CAPÍTULO 13

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Sentí mi corazón desbocarse de dudas. ¿Qué? ¿Yo? Se acercó más a mí y con su mano libre acarició mi rostro. Como dije antes, ahora no tiene esa apariencia siniestra de ayer. Ahora parece... normal.

- Tú eres algo bueno y...- dijo y dejó de hablar.

- ¿Y qué? - le pregunte queriendo saber más.

- Y tú estás...

- Señores clientes, lamentamos interrumpir lo que están haciendo. Pero deben dejar el centro comercial, porque cerraremos en 10 minutos, por fallas eléctricas en la instalación - dijo la fría voz de la operadora interrumpiéndolo.

- Uh, será mejor que nos vayamos antes de que nos quedemos aquí dentro y me obligues a comprar más ropa - me dijo divertido y comenzó a caminar.

- Si, claro - dije por lo bajo y salimos de ahí.

Tomamos un taxi para llegar más rápido. Teníamos demasiadas bolsas, no podíamos ir caminando. Aunque conociéndolo a él, les diría que es capaz de hacer algo para que no sean demasiadas y luego las encontremos en casa. Como ya dije una vez, es extraño decir casa. Suena mucho a 'nuestra' casa. Pronto llegamos.

- Ahora que estoy pensando ¿En que momento hiciste el 'acuerdo' con Dios? - le pregunté. Se giró a verme.

- Fácil. Mientras dormías fui a verlo - me dijo.

- ¿Qué le dijiste? - dije divertida cuando entramos al departamento.

Me saqué los zapatos, me estaban matando y él se quitó las zapatillas. Al mismo tiempo, ambos nos tiramos al sillón, cansados. Reí divertida al saltar levemente del mismo y volver a mi lugar.

- Bueno, llegué, estaba realmente sorprendido de verme. Ya que hace mucho que no subo a verlo. La luz del cielo me hace daño a los ojos. Empezamos a hablar, tomamos un poco de vino y luego empezamos a jugar ajedrez. Y como casi nunca, le gané ¿Puedes creerlo? - me dijo.

- ¿Por qué se te ocurrió hacer eso?

- ¿Qué cosa? - me preguntó.

- El acuerdo - le dije. Clavó su mirada en la mía y suspiró levemente.

- Mi hermana vino a verme - dijo. Lo miré bien.

- ¿Tu hermana? ¿Eso quiere decir que la muerte estuvo aquí en mi casa? - dije aterrada. Rió por lo bajo.

- Si, pero tranquila. Rachel es inofensiva cuando no esta en horas de trabajo, y no es siniestra y esas cosas. Te sorprendería lo linda que es. Lo único es que hace un poco más de frió cuando ella esta - me dijo.

- ¿Y qué te dijo? - le pregunté. No me contestó nada.

Tomé el control y prendí la tele. Estaban dando una película. Tarde unos pocos segundos en reconocerla. Era 'Titanic'. Rose y Jack estaban en el agua helada. Temblé levemente al ver el frío que tenían.

- Esa fué una de las tantas veces que Rachel se llevo más de una vida al mismo tiempo, y en un mismo lugar - me dijo.

Lo miré e hizo una seña para que me acercara a él. Me acerqué más a él y me acurrucó contra su pecho, envolviéndome con sus brazos. Apoyé mi cabeza en su pecho y aspiré el aroma de su perfume. Volví a mirar la tele pero sin alejarme de él.

- ¿Aún no sabes lo que quieres por tu alma? - me preguntó. Sin alejarme de sus brazos me moví para mirarlo a los ojos.

- No, aun no - le dije. Su mirada abrazó la mía. Con una de sus manos acarició mis cabellos.

- ¿Sabes? Me gusta estar contigo - dijo. Sonreí levemente.

- A mi también, me encanta estar contigo - dije.

Juro que en cualquier momento iba a besarlo. Era algo que ya no podía controlar. Estaba a punto de ser más fuerte que yo. Se inclinó hacia abajo, hacia mí. Cerré los ojos levemente, esperando aquello. El maldito teléfono comenzó a sonar. Abrí los ojos y ya estaba a pocos centímetros mío. Se alejó con un gruñido y se volvió a acomodar. Me puse de pie y fui a contestar.

- ¿Hola? - dije.

- Catherine, hola - me dijo.

- ¡Austin! - lo llamé al reconocerlo - ¿Cómo estas?

- Bien, bien. Dije que iba a llamarte - dijo divertido. Sonreí.

- Lo se, lo se - dije divertida.

- Te he echado mucho de menos - me dijo.

- Y yo a ti - dije enternecida - ¿Cómo te ha ido en Londres?

- Bien, pero nada es como en casa.

- Me lo imagino - le dije y me gire a buscar a Zachary. No estaba en el sillón ¿Dónde diablos estará? Lo busque con la mirada, pero no lo encontré.

- Oye, ¿Te gustaría ir a cenar mañana? - me preguntó.

Extrañada por no encontrar a Zachary, me giré para mirar al frente. Salté levemente, al verlo tan cerca de mi rostro y con el semblante tan serio y siniestro.

- ¿Mañana? - dije algo confundida.

- ¿Puedes? - me dijo. La respiración de Zachary se volvió densa, pesada.

- Mmm, no lo se. Tengo que fijarme en mi agenda - le dije nerviosa - Déjame revisarlo y te llamo.

- Claro - dijo él.

Me dió un número y lo anoté, pero sin dejar de mirar ni un segundo a Zachary. ¡Dios, ya me esta dando miedo!

- Te llamo luego Austin - dije divertida pero nerviosa.

- Está bien, adiós bonita.

- Adiós - lo saludé y colgué.

Sin dejar de mirarlo a los ojos retrocedí levemente. Él comenzó a acercarse. Mis pies no podían detenerse, era algo que no podía hacer. Me estaba asustando, estaba logrando hacerme tener miedo. Les juro que desde que lo conocí nunca me dió miedo del todo. Pero en este momento, si lo esta haciendo.

Where He Goes, Goes The FireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora