Caballos salvajes

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Después de haberse comido la carne a la brasa que aquel grupo de elfos ofrecía al pueblo, se habían ido al bosque a recoger frutos silvestres y setas.

El bosque estaba tan tupido, que parecía que estaba anocheciendo. Los árboles eran tan altos que parecían que iban a tocar el cielo con las puntas de sus dedos. Y la dulce melodía de los pájaros les acompañaba durante todo el paseo.

-Y esto... ¿Seguro que se come?-preguntó Senda mirando una seta que estaba cogiendo Bercalion.-En mi mundo es venenoso.

-Sí, puede que en tu mundo sea venenoso, pero aquí, por si no te has dado cuenta, la atmósfera es diferente.

-¿A si?

-Cuando salgamos del bosque te lo enseñaré.-acto seguido se llevó las manos a la boca y silbó, fue tan fuerte y repentino que Senda pegó un bote.-¿Sabes montar a caballo?

-Eh... Bueno hace cuatro años...

-Vale, no sabes.-dijo Bercalion silbando de nuevo.-No pasa nada, te enseñaremos. Aquí es algo imprescindible.

Narwe se acercó hasta donde estaba su padre con Senda.

-¿A dónde vamos?

-Quería enseñarle los preciosos pueblos que hay en mi reino y después enseñarle el castillo.

Senda, al oír aquellas palabras, se preparó para seguir andando cuando oyó caballos trotar a lo lejos.

-Son caballos, los he llamado yo, así iremos más rápido y podremos ver todo con tranquilidad.-dijo Bercalion.-Ya verás, te gustará.

De entre la maleza aparecieron dos hermosos caballos, uno negro como el carbón y otro blanco con manchas marrones. Eran un poco más altos que los de la Tierra, al menos eso le pareció a Senda. Eran preciosos, andaban con majestuosidad y la crin les caía a un lado del cuello.

-Son caballos salvajes, aquí no existen las cuadras. Y para el que existan se le pondrá una maldición, tal y como acordamos con ellos hace siglos.-le explicó Bercalion.

-¿Con ellos?

-Sí, hace siglos, nuestros antepasados acordaron un pacto con los caballos, ya que nosotros los maltratábamos. Así que los caballos no tuvieron más que interceder, y así lo hicieron. Acordaron que no existirían los establos, que cada vez que alguien necesitase desplazarse, que los llamara. Así establecimos paz con ellos.

-¿Sin darles vosotros nada a cambio?

-No. Nosotros a cambio les ofrecemos paz y tranquilidad. Cuando necesitan ayuda por que alguno de ellos ha caído enfermo o el parto va mal, les ayudamos sea  cual sea la ayuda que necesitan.

Narwe ya se había montado en el caballo, y ahora le tendía la mano a Senda para que subiera a su lado.

-De eso ni hablar.-dijo Bercalion cuando vio a Senda subida al caballo con Narwe.-Vendrá conmigo. A veces parece que no supieras montar a caballo.

Pero a Narwe no le hizo caso y  el caballo empezó a galopar internándose cada vez más en el bosque.

-¿Porqué  dicho eso tu padre?

-Porque según el voy muy rápido cuando monto a caballo.-dijo Narwe haciendo que el caballo fuera más rápido.

-¿Y ahora a dónde vamos exactamente?

-Como ha dicho mi padre vamos a recorrer el reino. Pero yo no voy a hacer eso. Prefiero que conozcas a alguien.-dicho esto hizo que el caballo fuera tan rápido que Senda casi se cae y tuvo que agarrarse a Narwe con los dos brazos. Senda se dio cuenta de que olía bastante bien. Era una mezcla de hojas secas con los frutos silvestres que habían estado recogiendo hace un rato, y se preguntó si todos los elfos olerían así, pero al instante retiró esa estúpida pregunta de su cabeza y miró al cielo.

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