Reino de Merfic.
-Necesitamos que la traigas, Killian, su escencia está despertando, el collar está perdiendo su poder. -Carmela estaba en el trono con la preocupación tiñiédole las facciones. Vestía un vestido verde pálido, de mangas hasta el codo y largo hasta los tobillos. Llevaba el cabello suelto, como casi nunca lo usaba. Desde que Nela se había aparecido en el castillo, su forma de vivir había cambiado completamente. Ya no quería que la arreglen, ni arreglarse ella misma. No disfrutaba del sol durante el día, y no se alegraba con la luna por las noches. El vacío de los últimos años había aumentado, apretándole el pecho y estrujándole el corazón.
-Apenas me den la orden, Alteza, podré traerla, pero primero necesito contarle la verdad. No vendrá conmigo de otra forma. -Killian estaba frente a los reyes. Su armadura plateada relucía con el reflejo del sol que entraba por las ventanas. Tenía el cabello despeinado, por el viaje, sin embargo, no había muestra de ello en su rostro.
-Bosco, no sé si ella está lista para la verdad. -La reina giró a ver a su esposo. Él levanta su mirada, y en los ojos se refleja el dolor de años de estar separados de su hija, la impotencia de no poder cuidarla, los celos de ver como llama papá a otro hombre, y el amor irrefrenable que cada vez empuja más fuerte por ser demostrado.
-Lo estará. -dice- Vete, en una semana quiero que estén aquí.
Killian asiente, y tras una reverencia, un humo amarillo comienza a aparecer por debajo de sus pies. Un remolino lo envuelve, y desaparece.
Bosco toma la mano de su esposa y la apreta. Trata de consolarla,y consolarse a sí mismo también. Ambos tienen los ojos cristalinos, claros y vidriosos. Las puertas de su alma se encontraban más abiertas que nunca, y ese dia estaban mostrando las heridas que los reyes habían recibido por el bien de su única hija.
Bariloche, Argentina.
Nela se encontraba en la terraza. El día estaba nublado , sin embargo, algunos rayos de sol se colaban por entre las nubes, calentándole las mejillas. Frente a ella, había un caballete con un lienzo. Sus brazos estaban manchados de pintura, como algunas partes de su cara, sin embargo, Nela se encontraba feliz. En la tela había un chico. Sus ojos eran del verde más claro que Nela había logrado crear, su piel lucía aporcelanada, blanca, nívea. Su cabello estaba revuelto, como un remolino de viento rubio, y mientras asendía, se mezclaba con el sol, formando remolinos de luz. Al rededor del chico, todo estaba blanco. Él era el protagonista, lo principal, lo único que importaba en el cuadro.
Un rayo de sol le estaba dando justo en la cara, y Nela cerró los ojos para sentirlo mejor. Sonrió al sentir el calor, y de repente una brisa caliente la rodeó. La sensación se le hizo conocida, familiar, y entonces abrió los ojos. Frente a ella estaba él. El chico de cabello de sol. La luz le daba de atras, creando un efecto fantasmal, mágico, llenándolo de un aura mítica e inalcanzable.
Extrañamente, no sintió miedo, sino un extraño cosquilleo en el estómago.
-¿Qué haces aquí? -preguntó en apenas un murmullo.
-Vine a verte. -respondió.
-¿A mi? Pero si ni siquiera me conoces. -A pesar de que el chico era terriblemente apuesto, Nela sentía una sensación desagradable en el centro de su estómago, como si algo malo estuviese por pasar.
-Necesito contarte algo, pero debes creerme, confiar en mi, sin importar lo que oigas o veas.
-Sabes, no sé ni cómo te llamas, ni de dónde vienes, no cómo entraste a mi casa, así que podríamos empezar por ahi, ¿no crees?
-Me llamo Killian, y vengo del Reino de Merfic, y me he transportado hasta aquí. -dijo, como si sus palabras fueran cosa cotidiana.
-Primero, lindo nombre, segundo, no se dónde queda Menfis, y tercero, no sé que habrás fumado, pero mi familia esta adentro, y mi papá tiene un arma, así que es mejor que te vallas. -Dijo, ya nerviosa. No sabía quien era el tipo, ni cuán drogado estaba, porque para decir que se había teletransportado, tenía que estar muy por encima de las nubes, así que lo mejor era asustarlo.
-Tu familia no está, tu padre no tiene un arma, y tampoco tienes un perro guardián llamado Júpiter, como piensas decirme. -Le soltó, y entonces Nela se quedó helada- No tenemos tiempo para esto, así que te necesito atenta. ¿Podrias darme tu mano? -Killian notó que la chica no iba a cooperar, entonces, en un simple parpadeo, estuvo su lado y la tomo fuertemente de la mano.- Beckamem blotso bem, azgo filling.
Un aura azul los rodeo, y poco a poco el paisaje a su alrededor fue desapareciendo. Nela vio con ojos desorbitados como su entorno se iba borrando, como las partículas se desintegraban y los colores caían al vacío como simples fichas de un rompecabezas.
Por una milésima de segundo, Nela se vio rodeada de un negro profundo, absorbente, se vio en la nada. Pero antes de darse cuenta, una nueva imagen comenzó a formarse frente a sus ojos.Paredes de piedra, cuadros antiguos y ventanales comenzaron a construirse a su alrededor en forma de siluetas borroneadas. Los colores se fueron formando de a poco, igual que la luz.
Cuando todo terminó de construirse, Nela se dio cuenta de donde estaba. El castillo de sus sueños estaba frente a ella, y a pesar de solo haberlo visto en dos ocasiones, contado esa, sentia una extraña calidez en el pecho, como si solamente estuviera en el living de su casa.
De pronto, miles de sonidos rompieron el silencio que los rodeaba. Gritos, sollozos, y unas extrañas explosiones que le era difícil reconocer llenaron todo.
La gente comenzó a correr a su lado, pero no la veían. Era como si en el lugar que ella estaba parada no habría mas que aire.
-¡Los reyes necesitan ayuda!-escuchó, y enseguida un grupo de mujeres corrió hacia un lugar que ella no conocía. Tuvo el impulso de ir, pero un tirón en la mano la hizo recordar que no estaba sola.
-A su lado, Kilian miraba sin mirar, con una expresión dura en la cara y la mandibula muy apretada.-Ven, nos queda poco tiempo.
Nela fue llevada hasta una habitación de paredes gruesas y sin ventanas. A pesar del espacio reducido, estaba llena. En la puerta, tanto de afuera como de adentro, cuatro hombres yacían con unas extrañas lanzas en sus manos y una armadura dorada cubriéndoles el cuerpo. Adentro, lo que parecían ser sirvientes corrían de un lado a otro, como queriendo cumplir ordenes que nadie estaba dando.Nela se acercó, como tirada por una fuerza invisible, a un rincón de la pieza. Allí había una mujer, la misma con la que había soñado, solo que con un aspecto mas joven y débil, y a su lado había un hombre, de gran altura, que si bien nunca había visto, le hacia sentir una familiaridad reconfortante.
Entre ellos vio una canasta de mimbre, y lo que vio dentro la dejó paralizada. Un bebé, de piel blanquecina se agitaba en el interior. Tenía los puños apretados, y se removía inquieto, como sintiendo el peligro que lo rodeaba. Entonces vio que la mujer de cabellos negros murmuró algo, y el bebé, como si supiera perfectamente que le hablaban a él, abrió los ojos. Unas perlas verdes grisáceas iluminaron toda la habitación, y Nela se dio cuenta que ese bebé no era cualquier bebé. Ese bebé era ella.
Entonces todo se volvió muy confuso. Pusieron flores a su alrededor, y de pronto la canasta desapareció en un halo resplandeciente. Los gritos llenaron la habitación, todo se volvió un torbellino de gente. Los guardias de armadura dorada sacaron sus armas, los sirvientes escudaron a los padres de la bebé mientras sostenían unas extrañas varas resplandecientes en sus manos a forma de arma, y ellos, a su vez, cambiaban la mirada de tristeza pura por una de decisión. Las puertas salieron volando estrepitosamente, y cuando Nela pudo ver a quien sería su madre soltando un auténtico grito de guerra y dolor, la oscuridad la absorbió
-Esas personas que viste, son tus padres, y son los reyes de Merfic. Como su única hija, eres la heredera al trono, Nela. Eres Princesa del Reino de Merfic.
Y si al enterarse de dónde provenía realmente Nela se había alterado, en ese momento definitivamente estaba aterrada. Pero no tuvo tiempo de comprender ni asimilar toda esa nueva información; ni su familia, ni lo ocurrido en su nacimiento, ni qué eran esos rayos de luces que lanzaba la gente de ahí. En un parpadeo todo se volvió oscuro.
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Como Ráfagas de Sol
FantasíaEl Reino mágico de Merfic, ubicado en una muy pequeña isla del Mar Mediterraneo, se ve amenazado por una hechicera oscura el mismo día del nacimiento de la primogénita de los reyes. Desesperados, deciden hacer lo mejor para la recién nacida, incluso...