─¡Estamos de vuelta, mi gente! ─giré en mi silla rodante, sin darle importancia a las miradas de incredulidad de los presentes─. ¿Qué? ¿Por qué me miran así? ¡No me culpen! Siempre había querido hacer eso.
─Y eso prueba que nuestro profe no es normal ─murmuró Sara, lo que trajo asentimientos por parte de sus compañeros. Seguro era envidia.
Me crucé de brazos e hice un mohín. Poco me importaba lo que dijeran esos adolescentes hormonados.
─Ignorando el hecho de que mis queridos alumnos no aprecian todo lo que he hecho por ellos ─dije con un toque de ironía─. ¿Seguimos con las entrevistas?
Tomé su encogimiento de hombros como respuesta.
─Bien. He notado que algunos de los jóvenes acá presentes se han mantenido callados durante todo el especial ─paseé mi mirada significativamente de un alumno a otro─. Pero en la vida estamos para cambios, ¿no? Nos cambiamos de ropa, cambiamos de gustos y algunos hasta cambiamos de pupitres ─tosí sin disimulo─. El punto es: ¡llegó la hora de que cambien de papeles! Que los calladitos acepten de una vez que ningún ratón les comió la lengua y que los habladores se pasen el cierre.
Vergara y Pons rieron entre dientes.
─¿De qué se ríen ahora? ¿Acaso ya pasó de moda eso de sellarse la boca y lanzar la llavecita imaginaria por ahí?
─Se sorprendería de la cantidad de cosas que han pasado de moda y que usted ignora, profesor ─habló por primera vez Valeria Cordero, jugando con su trenza de cabellos negros en un gesto distraído.
─¡Así me gusta! ¡Cambios! ─sonreí con satisfacción─. Me alegra mucho que intervenga, señorita Valeria, siendo usted la siguiente invitada.
─Lo que diga ─guio su atención a su reloj de marca, cambiando su expresión fastidiada por una ansiosa por un momento─. Pero por favor apúrese, que ya van a abrir la cantina.
Asentí con la cabeza en comprensión; tanta preguntadera también me estaba dejando hambriento.
─¡Pues comencemos, entonces! ─tomé la libreta, busqué la página correspondiente y me aclaré la garganta antes de preguntar─. Los fans preguntan por qué saliste con Sebas en primer lugar. ¿Qué tienes para decir?
─Buen comienzo ─puso los ojos en blanco─. Déjenme explicárselos fácilmente: ¿qué harían ustedes si un chico empieza a mandarles notas? ¿Y les hace ilusiones? ¿Y si de paso el chico no está nada mal? Me disculparán, pero así cualquiera cae. Que me lo hayan robado es otro cuento ─aprovechó el momento para fulminar a la parejita.
─¡Apuesto a que no se habían puesto en sus zapatos, amigos! ─logré mirar su calzado desde donde estaba e hice énfasis en mis palabras─. Y creo saber por qué; ¡esos zapatos con tanto tacón están como que peligrosos para venir a clases!
─¿Puede seguir con las preguntas y ya, profesor?
─Okay, aunque si lo hago es porque yo quiero ─enarqué mis cejas, quizá esperando una contestación elocuente─. Entonces cuéntanos: ¿estás celosa de Sara?
Evaluó sus elaboradas uñas, probablemente fingiendo desinterés. ─Al principio lo estaba, ¿qué podría esperarse? Me estaba quitando a mi novio y se hacía la mosquita muerta ─sacudió la cabeza─. ¿Qué puedo decir? Al menos lo superé.
─Superar es una gran elección ─dije con sinceridad previo a leer la siguiente pregunta. Por alguna razón la chica empezaba a recordarme a mi ex-compañera sifrina/fresa─. Una chica pregunta por qué eres tan... ─me atraganté a mitad de oración─. ¡¿No están ustedes muy pequeños para las groserías?!
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Desde el pupitre del medio (DISPONIBLE EN PAPEL).
Teen FictionEntre Vale y Sebas había algo... y era Sara, desde el pupitre del medio. (Esta historia está incompleta debido a su publicación en físico con Letrame Editorial). #1 en Diálogos 06/06/2020. #3 en Historia Corta 15/08/2015. #8 en Humor 02/10/15.