-Alaaa... -Senda se había quedado boquiabierta, habían aparecido delante de un muro de árboles pegados unos a otros. Entre todos formaban extraños dibujo grabados en la madera.
-¡Aquí está!- en ese momento Bercalion señalaba uno de los dibujos.-Se que te costará creer esto, pero eres la única humana que queda en el Universo. Llegamos justo para salvarte... fue... tal y como le decía la profecía. Intentamos llegar antes pero la magia nos lo impedía. Lo siento mucho.
Para Senda eso había sido como si le hubieran dado una bofetada en toda la cara. No se podía creer lo que le habían dicho.
-Tranquila, yo siempre estaré a tu lado.-Narwe se acercó a ella y la abrazó.-Puedes llorar si quieres, no me importa.
En ese momento Senda se acordó de qué le sonaba. Había soñado que él le salvaba varias ocasiones de las pesadillas que tenía, por ello nunca le había dado importancia, solo era un sueño.
Senda no lloró. Simplemente disfrutó del cálido abrazo de Narwe, solo necesitaba que alguien la apoyara, y ese alguien se había convertido en Narwe.
Cuando el ambiente se hubo relajado, Bercalion volvió a chasquear lo dedos y aparecieron en una pradera llena de flores.
-Sentémonos aquí.-dijo Bercalion.-Quiero contarte lo que decía la profecía hace siglos y ahora, y porqué apareces en ella.
Senda se olvidó de Narwe y se centró en la profecía en la que según decía Bercalion aparecía ella.
-Verás Senda, hace años había una humana que nos salvó de la invasión de los gnomos. Más adelante otra humana nos salvó de Salion el Nigromante...Bueno y así hasta aquí. Ella siempre era la misma acompañada también siempre del mismo elfo.-Bercalion tragó saliva y miró a su hijo.
-¿Cómo que era siempre la misma?-Senda estaba cada vez más confundida.
-Reencarnación. ¿Sabes lo que es?
Senda asintió. Pues claro que lo sabía, había leído un par de libros sobre eso en la biblioteca del instituto. De repente le sonaron las tripas y temió por que la hubieran oído. Y así era, le habían sonado tan fuerte que ambos elfos se la habían quedado mirando.
-Emm... Yo...
-Será mejor que vayamos a comer antes de que la bestia vuelva a rugir.-rió Bercalion.
Por un momento Senda pensó que se estaba burlando de ella, pero se dio cuenta de que era un hombre muy divertido, solo eso.
Fueron pradera abajo. A los pies de ella había un pequeño pueblo.
-Este es uno de los pequeños pueblos que hay en mi reino...
-Mi padre nació aquí, pero no le des importancia, ahora empezará a soltarte el discurso de cómo llegó a ser el heredero del Reino de la Magia.-susurró Narwe que se había acercado a ella y tenía un ramo de flores en las manos.-Ten, son para ti.
-Gracias, son muy bonitas.-dijo Senda tímidamente.
Bercalion seguía hablando el solo por delante pero ya nadie lo escuchaba.
Ambos, elfo y humana se miraron a los ojos, solo fueron unos segundos, pero a Senda le parecieron preciosos. Le hicieron olvidarse de dónde se encontraba, de quién era y de la tragedia de su mundo. Había sido un momento muy espontaneo e intenso.
-¡Estos jóvenes de ahora!-Bercalion se había dado cuenta de que nadie le escuchaba y se había enfadado. Ahora seguía ladera abajo refunfuñando.
Senda no pudo reprimir una sonrisa. Bercalion había estado muy cómico cuando se había enfadado.
Narwe se dio cuenta y se echó a reír a carcajadas. Senda lo miró seriamente, pero no se pudo contener y también se echó a reír.
Bercalion los condujo a una casa hecha de ramas, grandes hojas y barro, (como todas las que había en ese pueblo) se sentaron en una mesa y Bercalion siguió con su historia, al parecer ya se le había pasado su enfado.
-¡Ahh...!-suspiró.- Qué bonitos recuerdos. Aquí conocí a la madre de Narwe cuando...
Iba a seguir con su historia cuando Narwe lo interrumpió.
-Por favor padre, deje descansar a Senda, debe estar agotada.
Bercalion miró a Senda, que se limitó a encogerse de hombros. Pero Bercalion ya sabía por qué había dicho eso su hijo, siempre hacía lo imposible porque nadie escuchara sus historias. Así que se levantó de la mesa y se fue a saludar a los de la mesa de al lado.
-Quiero que sepas que esto no se parece en nada a tu mundo, eso para empezar.- Narwe se había sentado enfrente de ella y la miraba seriamente.- Aquí los que gobiernan se comportan como un ciudadano más a la hora de salir a la calle. Aquí nadie intenta arrebatarle el trono a nadie. Además, lo único que hace el aquí el rey es vigilar que no se haga ninguna injusticia, pero como ves, todo es muy tranquilo. El Reino de la Magia se caracteriza por la justicia que ha habido durante siglos. El único problema es que suele haber guerras con el Reino de los Hombre Lobo, siempre buscan pelea, pero eso no significa que sean malos. Solo el que reina.
-¿Y quién es el que reina?
-Yulma. Al igual que todos sus antepasados a intentado gobernar el Reino de la Magia. Nosotros siempre los derrotábamos, pero Yulma es la más poderosa de todos. Sus súbditos, al igual que nosotros quieren la justicia, la paz. Pero ella es...única como tú.-Narwe tragó saliva. No debería habérselo dicho, todavía no, era demasiado pronto.
-¿Única? ¿Cómo yo? Entonces... ¿también es humana?
-No. Tú-dijo señalándola con el dedo.-eres la única humana, y ella es ''única'' porque su padre era el Nigromante. ¿Lo entiendes?
Senda puso una cara rara: no entendía nada.
-La familia de su madre eran hombres lobo. Su madre, al igual que todos sus antepasados quería un poder absoluto, así que se acabó aliando con el Nigromante para formar un solo reino, pero llegaron demasiado lejos... Yulma es su hija.
-Es decir... es maga y a la vez hombre lobo ¿no?
-¡Exacto!
-¿Y?-Senda no llegaba a ver cuál era el problema. Ella era lista, de hecho era la primera de la clase pero no llegaba a entender que había de malo en que esa tal Yulma fuera las dos cosas, y sobretodo qué tenía que ver ella en todo eso.
-Buff...-Narwe se rindió.-Será mejor que lo olvidemos, ya te lo explicaré más adelante. Ven, vallamos a coger algo para comer.
Se levantaron y salieron fuera. Allí había un grupo de hombres rodeando un fuego. Olía de maravilla, estaban haciendo carne a la brasa.
-Mmm... Carne a la brasa.-se relamió Senda.
-¿Y cómo quieres que sea?-Narwe le miró extrañado.- ¡Ahh! Claro, allí la coméis de distintos tipos, ya me acuerdo, por eso me dejó bien claro mi padre tus costumbres. Bueno, espero que te adaptes pronto, si no se te va a hacer muy pesado vivir aquí.
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Única
FantasySenda, una chica normal y corriente de 15 años, pero algo apartada de la sociedad, siempre se ha sentido diferente. Hasta que descubre por qué con la llegada del... fin del mundo. Su vida cambiará por completo, y los elfos celebran por fin su llega...