LA FLECHA Y LA MANZANA SE ENCUENTRAN

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POV REGINA:

Ahí está de nuevo en nuestros aposentos viendo hacia el vacío sentada en el ancho resquicio de la ventana, seguramente lo está recordando de nuevo, ese día que nos encontramos, estaba muy débil y congelada, casi al borde de la muerte, seguramente se está esforzando por recordar cosas de su pasado de nuevo, pero no puedo ayudarla en eso, sé que fue mi salvadora en ese maldito juicio en el reino de Arancele y que como ella piensa de mí, también le debo la vida, sin ella y su rebeldía no estaría aquí contemplando su hermosa figura delgada de piel pálida y olivácea, de brazos largos y bien torneados al igual que sus piernas enfundados en un hermoso vestido blanco de tela de seda de cuello descubierto y mangas que abrazaban armoniosamente sus hermosos brazos hasta llegar a sus finas y delicadas muñecas, los guantes de seda que lleva puestos regalo de mi madre se ciñen perfectamente a sus delicados y finos dedos combinando perfectamente con el calzado que le regaló mi padre en señal de agradecimiento por dejarme vivir ese día del juicio del rey Tierrasnegras, sus cabellos largos y rubios caen en preciosos caireles de oro sobre su espalda escondiendo el escote que deja su deliciosa piel entre sus hombros al descubierto. A veces pienso que mi errada decisión de enfrentar al rey de Arancele ese día, fue un juego del destino caprichoso para comenzar con nuestra historia y romper la maldición que una vez se lanzó sobre mi familia impidiéndonos amar de todo corazón.

Recuerdo perfectamente ese suceso, nos habían mandado una encomienda dictatorial que nos ordenaba entregar más del cincuenta por ciento de nuestros impuesto a el rey de Arancele, no podía ser cierto, ese maldito tirano era un grandísimo bastardo del demonio, se aprovechaba de los reinos colindantes sacando y explotando su mayor potencial hasta dejarlos completamente secos y destruidos, no le iba dar el gusto de ver como el reino que mis padres habían hecho con tanto esfuerzo se derrumbaba sin hacer nada para evitarlo, creo que fue un error de magnitudes épicas tratar de salir sin las armas o alguien que me acompañara. Esa misma mañana el carruaje estaba ya en marcha hacia mi destino, al llegar a Arancele lo que me recibió fue una tropa entera de arqueros esperando a que hiciera un movimiento en falso, al bajar de la cabina me erguí con orgullo de mi apellido imponiendo el respeto que sabía, en ese lugar no tenía.

-vengo a solicitar hablar personalmente con el rey Tierrasnegras-recuerdo que las puertas del castillo se abrieron de par en par dejando ver a un hombre corpulento y gordo enfundado de un traje de sastre hecho a medida en tonos dorados y plateados acompañados con una capa de seda pura de color negro y bojas de cuero de dragón en verde oscuro.

-vaya, vaya, que sorpresa, reina Regina, ¿a qué debo el honor de su visita?-la arrogancia de ese hombre me sacaba de mis casillas más de una vez al año.

-vengo a decirte personalmente que me niego a que nos sigas robando, saliéndote con la tuya sin pagar por ello-a veces me pregunto porque abro la boca si sé que eso me va a meter en duros problemas, en ese momento me ataron las manos a la espalda, me vendaron los ojos y me ataron de espaldas a algo que parecía ser un poste de madera por la dureza.

-sabía que ibas a venir, pequeña rata miserable, no eres más que una escoria que se cree con poder por ser hija de Cora y Henry Mills, ahora tendré el enorme placer de verte morir como mereces, sin ninguna pisca de honor-mi cuerpo me traicionaba al sudar copiosamente y temblara sin control alguno, mi respiración se hizo entrecortada e irregular, mis dientes castañeaban unos contra otros como si hubiese estado en los riscos glaseados del mundo perdido de nunca jamás-¿alguna petición antes de tu ejecución?-la voz de ese hombre me parecía aborrecible, pero en ese instante me parecía estar escuchando a una serpiente rastrera riéndose de su víctima antes de devorarla.

-sí, me gustaría ver a mi ejecutor-las risas de la multitud me hicieron ver que sería una ejecución publica, una simple diversión para los inútiles vasallos y los aldeanos muertos de hambre que eran capaces de lanzarse a los inmundos pies de su patético y tiránico rey para poder conseguir aunque sea unas míseras sobras de comida.

NUESTRO REINO, NUESTRO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora