Capítulo 4: "Libertad"

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No esperaba encontrarme con todos. Hace varios días que ni veía al tío Shane y a la tía Sabrina, los cuales no eran mis tíos realmente, solo eran muy amigos de mis padres.

–No es una reunión familiar –dijo mamá entre risas–. Solo vinieron a visitarnos.

–Ya veo... –Sonreí y me senté con ellos a desayunar.

Al terminar, me levanté con rapidez y subí a mi habitación para ducharme. Me vestí y alguien tocó el timbre, por lo tanto, bajé hasta la puerta principal para abrir, algo que no debí haber hecho.

–¡Taylor, necesitamos hablar! –exclamó Gary entrando a mi casa, y después de él entró Klaus algo avergonzado.

–Está bien –asentí–. Solo cálmate, ¿sí?

Gary me miró incrédulo y caminó hacia la sala. Se sentó en un sillón con los brazos cruzados, y se le notaba la impaciencia que tenía por hablar. Me senté en uno de los sillones que estaba frente al que él se había sentado junto con Klaus.

–¿Qué esperas? –espetó Gary irritado.

–Esto es algo complicado de explicar –comencé–. ¿Recuerdan cuando les dije que yo mismo me sentía algo diferente a los demás? –susurré esta vez.

–Si –asintió Gary con el ceño fruncido–, ¿qué tiene que ver eso con lo que pasó ayer?

–Hay un nombre para eso.

–¿Bipolaridad? –se burló–. Taylor, hablo en serio cuando te pido que nos expliques lo de anoche. Deja de evadir el tema.

–No es bipolaridad –rodé los ojos exasperado–. En realidad... hay gente superior a los humanos, y se llaman alius.

–¿Nos estás tomando el pelo? –profirió–. Esto no...

–¿Podrías dejarme explicarte? –exclamé levantándome del sillón, y me senté nuevamente al ver la cara de impresión de ambos–. Anoche salí de Hunter's para hablar con un chico que era bastante... peculiar, después él me contó todo sobre eso –tomé una bocanada de aire para continuar-, y yo soy uno de ellos.

–Estás de broma –dijo Klaus.

–Vaya, pensé que te habías quedado mudo –remarqué soltando un bufido-. Y no, no estoy de broma.

–¿Tus padres saben sobre esto? –preguntó Gary susurrando.

–No, y los chicos que conocí me dijeron que mejor lo dejara en secreto –dije–. Espero que no se lo digan a nadie, porque confío en ambos.

–Jamás diríamos algo sobre esto –hablaron ambos al unísono.

–Gracias.

–¿Y qué se supone que haces? –preguntó Klaus con los ojos brillosos como un niño ilusionado–. ¿Vuelas? ¿Tienes rayos láser que vienen de tus ojos?

–N-No... –Negué arruinando su felicidad–. Aún no estoy seguro de mis habilidades, solo sé que soy superior a la gente normal.

–Como sea –Klaus soltó un bufido y se recostó en el sillón–, cuando ya sepas sobre tus habilidades, tendrás que hacerme una demostración.

–Podría bailarte sobre la mesa de café –sonreí travieso, eliminando la tensa atmósfera de la sala.

–Yo no tengo problema con eso –se encogió de hombros y ocultó la sonrisa que le causé.

–¿Si te doy 20 dólares bailarías por más de una hora –preguntó Gary evitando soltar una carcajada.

De inmediato supe que ya ninguno de los dos quería matarme y que habían comprendido todo. Era muy fácil lidiar con este par.

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