Recuerdos deshilachados

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— ¡Maldición, no puede ser! — clamó Yamaguchi frustrado, dejando caer su cuerpo violentamente sobre el suelo y ahogando un sollozo -— ¿Cómo es que se te da tan bien?

Su amigo ladeó la cabeza para observarle, torciendo una orgullosa sonrisa entre sus belfos.

— Perdiste práctica — bufó con sorna, admirando de reojo el: "TsukkiMegane0-0 wins" de la pantalla — ¿Te hace otra?

El pecoso se incorporó bruscamente, apretando los puños como si quisiese preservar su orgullo de jugador de videojuegos en ellos.

— ¡Con una condición! — chilló, alzando el dedo índice al frente del rubio, que enarcó una ceja ante la petición — ¡Un cambio de jugadores, el mío está muy anticuado y obviamente por eso pierdo!

Podía parecerlo o no, pero Tadashi siempre había sido un competidor a muerte en sus ámbitos más recurridos y talentosos, que mediante el paso de los años se había reducido a nada. Después de abandonar el hogar de los Tsukishima "definitivamente", el peliverde se prometió no volver a dejarse llevar por nada, vivir la vida patéticamente pacífica que siempre hubo soñado y para ello no resaltar en lo más mínimo; tres simples aspectos que, bajo el amparo de tal desorden familiar resultaban completamente imposibles.

Pero el mero hecho de revivir verdaderamente el pasatiempo que coronó con creces su infancia al lado del amor de su vida hacía renacer ese sentimiento de euforia que nunca debería haberse extinguido de su cuerpo, esas ganas de competición que se le antojaban tan extrañas a día de hoy.

— Está bien, mal perdedor-chan, pero ten por seguro que volveré a pisotearte. — accedió Kei sacándole la lengua, viéndose también absorto en un déjà vu ya corroído por el oleaje del tiempo.

— Eso lo veremos, Tsukki. — retó el n° 12, intercambiando mandos con su amigo y comenzando la pelea.

Un rato después, ese mismo Yamaguchi tan seguro de sí mismo cayó en combate, derrotado por el implacable Tsukishima.

— ¡No vale, tío, estás viciado! — se quejó Tadashi entre carcajadas, sin apenas cerciorarse de lo que acababa de decir.

El de gafas lo miró sorprendido, entreabriendo los labios en el proceso.

- Sonaste... raro diciendo eso...

¿Raro...?

De repente Yamaguchi perdió la sonrisa, detuvo su excesiva alegría y se sentó en silencio, cayendo en la cuenta del enorme error que había cometido al soltarse tanto.

Porque por ello, la tortura de su voz interior volvería a arreciarle.

— Lo siento por eso, Tsukki. — susurró totalmente serio, inclinando con suavidad la cabeza.

El mencionado frunció el ceño, mas no dio una mínima réplica acerca de ello.

— Oye, ¿quieres quedarte a cenar? — invitó tras un incómodo silencio el más alto, apagando la consola y el plasma, oscureciendo hasta sumergir el rótulo que rezaba "PecasGucci wins" en negro.

— ¿No sería una molestia?

— Claro que no, hace mucho que no tenemos esta oportunidad — negó Tsukki, internamente algo entusiasmado por aquello — Iré a avisar a mi madre para que te prepare algo, espérame aquí.

Tadashi solo alcanzó a revolverse el pelo con nerviosismo, enterrando entre sus verdosos cabellos el más avergonzado sonrojo, en el que a su vez ocultaba un sucio sentimiento de desconfianza hacia aquella hospitalidad, otorgado por la insistencia de sentirse protegido.

Adolescencia y demás infiernos [TsukiYama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora