Tres

63 7 0
                                    

Estar en medio de la penumbra puede ser aterrador y algunas veces acogedor.

La respiración de Isabella era cada vez más profunda, subía y bajaba dando tranquilidad al cuerpo debajo de ella, Brandon había prometido quedarse hasta que ella estuviera dormida.

De pronto un bostezo lo invadió, sus párpados pesaron pero no se permitió ponerse aún más cómodo de lo que ya estaba para sumirse en un profundo sueño junto a su mejor amiga. Se removió con cuidado haciendo el intento de no despertar a la pequeña que alegraba sus días.

—No me dejes —susurró Isabella en cuento sintió el vació del cuerpo que tan acostumbrada estaba.

Brandon maldijo para sus adentros y negó sin pensar —ya es tarde, linda —respondió en un leve murmullo —. Tengo que irme.

—Quédate —pidió cual niña pequeña —un monstruo puede salir del armario —masculló.

Brandon rió.

—No seas infantil —refutó.

—O lo que puede ser peor... Pedro podría venir a buscarme.

Los músculos del chico burlón se tensaron y no lo pensó dos veces antes de brincar a la cama y arroparse a lado de Isabella.

—No pasará eso. ¿Quieres hablar de ello? —preguntó con cautela. Ella negó de inmedianto, la herida estaba muy reciente y lo que menos quería era romper en llanto. Después de unos minutos de ligeros golpeteos en la espalda  la reconfortaron haciéndola sentir segura, estaba con su amigo, su protector y él no le haría daño.

— ¿Alguna vez has sentido que alguien en esta vida vale la pena? —preguntó Isabella. Encendió la lamparita de noche que yacía en la mesita de caoba. La luz cegó por un intervalo de segundos la vista de los muchachos. Cuando la claridad estaba en los ojos de ambos sus miradas chocaron estremeciendo a Brandon en su interior y encontrando la respuesta a la pregunta que había formulado su amiga. Asintió —; Eso mismo sentía con Pedro. Por primera vez todo mi interior gritaba que él era el indicado. Las dichosas mariposas aparecieron, ¿sabes? Creí que esa pendejada era solo de los libros, pero no, con él lo sentí, el cosquilleo, los nervios, la adrenalina de estar con él, siempre estaba presente —continuó para hacer una breve pausa. El rostro de Brandon estaba sereno pero por dentro sentía una rabia inmensa y no entendía el porqué de ello —. Lo amo, Brandon, siento que me desmorono sin él.

—Pero yo estoy aquí, sonteniendote para que eso no pase —susurró para ahogar los sollozos que amenazaban con salir de la garganta de Isabella.

—Por eso eres mi mejor amigo.

Esas palabras no lo mataron pero algo dentro de él se rompió. Era como si sus costillas estuvieran fracturadas, no se veía pero lastimaba en lo más profundo de su ser —Y siempre lo seré —se obligó a contestar.

Isabella se acurrucó en su pecho, comenzó a rascar por encima de su camisa su abdomen marcado cosa que ella sabía que a él le encantaba y de manera involuntaria lo solía hacer cuando estaba tan cerca de Brandon.

—Pedro, me hizo lo peor... me engañó.

Una lágrima cayó por la blanca piel de Isabella liberando el dolor que nacía en su interior.

—Él se lo pierde —masculló.

No podía entender como alguien podía engañar a la dueña de unos perfectos y enigmáticos ojos borrados. Era inconcebible la manera en la que ella estaba sufriendo por amor.

—Eso dices porque me quieres, él decía que me amaba y mírame ahora —dijo devastada.

Brandon desvío su mirada hacia su puño cerrado, le enfadaba que ella se sintiera menos por un patán que no la supo valorar como mujer. Los dedos de Isabella dejaron de hacer  ese movimiento involuntario tan placentero para suspirar con tristeza —Pedro tiene familia, una esposa, unos hermosos gemelos y un gato —rió con dolor—. Yo era la otra, la querida, la puta.

Brandon solo pudo amenizar el dolor que su amiga sentía apretandola más en sus brazos. El cobijo tibio que le brindaba era tranquilizador, las cosas eran mejor cuando estaba envuelta en sus fuertes abrazos.

Para Isabella en ese momento todo cobraba sentido. Pedro le había dicho que nadie debía saber de su relación excusandose con la
idea de que si nadie sabía de ellos; jamás se rompería su relación por cotilleos, ni el mismo mejor amigo debía de saber. Esa fue una de las condiciones que él habia puesto. Estaba tan arrepentida de haberlo conocido esa fría tarde de invierno. Solamente seis meses había durado ese amor pasajero que se tatuó en su corazón sin pedir permiso. Las llamadas eran furtivas, las citas fueron inexistentes, los detalles eran casi anónimos y los encuentros llenos de pasión. Sumida en sus pensamientos se declaró tan ingenua y tonta por no darse cuenta desde un principio.

No hubo palabras después de su declaración y es que Brandon no pudo encontrar palabras de consuelo sin proferir miles de palabras nada agradables. El silencio era lo mejor.

Sin soltarla ni un segundo se quedaron sus cuerpos entrelazados como dos amantes inocentes. No había caricias, ni besos. No había palabras bonitas, ni segundas intenciones. Solo dos corazones latiendo al compás del sufrimiento empático que los unía esa noche.

----*-*
Perdón por tardar mil años en actualizar, lo sé descuidé mucho a mis niños pero aquí estoy para continuar su historia <3
Si alguien aún lee este espacio les pido que se reporten con una estrellita.
Sin más que decir, besitos!

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora