sam tapándose con el menú.

—¿Qué, qué pasa?—me enderezo y la miro extrañada.

—¡Los vecinos están sentados en aquella mesa!—susurra señalando con la cabeza a la otra punta del comedor.

Ni de coña.

—Me estás vacilando.

—Mira disimuladamente hacia allí—dice intentando aparentar normalidad.

Busco entre las mesas y cuando los encuentro observo que también está el chico de rulos de la otra vez. Aparto la mirada hacia el ventanal a mi izquierda.

—Faith, ¿qué parte de 'mira disimuladamente' no entendiste? Por poco te dejas el cuello—se ríe Sam tapándose la boca.

En ese momento Carlos aparece con su café con leche y mi batido de frambuesa con leche de soja. Ahora que lo pienso se tuvieron que dar cuenta de nuestra presencia teniendo tan escandalosa entrada. Que vergüenza.

—Buen provecho señoritas.

—Gracias—susurramos ambas pensando en el destacable trío que está compartiendo el oxígeno con nosotras.

Comienzo a beber mi batido y mi vista se despega del líquido rosa para buscar otra en particular. De cerca parece tener la espalda y los hombros más anchos, e incluso el pelo más largo. Está sentado enfrente de los otros dos y puedo ver sus iris claros danzar de uno a otro. Me mira y yo aparto automáticamente la vista haciendo como que nada ha ocurrido. Oigo como habla, e incluso su timbre de voz grave. Es como si oro líquido estuviese intentado pasar por su garganta.

—¿Crees que si me acerco a hablar con Brian quedaría muy creída?

—No lo creo, pero de todas formas si te rechaza la idea de orgías clandestinas se vería claramente reforzada—declaro echándome el largo fleco a un lado, y le arranco una carcajada que hace que medio local nos mire. Ni siquiera quiero comprobar si ellos también se incluyen—Te voy a matar...—susurro tapándome como puedo la cara con mi mano mientras intento esconder mi sonrisa cómplice.

| SPANK ME DADDY | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora