Irreal lo hermoso que era.

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No solo era yo, no sólo éramos nosotros, era él. Todos los días temblaba el suelo cuando él se paraba sobre sus dos piernas y hablaba, cuando hablabas maravillas. En los días de verano, era solo sonrisas, poesía; era romanticismo anticuado y bonito, pero nunca te miraba. En los días de invierno, era romanticismo del nuevo, era irreal lo mucho que te miraba, pasaba horas viéndome a los ojos, pasaban horas juntos y no sólo eran momentos, eran épocas. Aunque solo parecía ser perfecto, era irreal, nadie podía verte con ojos de enamorado, nadie podía verte cuando tus ojos solo reflejan luz, tal vez era igual de egoísta que yo y solo veía su reflejo en mis ojos. Pero si era así, él estaba perdidamente enamorado de mis ojos.
En los días de primavera, donde los pájaros y colibríes cantaban y salían por polen, donde las mariposas pintadas por hadas salían y se paraban en tus flores del patio de tu casa, esos días el era el más romántico, él definitivamente estaba enamorado de mi, él pedía el control cuando yo tocaba sus clavículas, el perdía el control cuando sus manos estaban en mi cintura; él miraba a la persona que amaba, para el no había un futuro, y solo me besaba hasta ya no poder respirar más. Amaba mis pies, decía que eran de una princesa de la antigua Roma. En los días de primavera el era un poeta, un poeta barato, pero sus poesías valían más que el mismo oro.
Solo él podía llegar y ponerme feliz o ponerme triste, yo era un himno para el, era su himno nacional, era irreal lo nuestro. Sus ojos eran girasoles y sus pestañas eran pastizales, y los míos no eran nada más que ojos y pestañas, no estaba segura de que fuese real, no estaba segura de nada de nosotros, pero cada vez que miraba al azul cielo, me convencía de que en verdad estaba pasando, que era verídico lo nuestro, que sí era romanticismo. Pero cuando los árboles se tornaban rojos, la brisa del viento se volvía morada y con olor a flor de naranjo, y sus manos ya no recorrían mi cuerpo como antes, me convencía que era falso. Mi mente tenía el poder de hacerme sentir cosas que nunca sentí.
Es que éramos tan patéticos, tan románticos, ambos sabíamos que no éramos así. Ambos sabíamos que íbamos a quedar destrozados, porque ambos éramos egoístas.
Pero por ti me arriesgue, sabía que iba a ser todo hermoso o todo mal, pero valías más que mi egoísmo, valías más que mi concepto de persona, eras oro, y me sentía magnate por tenerte, éramos como hidróxidos, éramos a veces solo elementos, otras veces compuestos. Pero cuando salimos de ese lugar, y estabas abrazándome como si fuera la ultima vez, sin importar quién nos viese, ese día supe que estabas enamorado de mi, y tal vez era un error enamorarse de una persona como yo, pero sería inolvidable, sería difícil de olvidar, porque estos recuerdos se quedaron bajo nuestra piel, y aún te tengo en mis ojos, aunque no estés conmigo, tu reflejo está en mis ojos. Tu aura aún la siento, porque una persona así de hermosa como tú, es diferente a todo el resto del universo, éramos a lo mejor paralelos a nuestro mundo, pero en realidad éramos paradójicos. Éramos hermosos, y quiero recuperar ese concepto, quiero el concepto de hermosos, nosotros, romanticismo, lo quiero porque contigo me quiero quedar, por este milenio, y por siempre jamás.

La rosa del desierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora