Princesas

Primera parte - Amor

Érase una vez, en un reino muy peculiar y que nadie recuerda, dos princesas. Pertenecían a dos familias enemistadas desde hacía generaciones, y se amaban. Pero no podían decírselo a nadie, pues para sus familias el amor nunca existía entre dos mujeres.
Una de ellas se llamaba Aurora, la mayor, y la otra se llamaba Diana, la menor. Aurora era como un sol, radiante. Su sonrisa iluminaba todo a su alrededor, y su mera presencia atraía a cualquier ser vivo con un par de ojos. Tenía un fuego en su interior siempre vivo, siempre lleno de energía, de fuerza de voluntad. Diana era como un cerezo, dulce. Sus movimientos eran los de las hojas que se movían al son del viento, y su voz tenía una melodía que te hechizaba, te suspendía sobre una nube imaginaria y no te soltaba hasta que se callaba.
Las dos princesas estaban felices y enamoradas. Todas las noches, Aurora se escapaba de su casa, e iba a la de Diana para hacerle una visita en secreto. Trepaba por las enredaderas que rodeaban la mansión de Diana, y ésta le abría la ventana sin hacer ruido. Pasaban horas y horas juntas, y hablaban de ellas, de sus familias y del futuro.
"Ojalá llegue el día en el que podamos amarmos sin tener miedo de los demás" decía Diana.
"No te preocupes" respondía Aurora, siempre con ese aire que tranquilizaba a Diana. "Mientras estemos juntas, no nos pasará nada".
Cuando las primeras luces del alba asomaban por el horizonte, Aurora descendía por las enredaderas, y volvía a su casa a tiempo para meterse en su cama y que su familia no sospechara de nada.
Durante el día, las dos princesas se ponían una máscara delante de sus familias. Tenían lecciones de modales, conocían a apuestos príncipes con los que su familia más tarde les casaría, y llevaban la vida de cualquier princesa normal. Pero durante la noche, esa máscara desaparecía, y Aurora volvía a trepar hacia el dormitorio de Diana.
Esa fue su rutina durante mucho, mucho tiempo. Hasta que un día, todo eso cambiaría para siempre.