Era un viernes por la mañana, el reloj apuntaba las 8 y cuarto y el comedor estaba servido con unos deliciosos panes tostados con mantequilla y al costado derecho del plato había en un pequeño frasco mermelada de melocotones para untar. La brisa entraba por la ventana de una manera tan suave que hasta las persianas se movían muy lento y a la vez era posible escuchar a todos los pájaros que se sentaban en el alumbrado de la calle Alfonso Medina #1128 cercana al centro de Montevideo.
-Eduardo, el desayuno está servido, ya deja de tocar la guitarra por un momento por favor.
-Está bien mamá, enseguida voy.
Pasaron cinco minutos y Eduardo bajó.
-Oye mamá, éste pan está muy bueno.
-Jajajaja,mi vida tu todo te comes.
-Eso es cierto.
Después de esa pequeña conversación un silencio profundo invadió el comedor y Eduardo sabía que algo iba a pasar.
-Mamá, qué está pasando?
-Esto es duro de decirte mi cielo
-Anda, ya dime.
-Está bien, nos vamos a Buenos Aires porque allá nos están ofreciendo un trabajo de cocineros a tu padre y a mi.
En ese instante el corazón de Eduardo se rompió como si un vidrio se fracturara en pequeñísimas partes.
-Esto no puede suceder! Sabes de los 14 años que hemos vivido aquí y de un día para otro me avisas que nos vamos a Buenos Aires. Por Dios!
-Tranquilo! Algún día esto iba a pasar por nuestro trabajo.
-No me interesa. Ahora qué haré con mis amistades?
-Mantenerlas mi niño.
-No sería lo mismo mamá, aparte quedarían a una gran distancia y en otro país.
-Lo siento, por algo pasan las cosas y esto es inevitable.
-Agh, maldigo este día!
Entonces Eduardo se fue a su cuarto con una rabia tremenda pero a la vez sentía una tristeza que abarcaba todo el inmenso cielo y se podía ver en su pálida cara con unos ojos tremendamente perdidos en algún lugar del universo.
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Atardecer en la pampa
Roman d'amourEduardo Ovaños es un chico de 14 años que vive en la ciudad de Montevideo, Uruguay. Él tiene que irse a Buenos Aires a vivir porque en esa ciudad sus padres han encontrado trabajo.