Bajo del taxi que me trajo desde el centro comercial a mi hogar, no antes de pagarle lo que es debido al conductor. Camino hacia la entrada de la casa (¿Qué casa? ¡Mansión! Recuérdalo.) y no llego ni a tocar la puerta cuando Olga ya la ha abierto de par en par.
─ ¡Piper! Oh, mi niña. Ya estás aquí. Ven, entra. Rápido, rápido ─dice haciendo una señal con la mano.
─Olga ¿Qué es lo que pasa? Papá me llamó muy alterado y... ─ella tapa mi boca.
─No hay tiempo para hablar. Debes ir... ─una voz la interrumpe.
─Ya era hora que llegaras ─masculla papá con un tono bastante molesto.
─Pues me llevó mucho tiempo encontrar un taxi vacío. Deberías haberle dicho a Diego que fuera a buscarme ─mi padre niega con la cabeza.
─Será mejor que vayas a tu habitación y te cambies de vestuario. Rápido.
─ ¿Qué? ¿Por qué?
─Ponte algo elegante y arréglate el cabello. Te necesito aquí en 20 minutos ─ignora mi pregunta. Cuando voy a preguntarle de nuevo, él me deja con la palabra en la boca yendo rumbo a su estudio.
─Piper. No te quedes allí. Obedece a tu padre ─miro a Olga y suspiro. Subo las escaleras rápidamente para llegar al tercer piso. (¿Para qué quiere que me arregle? ¿Y que lo hizo estar de tan mal humor?) Bueno, no lo hagamos empeorar.
Busco una toalla y me doy una ducha rápida para limpiar la suciedad que se ha pegado a mi cuerpo durante mi primer día de clases. Cuando termino voy en busca de que ponerme, y elijo un vestido sin mangas bastante sencillo que he encontrado en mi armario. Para el cabello hago un veloz arreglo, para que caiga en ondas que tienen aspecto de ser naturales. Para combinar, un maquillaje simple que incluye obviamente algo de labial. Y no olvidemos los zapatos, que a pesar de mi atuendo, éstos son algo más elegantes, siendo de un tono crema con matiz rosado y decorado en la punta con un lazo del mismo tono. (Casi olvido mencionar mi bolso que va a juego con los tacones.)
En el momento que me hayo completamente lista, desciendo las escaleras hasta llegar al primer piso dónde se encuentra mi padre vestido con un terno negro, zapatos de vestir y una corbata azul. Me acerco a él y toco su corbata.
─Me gustaría preguntar a que se debe todo esto ─Lo observo bien a los ojos─. Supongo que debe ser algo bastante importante, ya que solo en distinguidas ocasiones te veo usando corbatas de seda.
─Te explicaré luego ¿sí? ─Ve su reloj─. Es hora de irnos.
─ ¿A dónde? ─Ignora mi pregunta de nuevo, yéndose hacia la entrada y aunque no dice nada, supongo que debo acompañarlo.
(...)
Salgo del auto que extrañamente no ha conducido nuestro chofer Diego, si no que lo ha hecho mi padre (debo decir que esto sí que es extraño ya que cuando suele vestirse elegante, va a lugares elegantes, con gente elegante por lo que lleva un chofer elegante.) Bueno, la cosa es que al salir del auto me quedo con la boca más que abierta. Me encuentro frente a una mansión (corrección; un castillo) que es asombrosamente hermosa. No tengo idea de quién es este lugar, pero de seguro gana mucho dinero, más que el de mi padre, por lo que es aún más sorprendente.
Junto a mi progenitor caminamos por un pequeño sendero (con bordes de roca) hacia la entrada de este castillo. No tocamos ni la puerta cuando ya una sirvienta está invitándonos a pasar. (Si por fuera era bellísima ¡Imagínense por dentro!) Hay un living precioso, lleno de antigüedades que deben de costar una fortuna. En el centro una chimenea, que obviamente se haya apagada debido a los calurosos días de San Diego en agosto.
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Él robó mi mano, mi libertad.
RomansaMi vida siempre ha sido perfecta (bueno, tal vez no siempre. Casi) y todo se debe a la libertad que siempre me han otorgado para poder hacer todo. Comprar lo que yo quiero, gastar cuanto quiera, hacer fiestas como desee. Pero no todo en la vida es c...