CAPITULO VII

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"Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo, Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?

Apocalipsis. 13: 1, 2, 3 y 4"


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Mar acababa de recobrar la conciencia, y un gélido frío recorrió su espina dorsal colándose por sus venas, al darse cuenta que era presa del demonio y sus huestes, escuchaba miles y miles de lamentos, quejidos y crujir de dientes, que le indicaban que aquellos que se quejaban eran presa del dolor, la desesperación y la desolación.

El ambiente era tan infausto y obscuro, solo una tenue llama iluminaba pobremente el lugar. Se oían gritos ensordecedores, que minaban el espíritu y el alma de la joven, que de alguna manera compartía la desesperación de aquellos desgraciados, al tiempo que trataba de contener la respiración, ya que el pútrido olor que inundaba sus fosas nasales, y que manaba de aquel lugar nauseabundo, le producían fuertes ganas de vomitar, por lo que varias veces tuvo que reprimir las náuseas seguidas de grandes arcadas que le producía aquella pestilencia.

Temblaba presa del miedo, no solo por lo que pasaría con ella, sino también por su hija, pensaba que ya todo estaba perdido, sentía como si le hubieran triturado el corazón, al pensar que sería ahora de su destino y el de su pequeña que aún no nacía, sintió correr lágrimas sobre sus mejillas al recordar también a Seferina que había sido de ella, pero por alguna extraña razón sabía que estaba bien, había un vínculo entre ellas, que hasta ese momento mar no se había percatado que existía.

A pesar de ser presa del terror; decidido pensar con frialdad para revisar sus opciones y se quedó inmóvil en el sitio, entornó los ojos, —disimulando que aún se encontraba desmayada—, comenzó a ver a su alrededor. Pudo observar el lúgubre y fétido lugar en el que se encontraba, vio las rejas que no le permitían tan siquiera ponerse de pie, apenas si podía estar sentada o acostada hecha un ovillo en el asqueroso suelo. Sintió unos pasos y se quedó inmóvil.

Escucho una voz por encima de los lamentos, aun sin entender lo que decía, la voz de aquel ser, —sonaba como vidrio molido—, de pronto un fuerte dolor se apodero de su costado izquierdo, haciéndola gritar y llevar sus manos a la zona afectada para apaciguar el dolor punzante. Una asquerosa criatura, —llena de pústulas hediondas a muerte—, extendía lo que parecía ser un brazo dispuesto con tres garras, con la intención de pincharla de nuevo, la bestia al darse cuenta que Mar estaba despierta se sujeto de las rejas, saco una larga lengua babeante con la que tocó el rostro de la joven cautiva, para luego emitir un alarido tan agudo que la hizo estremecer hasta los huesos.

Presa del terror, se acurruco sobre sí misma, temblando como una hoja al viento, mientras las lágrimas luchaban por salir, —hacia un gran esfuerzo por contenerlas en su garganta—, —que ya le dolía de tanto impedir que le aflorara el llanto—. A los pocos segundos, escucho una nueva voz, aún más fría que la anterior, tan ronca que raspaba como el metal sobre el hielo.

Veo que estas despierta, mi señor quiere verte

Mar levanto los ojos, y los dirigió con una mezcla de pánico y rabia a la vez; en contra de aquel demonio que tenía en frente. Su apariencia era la de un cadáver, no tenía ojos solo las cuencas vacías, su piel se replegaba tanto sobre su cara, que ya no le quedaban labios, solo los dientes afilados negros y mal olientes eran visibles, tenía lo que parecía un báculo en una de sus garras, y con este golpeo el suelo haciéndolo retumbar como el trueno; e inmediatamente la prisión que la contenía se desvaneció.

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