CAPITULO 4

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CAPITULO 4

Constanza Valladolid, hizo pasar a Stefan hacia el interior de la casa, aun estaba desconcertado por lo que acaba de descubrir.

Alex Parker era una mujer, quien lo habría pensado, sonrió para sus adentros y se dijo que el negocio acababa de volverse más interesante.

Quería a Alex para él y en su cama, y no pasaría mucho tiempo para que eso sucediera. Conocía a las mujeres y aun cuando esta le dio pelea, también pudo ver el deseo reflejado en sus ojos ambarinos.

- Le pido Sr. Dunant que a modo de disculpa acepte quedarse con nosotros en la hacienda, por favor solo así estaré segura de que usted nos ha perdonado.

- ¡Constanza! – gruño Alex que caminaba detrás de ella.

Su abuela ignorándola apuro a que Stefan le diera respuesta.

- Entonces ¿Si acepta verdad?

Stefan se volvió a ver la cara de Alex antes de responder.

- Para mi será un verdadero honor madame – Stefan tomo la mano de Constanza Valladolid, que para asombro de Alex se puso roja como un tomate cuando el apuesto caballero le dio un beso en el dorso.

Alex dio un golpe en el suelo con el pie, indignada por la actitud que estaba tomando su abuela, que le pasaba, debería estar de su lado no de parte de aquel extraño, pensó.

 -  Alexandra, cariño creo que deberías ir a cambiarte antes de bajar a almorzar, usted también Sr. Dunant, le asignaremos un cuarto y podrá refrescarse, si así lo desea.

Que le pasaba a su abuela, nunca la llamaba Alexandra, además se estaba comportando como una coqueta adolescente con aquel hombre, acaso tenía una de esas crisis de la tercera edad, se había vuelto loca.

Sin decir palabra Alex se alejo casi corriendo hacia las escaleras y subió de prisa a su habitación, el día se que estaba empeorando con cada minuto que pasaba.

A solas en la intimidad de su recamara Alex se fue despojando de la ropa, estaba sucia, cansada y sudorosa; nada la haría más feliz que tomar un baño, así que se fue directo a la regadera.

El agua fría la refresco de inmediato y por un solo instante logro que se olvidara de todo y de todos, solo era consciente de ella y los sentimientos que poco a poco resurgieron sin siquiera proponérselo.

La imagen de Stefan vino a su mente, era un hombre atractivo con una facha increíble y una mirada seductora.
Por dios, pensó. Ella jamás había tenido esa clase de pensamientos hacia nadie y menos después de lo que le había ocurrido.

¿por qué ahora? y ¿por que con él?

Lo último que necesitaba en su vida era un hombre como Stefan Dunant, un hombre experimentado con las mujeres y que al final la haría sufrir, era lo que Alex menos quería en su vida.

Al contrario si algún día llegara a enamorarse de alguien, este hombre debía ser de los que parecían felices y generosos. No un hombre que promete arrancarte la ropa con los dientes, si no un hombre tierno que diera la impresión de que te llevará el desayuno a la cama con una rosa incluida.

Salió de la ducha más tensa que cuando entro, que diablos le estaba sucediendo, ella no era así.

De inmediato cogió la agenda telefónica y marco el numero de Susana su Psicóloga, hacía años que no la veía pero a como se estaban dando las cosas tenía que hablar con alguien y en este caso su abuela que al parecer sufrió una crisis no podía ayudarla. Así que llamo a la terapeuta e hizo una cita para dentro de una semana, le pareció demasiado tiempo pero no pudo conseguir nada antes y ver a otro doctor, para nada le apetecía la idea de pasar por todo desde el principio.

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