Cinco días habían pasado. Cinco amaneceres en los que el dolor era lo único constante en su cuerpo. Louis ya había perdido la cuenta de los golpes que habia recibo, de las veces que lo habían levantado del suelo como si fuera nada. Su cuerpo estaba cubierto de moretones, los labios partidos, las costillas hinchadas, las muñecas marcadas por las cuerdas que lo ataban durante horas.
Las primeras noches aún podía dormir, aunque fuera a ratos, pero ahora apenas conciliaba el sueño. Cada vez que cerraba los ojos veía el cuarto de adiestramiento, las sombras de los hombres acercándose, los susurros venenosos de sus abuelos recordándole que no era nada, que nunca lo había sido y lo que iba a ser de ahora en adelante.
Louis escuchaba sus palabras incluso cuando estaba solo. Se le colaban en la cabeza como cuchillas invisibles y a veces, en el silencio absoluto de su habitación, se preguntaba si ellos tendrían razón. Pero entonces aparecía Harry, en mitad de la oscuridad, cuando el dolor le arrancaba la respiración, lo imaginaba ahí, frente a él, intentaba imaginarlo con los ojos llenos de esperanza y amor, sujetándolo con fuerza. Recordaba su voz grave, casi temblorosa, prometiéndole que lo recordaría, que no lo dejaría perderse. Ese recuerdo era lo único que lo separaba de la locura.
Cada vez que lo obligaban a repetir frases que odiaba, cosas como “Soy débil, soy una vergüenza, seré lo que ellos quieran que sea”, Louis lo hacía en voz baja, apenas moviendo los labios, pero en su cabeza resonaba otra respuesta “Soy de Harry. Él me conoce. Él sabe quién soy"
Cinco días de sangre, dolor y humillación. Pero aún asi no se había roto por completo, estaba exhausto, sí, y el espejo le devolvía una imagen que apenas reconocía, con ojeras marcadas, piel pálida y heridas frescas sobre viejas cicatrices. Pero debajo de todo eso, algo seguía latiendo. Algo que sus abuelos no podían arrancarle aún.
El amor a su mejor amigo.
Y aunque cada día parecía un descenso más profundo en el infierno, Louis se prometió que, mientras siguiera respirando, ese sentimiento sería su fuerza. Porque podían deshacer su cuerpo, podían intentar reescribir su mente, pero jamás podrían arrancarle el recuerdo de aquel abrazo ni la certeza de que su Harry lo amaba, ya habia pasado por eso, la diferencia es que ahora era más fuerte.
Con dolor en su cuerpo se levantó de su cama, debía ir por esos papeles que le darían el poder de todo, asi que en silencio abrió la puerta y miro a la oscuridad de la enorme mansión, todos estaban dormidos y los guardias se habían ido al ver lo débil que estaba.
Bajo las escaleras con pequeños gemidos por el dolor de los golpes intentado sostenerse de las paredes, todo estaba oscuro y era difícil ver, pero conocía esa casa como la palma de su mano. Al llegar al despacho de su abuelo con un crujido abrió la puerta esperando que no se haya escuchado en la planta de arriba. Se adentro y cerró la puerta, rápidamente fue hasta el sofa y tiro los cojines hacia la puerta para evitar que saliera la luz una vez que prendió las lamparas.
Con la agilidad que le permitirá el dolor abrió todos los cajones esperando encontrar los benditos documentos donde le proporcionarian el dinero, las empresas Tomlinson, pero sobre todo la libertad, su libertad.
Diez minutos despues de haber abierto cada estante se deja caer en la silla de cuero desilusionado.
— ¿Dónde mierda lo guardaste hijo de perra?. – susurra mirando a su alrededor. Y ahí lo ve.
"¿Qué es lo que los Tomlinson más aman aparte del dinero?" — A ellos mismos.
Se levanta y se posa frente al enorme retrato de sus abuelos. Lo quita con cuidado y afortudamente ahí esta la caja fuerte. Pone el código de seis dígitos que se memorizo cuando era un niño y veía en el anillo de su padre cada vez que lo golpeaba.
El click al ser abierta la caja lo hace suspirar de alivio, dentro hay dinero, joyas y la bendita carpeta negra. La toma con rapidez escondiéndola bajo su playera, acomoda todo en su lugar y sale en silencio. Esta por subir las escaleras cuando escucha los susurros.
—No esta en la maldita habitación... pues búscalo idiota... no debió ir lejos. – voces de los guardias se escuchan igual que los pasos bajando por las escaleras.
Con miedo mira a su alrededor, no hay manera de esconderse.
—¿Qué esta pasando aquí?– la voz de su abuelo se escucha al final de las escaleras. Mientras los guardias le explican lo que sucede.
Louis aun escondido en la oscuridad camina a la cocina, esconde bien la carpeta bajo su ropa y toma una vaso para llenarlo de agua, lo esta lleva a su boca cuando la luz se encidente, su abuelo y los guardias lo miran con enojo.
Baja el vaso lentamente.
— ¿Pasa algo?, ahora no puedo ni hidratarme.– murmura con voz ronca y el estómago echo nudo por los nervios.
— Llevencelo.
Lo van a tomar del brazo, pero él lo quita con enojo y camina. Al pasar al lado de su abuelo lo empuja con el hombro haciendo tambalear al hombre mayor y sin mirar atrás sube a su habitación.
Una vez ahí esconde los papeles en lo mas profundo del closet, esperando que no los encuentre la de limpieza, y por primera vez durmió tranquilo, tenia la libertad en sus manos, tocaba esperar a que Zayn hiciera su trabajo.
♡⃕♡⃕
La noche siguiente, era algo que nadie se esperaba, la tortura cambió completamente a algo que jamas le habían hecho.
Ya no fueron solo golpes ni humillaciones. Sino que al llevarlo de nuevo al cuarto de adiestramiento, esta vez lo ataron a una silla metálica bajo una luz blanca que lo cegaba, frunció el ceño viendo como frente a él, colocaron una pantalla.
Louis entrecerró los ojos, jadeando, con el cuerpo aún magullado y temblando por la baja temperatura.
—¿Qué… qué van a hacer ahora? —susurró con la voz rota.
La pantalla se encendió. Y lo primero que apareció fue Harry, con su rostro congelado en una sonrisa. Esa imagen, que debería ser su refugio, se convirtió en un arma en ese momento cuando al mismo tiempo, el dolor comenzó con descargas eléctricas en los brazos, látigos que abrían nuevas heridas en su espalda, gritaba con cada golpe, cada descarga y con ella iba acompañada la imagen de Harry en la pantalla. Sonriendo, mirándolo fijamente, como si disfrutará lo que estaba pasando.
—Él es la causa de tu dolor, Louis —le decían las voces alrededor, frías, calculadas—. Estás aquí por él. Te sacrificas por alguien que ni siquiera piensa en ti.
La imagen cambió, Harry abrazando a otra persona, dándole la espalda, Harry alejándose y traicionandolo.
—Míralo. Mientras sangras por él, él ríe. Mientras te destruyen, él vive.
Louis apretó los dientes tan fuerte que sintió un sabor metálico en la boca. El corazón le latía como loco, dividido entre el amor que lo sostenía y el veneno que intentaban inyectarle.
Las lágrimas finalmente rodaron por sus mejillas, más de rabia que de dolor.
—No… —murmuró, con voz temblorosa pero firme—. Él no es eso. No lo es.
Un nuevo golpe en su cabeza lo sacudió, dejándolo desorientado, la pantalla repitió la sonrisa de Harry una y otra vez, hasta que, agotado, Louis bajó la cabeza, con la respiración rota.
No estaba quebrado aún, pero una grieta se había abierto, llena de peligro, dolor y miedo.
Y sus abuelos, desde las sombras, lo sabían, lo habían logrado.
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Hellooo
Como estan lindas?
Estuve pensando, les gustaría que cambiáramos también el nombre de mis hermosxs lectores.
Actualmente somos Disasters, pero podríamos ser Beautys
Ustedes eligen ❤️
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𝐔𝐧𝐛𝐫𝐨𝐤𝐞𝐧, 𝐅𝐨𝐫𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐔𝐬 - LS
De TodoDos niños en un barrio de Holmes Chapel son felices jugando, ambos comen del mismo plato, se quedan a dormir uno en casa del otro sólo para jugar hasta que el sueño los venza. Ambos se sienten seguros al lado del otro hasta que en la adolescencia se...
