Perfección.

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Mientras más crecía, más me llenaba de pecados, más impura era mi alma, y mas terrible me veía. Pero mi subconsciente me llevaba a lugares extraordinarios, reflejados hacia arriba como espejos, y creaba niveles paradójicos. Me hacían verlos tan reales como en la vida real. Entonces comencé a soñar varias veces, cada vez los sueños se sentían mas reales, hasta que me perdí en ellos y no supe distinguir la realidad y lo metafórico, me perdí tanto que mis poesías de eran música para mis ojos, parecían pedazos de quilates de oro. Mi vida comenzó a ser mi veneno, mi sistema inmunológico no sabía a qué atacar: si a mi vida o mi realidad; las metáforas se volvieron realistas, y mi vida, tétrica. Veía una vida con serpientes, me mordían a cada minuto, pero no causaba dolor, solo dejaba cicatrices, y su veneno se volvió mi antídoto para mi sangre natural, estaba dejando mi parte humana, solo mis sentimientos me anclaban a ella como tejidos de hilo blanco; me llenaba de veneno mientras transcurrían los meses, los años, y mi dolor se intoxicaba con el, se asfixiaba como humo de tu cigarro en mi torrente sanguíneo y en mi respiración; volaba como un albatro, cruzaba el océano entero, pero parecía infinito, ya que nunca lo acaba; me gastaba mi vida en algo irreal, por más pesimista y realista que fuera. Mi alma y mi vida, a pesar que no eran mías, seguían enganchándome a mi aura, que me acechaba todas las mañanas nubladas, lluviosas o soleadas y me recordaban mis pecados, me recordaban lo miserable que mi vida se volvía, me recordaban que amar a alguien podría ser mi mayor error; me plasmaron una idea que se volvió moralista, se volvió mi peor decisión, mi peor pensamiento, fue un hallazgo modesto. Me ilustró un camino ya trazado. Pero ahí estaba mi peor pecado: el querer.
Querer profundamente a una persona, era mi peor pecado, porque me destrozaría, y mi alma quedaría brillando en pedazos mínimos como estrellas, y mi corazón entero que seguiría bombeando veneno. Todo tal vez era formado por mi subconsciente, incluso tal vez él era solo una representación de un astro en un ser vivo, en un humano con ojos cafés claro y pestañas que hacían delirar a cualquier astro vagante como yo. Eran mitológicas, él era como jeroglíficos incomprensibles que jamás podrías entender, el no se podía tener así de fácil, él tendría que amarte lo sufí enciente para permitir el paso de la gran barrera de tejidos que cubrían su alma, y la gran barrera de asteroides que cubrían su astro. Mi ejército de choques me alarmaban.
Pero mis sueños eran reales, y mi realidad falsa, mis sueños se volvieron mi realidad y no podría escapar de ella. Mis metáforas escritas se volvieron literales y antiguas; la Luna dijo que me buscara y encontraría la realidad otra vez, pero Dios me dijo que la realidad solo estaba con el, y lo que vivíamos era un sueño volátil, que parecía realidad, nos ponía aprueba una vida, el resto se vivía en mitos y sueños. Me escondieron en una caja fuerte con cerradura de estrellas y fríos cometas. Me pusieron en el pedestal de principiante sabía, aquellos que eran novatos en esta vida pero eran sabios y conocían sus caídas. Entonces la idea que me plasmaron la habían dejado conmigo, me dejaron el libre albedrío todavía, y me dejaron el pensamiento, y además mi don. Entonces dejaron mi realidad metafórica, la de las serpientes, pero me tomo años notar que estas serpientes no eran realidad, eran tétricas y de papel. No hacían daño, no causaban efectos, te metían una idea irreal y te hacían creer una realidad. Pero mi mente se volvió inconclusa, de mis labios salieron metáforas astrales y de un mundo con melancolía y serpientes de papel, dolor que no dolía, una idea utópica y paradójica. Y descubrí mi don, mi don mental, el que destruye barreras incluso de asteroides, y así llegué a ti desde mi caja fuerte, con solo mi mente y el deseo de vivir una realidad espiritual. Así te enamoraste de mi, así creíste en los Ángeles aunque no te gustara nada religioso, creíste en los astros, creíste en que aunque esté llena de veneno, no hacía daño, porque era irreal, pero cómo estar seguros si esto era una realidad. Se volvió más difícil de comprender, pero llegó el concepto de realidad a mí: la realidad era un mito, no existía en el mundo de los vivos, si no en algo infinito, algo inconcluso y difícil, no era un lugar como un hogar, era algo temporal siempre, teníamos que ser infinitos para ser reales. Y para eso ser perfectos, todo lo infinito era perfecto, y aquí era el pecado, la perfección.

La rosa del desierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora