II

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María bajó de su Kawasaki z800 justo frente a las puertas del recinto y se quitó su casco recién adquirido, liberando una larga trenza de un color rojo intenso. Sacó su llave y abrió la puerta de acero. Lanzó una exclamación al ver, después de cuatro años, el lugar donde había pasado el mejor verano de su vida. Ahora había vuelto para supervisar a los nuevos estudiantes.

- ¡María! - Escuchó que le llamaba una voz conocida. Un chico alto y moreno corría hacia ella.

- ¡Marco! Te he echado de menos.

Los dos amigos se fundieron en un gran abrazo. Llevaban sin verse meses.

- ¿Qué tal el viaje desde Lisboa? - Le preguntó el argentino separándose de ella.- Tus cosas han llegado esta mañana.

- El recinto está muy escondido. ¿Dónde están?

El chico le lanzó una sonrisa de disculpa y se encogió de hombros.

- Oh, ya. Supongo que querrás descansar. La reunión será a las nueve. Puedes quedarte en la primera cabaña, eres la primera en llegar. Aunque Björn debe de estar por algún lado. ¿Te acompaño?

- No te preocupes, conozco el camino.

María le dio otro abrazo a su amigo y acordó reunirse con él más tarde. Tras echar una última mirada al exterior emprendió su camino hacia la primera cabaña. Estaba a solo unos centímetros de la puerta cuando una voz le hizo detenerse.

- Hola, guapa. ¿Eres nueva por aquí? - La voz venía de un chico pelirrojo, extremadamente alto y bronceado que hacía un movimiento muy extraño con sus cejas.- Soy Adam Reed, ¿y tú?

La chica se había quedado sin habla, con la mano extendida hacia el pomo de la puerta. Estaba a punto de mandarle a freír espárragos cuando dos chicos exactamente iguales que Adam aparecieron sin resuello por la esquina y cogieron al pelirrojo de ambos brazos.

- Lo siento. Perdone a mi hermano, señorita. Puede que sea uno de los tres tíos más inteligentes de Estados Unidos, pero sigue siendo un pervertido. Discúlpenos. - El chico que había hablado era, al menos, un palmo más bajo que su hermano.- No volverá a suceder.

- Eh, ¡tampoco ha sido para tanto! Solo quería ser amable.

- ¡Cállate! - El tercer pelirrojo, que al parecer era el mediano, parecía más abochornado que los demás pues estaba tan rojo que apenas se le veían las pecas que cubrían sus mejillas casi completamente. Miraba hacia ambos lados para asegurarse de que nadie les estuviese viendo.

- Cenoura.- Genial. María esperó que no hablasen portugués.- Digo, esto... Perdón. No, Adam, no soy nueva. De hecho voy a ser vuestra profesora el resto del verano. María Teixeira, encantada.

Los tres chicos se quedaron quietos al momento. El mediano abrió tanto los ojos, que María creyó que se desmayaría ahí mismo. Los otros dos, en cambio, la miraron con un interés renovado. Ella carraspeó y los chicos se fueron tan rápido como habían aparecido.

La portuguesa entró a su cabaña y se encontró con una habitación idéntica a la que había ocupado cuatro años atrás. Sus cosas estaban perfectamente ordenadas en una de las esquinas. Se quitó su cazadora de motorista y se dejó caer en la que iba a ser su cama durante el resto del verano. Pensó en lo feliz que era por volver al lugar que había sido más importante para ella durante años y, justo después, se quedó dormida.

Le despertó un fuerte golpe junto a ella. Abrió los ojos sobresaltada y se encontró con una chica que la observaba desde el suelo con una mueca de dolor en su bronceado rostro. Tenía el pelo corto de un tono fucsia artificial decorado con plumas de distintos colores y unos grandes ojos azules. Tenía las facciones infantiles y la nariz pequeña y respingona.

ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora