No es oro todo lo que reluce, pero tampoco es carbón todo lo que te oscurece.

2.7K 192 240
                                    

Un pequeño gorrión sobrevolaba la Tierra, de este a oeste, de norte a sur. Observaba como grandes pedazos de tierra se hundíany junto a ellas desaparecían unos seres especiales e inmortales que personificaban esos trozos de tierra con nombre. También veía a miles de personas que gritaban en desesperación de ser salvadas de su amargo destino ; el gorrión no las entendía, él siempre había deseado poder sumergirse en el océano.

Entonces, una escena entre dos de aquellos seres especiales, desvió su atención de los agonizantes humanos y se acercó hasta posarse en el hombro de uno de ellos a la vez que el otro desaparecía. El hombre sostuvo en sus brazos a un pequeño niño que apareció de entre el polvo brillante dejado por la entidad desvanecida. Aquel niño abrió sus ojos por primera vez al sentir las dolorosas lágrimas de quien era su padre en sus sonrosadas mejillas. Esos ojos eran de un esmeralda sobrenatural que compartía con su acompañante y su cabello rubio difería de este. Para el pequeño gorrión, aquel niño se asemejaba también al ser especial por el que uno de ellos lloraba. El nombre del misterioso bebe sería Asahina Kirkland Jones.

El final de todo y el inicio de Espadas por A--h-r K-r--an-.

Alfred abrió los ojos cuando aún era de noche, ni un rayo de luz solar se veía en el cielo aunque la luna llena iluminaba débilmente la habitación haciendo que se pudiese ver. Se sentó en el sofá -dónde se había quedado dormido- y intentó centrarse. Recordó la noche anterior, ¡vaya desastre! Se giró hacia la enorme cama donde aún dormía Arthur, estaba tan pálido como anoche y no mostraba signos de levantarse pronto.

Suspiró. No entendía que había ocurrido en la fiesta. Bueno, ni él ni nadie. Los únicos que sabían qué demonios había pasado eran Kirkland y aquel bastardo de Ivan, porque estaba seguro al noventa por ciento ¡No! Al cien por ciento de que la culpa era de él.

La puerta de la habitación se abrió y entró Yao con unas ojeras que decían a leguas que no había dormido en toda la noche. Seguramente, fue él quien apagó la televisión y cubrió a Alfred con una manta cuando se durmió. Traía toallas húmedas y un pijama limpio.

-Buenos días, Alfred, aru. Siento haber entrado sin llamar, no quería despertaros.- habló con voz cansada y después bostezo.

-No te preocupes, me acabo de levantar también ¿Has dormido?

-No mucho, aru. No paraba de darle vueltas a como estaría Arthur y qué paso exactamente, así que vine unas cuantas veces a comprobar que estaba bien.

-Ve a dormir. Quedarse de pie no hará que se levante antes, sólo debe haberse agotado después de aquello que hizo ayer. Debió utilizar demasiada Energía.- recordaba lo ocurrido claramente. Él, como tantos otros invitados, quedaron atónitos y aunque algunos no podían ver el aura que desprendía, sentían la increíble presión.

-Pero..

-Nada de pero. No quiero excusas. Si caes enfermo tu también, ¡a ver como llevamos el reino! Sin ti que tienes la teoría y sin Arthie que tiene la práctica para llevarlo adelante... Me molesta admitirlo, pero ahora sólo soy un peso muerto- se levantó para acercarse al Jack, quien ponía una toalla húmeda en la frente de la Reina.

-Entonces, cambiaré a Arthur y me iré a acostarme,aru. No podemos dejarlo en las ropas de fiesta y menos con la fiebre que tiene.

-Déjalo. Eso hasta yo puedo hacerlo- dijo por impulso sin pensar claramente en lo que significaba aquello. Desnudar a Kirkland, secarlo con una toalla y ponerle el pijama. Pero tampoco podía dejar a Yao hacerlo todo, sobretodo tras ver su cara de cansancio.

Limited Time: The countdown begins (Usuk, Cardverse moderno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora