Se nos escapa el invierno y todavía no nos dimos ese abrazo, de esos que vos sabes bien dar... Tengo la esperanza de que agosto no se canse de esperar, en este bardo eterno, de orgullo friolento. No escuché más esa voz, tu voz, la que me incendiaba y ahora me apago lentamente con cada canción, que evito escuchar, porque a todas le faltan tu tono de voz, ese que hacía resplandecer mis elementos.
Y ese reencuentro tan esperado reafirma nuestra pelea constante, que ponía al rojo vivo los celos, esos de los más escandalosos, esos que brotan de uno cuando se quiere cuidar lo mas amado, antes de haberlo disfrutado, aunque sea para entender que no había porque temer. ¿Por qué temer? Si vos me demostrabas que no había porque hacerlo...
No podías con tu mal genio, pero si con el mío, y ahí nomas me arrancaste las ganas de fugarme del mundo, y esconderme en tu boca, y algunas veces en otro lugar donde nadie pueda llegar, si ni yo se como llegar ahí, a vos.
"No hay nada igual que vos..."