IX

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Al llegar a casa me llegó el exquisito olor del perfume de mi madre, siempre se preocupó por su propio olor. Un día me confesó que era por el olfato de mi madre loba, ella solía burlarse y molestarla, le causaba mucha gracia. Abrí la puerta y los brazos de Nathan cayeron sobre mis hombros, rodearon mi espalda y me apretó contra su pecho. El calor de su cuerpo se sintió agradable con el mío, justo había comenzado a llover, así que mojé mi ropa de nuevo y mi cabello un poco.

-¿De dónde ha salido eso?- mi madre señala a mi abrigo, maldita sea olvidé que lo tenía.

Nathan se aparta de mi observando también al abrigo, no podía solo decir que era mío, ya que era obviamente de un hombre y era enorme. 
-Estábamos preocupados Brooke, no nos dijiste que saldrías todo el día, sola- papá tenía las cejas arqueadas y estaba sentado sobre el descansa brazos del sillón.
-Lo siento, perdí la noción del tiempo y esto,- señalé al abrigo -es algo que compré para papá, siento que se lo merece, de las pieles más finas que hay- sonreí inocente mientras me lo quitaba para dejarlo caer sobre los hombros de papá.

Papá sonrió complacido con el abrigo y sin decir más, se retiró a la cocina, luciendo su neuva vestimenta.

Eso era un préstamo, Sirena. 

De nuevo un extraño calor se extendió por mi estómago, Jódete Ethan. 

-Debes estar congelada- Nathan tomó mi mano y giró a mis padres -Con su permiso- sin soltar mi mano hizo su camino hacia mi cuarto, sabia como llegar, después de todo él sabia como llegar de niños y mis padres no vieron ningún problema con eso.

-¿Que demonios paso Brooke? Corrí por el bosque buscándote y me encontré con un lago congelado y un hoyo justo en el centro, vi tu capa tirada sobre el hielo y juro que casi muero del infarto al no encontrarte en el agua, vi huellas pero no logre encontrarte, explicate- aquel tono de voz no sonaba para nada como el dulce chico paciente y cariñoso que conozco y lo entiendo, desaparecí todo el día sin dar explicaciones. Mi mente seguía aturdida con el par de pupilas esmeraldas de Ethan, conocerlo había cambiado la manera en que yo veía la vida. No estaba sola. No estoy sola, he encontrado lo que busqué toda mi vida sin siquiera saberlo. Ahora no podía solo perderlo. 

-Lo lamento Nath, caí al agua y perdí la conciencia y...

-Maldita sea Brooke, ¿Cómo saliste?- Se detuvo aparentemente notando su tono agresivo y cerró los ojos con tanta fuerza que hasta sus cejas se curvearon. Tomó un largo respiro y tragó saliva. 
-Me salvaron Nath, estoy bien- lo calmé reposando una mano sobre su antebrazo. Sus ojos marrones cayeron sobre los míos, sus cejas aún curveadas mostrando su preocupación. Por alguna razón aún viéndolo a los ojos, solo podía ver los de Ethan, mi corazón da un brinco solo de pensarlo. Nathan se puso de pie y comenzó a caminar en el cuarto.
-Brooke, esto es serio, creí que habías muerto, ¿Quién te salvo?

No puedes decirle la verdad, no tiene porqué saberlo.

¿Que no tenías una fascinación por Nathan hasta hace unas horas?

Eso fue antes de Ethan. Nuestro Ethan. 

-Yo..- impaciente se sentó en la cama frente a mi, a solo unos centímetros de mis pies. Sin notarlo, su cuerpo de alguna manera compartía calidez conmigo, podía escuchar su corazón. Cada latido, cada pulso. Mi oído lobuno era imposible de controlar -No lo sé, no pude verlo, solo me dejó a un lado del lago.. lo siento Nathan , necesito descansar.

Después de un largo suspiro, asintió y se puso de pie. Antes de acercase a la puerta dio la vuelta y me vió de nuevo a los ojos, casi pude sentir que se clavaron en mi.
-No puedo perderte de nuevo, Brooke- dijo y mordió su labio, como si reprimiera palabras, -No puedo amarrarte a mi, te conozco lo suficiente para saber que me odiarías, pero tampoco te dejaré sola tanto tiempo, el negocio está creciendo, por lo que tengo a más empleados y por ende, yo tiempo libre, estaré mas cerca de ti, lo prometo- finalmente dio la vuelta y salió de mi cuarto, cerrando la tras de sí. Escuché los murmuros de mis padres preguntando a Nathan sobre mi estado, intentó calmarlos explicando lo poco que yo le dije. Maldije bajo y suspiré. Todo esto es tan complicado, estoy lidiando con la verdad de mis padres, el tema de las piedras y encima, que no soy la única loba por aquí.

Mi Mate AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora