Primer día-Sorpresas desagradables y crueles verdades.

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Artículo 23, norma 14

Todo Rey de Espadas está en plena obligación

de proteger a su Reina de cualquier amenaza.

A cambio, la Reina, dará su energía para

que el Rey pueda llevar a cabo sus tareas.


. . . . . . . . . .  

El sol comenzaba a levantarse en el horizonte como cada día y eso provocaba que pequeñas gotas de luz despertasen a cientos de personas que esperaban al amanecer para realizar sus labores diarias. Excepto por un adolescente que se negaba a ser despertado, ocultándose bajo la tranquilidad y calidez de las mantas. Pero, como si el universo fuese en su contra, la alarma rompió el agradable silencio con unos pitidos que Alfred consideró como el arma del mismísimo diablo.


Un brazo se deslizó fuera de ese fuerte hecho con cojines y mantas para intentar encontrar el origen de su molestia y tras encontrarlo, este quedó destruido en la pared frente a la cama. ¡Mierda! Tendría que ir a comprar otro despertador. Cada vez que ese pensamiento cruzaba su mente, recordaba la razón de que nunca utilizaba su móvil como alarma.


Una vez de vuelta a la calma, decidió darse la vuelta y intentar conciliar el sueño -tarea que no le sería difícil de llevar a cabo- pero unos suaves golpes en la puerta le aseguraron que eso le resultaría imposible ese día.


-Al, el desayuno esta listo. Date prisa o papá se lo comerá todo y recuerda limpiar los restos del despertador que has roto.


No lo iba a hacer. Seguramente, Matthew entraría más tarde y lo limpiaría por él. En cambio, tomaría una ducha antes de bajar a desayunar. Se moría de calor tras haberse quedado bajo las mantas por mucho tiempo y sentía su cuerpo pegajoso, sensación que le causaba algo de repugnancia. Aunque si esa pegajosidad se debiese a una intensa noche con alguna mujer, no la rechazaría de esa forma.


Finalmente decidió levantarse, tirando las mantas y dejando la cama totalmente desordenada. Se desperezó al estar de pie. Había dormido más de lo usual por lo que estaba debuen humor en ese momento -si olvidaba que tenía que ir a comprar otro despertador-. Mientras se rascaba la barriga avanzaba medio dormido hasta llegar al baño que estaba en su habitación. No tenía más que quitarse los bóxer con los que acostumbraba a acostarse para así evitar el calor infernal del verano en Espadas, para después entrar a la ducha y dejar que el agua se deslizase por su bien formado cuerpo.


Minutos más tarde, a regañadientes,abandonaba la frescura del agua para cubrirse con una toalla que solo ocultaba lo necesario. Estiró los brazos nuevamente, intentando quitarse la pereza del cuerpo y parece que esta vez lo consiguió.Decidió verse al espejo con tal de evitar la balanza que reposaba al lado del lavamanos, era una enemiga difícil de derrotar. Aunque eso no quisiese decir que estuviese gordo, todo Alfred era músculo -o eso afirmaba él-. Tampoco se le podía discutir cuando su ejercitado torso se veía, unos abdominales marcados recordaban a una tableta de chocolate que cualquiera quisiese degustar y su espalda ancha le hacía ver masculino y confiable para cualquiera.


Alfred bajó su mirada para comenzar a secarse el pecho y las axilas y así poder vestirse pero algo llamó su atención. Una extraña mancha azulada en su pecho que no podía ver con claridad por la ausencia de sus gafas.

Limited Time: The countdown begins (Usuk, Cardverse moderno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora