ALGO COMIENZA A FLORECER

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A medida que pasaban los días la salud y el aspecto de la arquera iba mejorando paulatinamente, pero aun no sabía cómo explicarle a nadie como había llegado esa chica a mi cuarto, las heridas de Swan, como recordaba que la había llamado Tierrasnegras, estaban cerrando con los cuidados y curas que le brindaba todos los días, a pesar de no saber mucho de medicina, me sentía orgullosa de saber que mis pociones surtían el deseado efecto, noches enteras pasé en vela cuidando de su sueño, las pesadillas la atormentaban bruscamente, se revolcaba y retorcía sobre el colchón, el sudor perlaba su frente en cada mal sueño, al despertar apenas probaba bocado, y no emitía una sola palabra de su boca, parecía que sus cuerdas vocales estaban bloqueadas por un conjuro, el cual aún no lograba romper, era una magia negra muy potente, eso significaba que la chica había visto a sus atacantes y no querían que los revelara, era un alma en pena, cuándo no dormía lloraba y cuando se cansaba de llorar se mecía adelante y atrás abrazando sus piernas, no se parecía en nada a la fuerte mujer que había visto revelarse en contra de su rey.

Ya se me estaban agotando las ideas, hasta que lo leí, era un libro muy antiguo que poseía hechizos de magia avanzada, aunque los ingredientes eran casi imposibles de conseguir, conocía al duende perfecto que los podía recolectar para mí, Rumpelstiltskin, mi viejo y antiguo profesor de magia negra era un gran conocedor de ese tipo de ingredientes y pociones, pero seguramente convencerlo me costaría un alto precio, pero estaba dispuesta a pagar lo que sea por descubrir quien había sido el cobarde que se había atrevido a ponerle la mano encima a la arquera Swan.

Era una mañana soleada en el reino, me había levantado antes del amanecer para hacer un viaje a la cueva de Rumpelstiltskin que se hallaba en las cuevas del lago de las sirenas, desde que había dejado la magia se había convertido en un ermitaño, solitario, callado, y un gruñón empedernido cada vez que tenía visitas, o sea, cada vez que mi madre o yo lo íbamos a buscar, me llevó medio día encontrar la dichosa cueva escondida, cuando la encontré lo vi, parecía mucho más delgado que antaño, su cabello largo hasta los hombros de color castaño canoso estaba grasoso y opaco

-vaya, ¿Qué tenemos aquí? Si es Regina Mills, dime ¿vienes para que te de los ingredientes del conjuro rompe candados?-a veces olvidaba que ese vejo duende ambicioso podía ver el futuro sin siquiera proponérselo-tendrás que darme el padrinazgo de tu primogénito-era imposible que me pidiera eso, todo el reino sabía que era estéril e incapaz de procrear-fruto del amor verdadero de la salvadora, esa arquera que tú salvaste y te salvó a ti-con cada palabra que soltaban sus labios más me confundía-sí, mi querida niña, la maldición de tu familia será rota y tu podrás amar a la joven que está en tus aposentos-tanto tiempo esperando que alguien llegase a salvar a mi familia del abismo de la indiferencia emocional, cuando el destino me la había servido en bandeja de plata.

-dame los ingredientes, y te doy mi palabra que mi hijo será tu ahijado-con una sonrisa maliciosa me entregó cuatro frascos de cristal ahumado que seguramente contenían, polvo de cuerno de unicornio, alas de mariposas fantasmas, lágrimas de sirena desengañada y por último, el elemento más importante, cabellos de la última ninfa de la muerte, ya con todos los frascos en mi poder me marché de nuevo a mi hogar, pero no sabía lo que me esperaba, mis padres estaba en la entrada del castillo con toda la guardia imperial, parecían bastante molestos.

-ahí estas Regina-era malo, cuándo mi padre me llamaba por mi nombre de pila, era que en realidad estaba bastante molesto-¿nos quieres explicar que hace esa chica rubia en tu cuarto?-había perdido la batalla, ya no podía guardar más el secreto, cuando terminé de contarles toda la anécdota de cómo nos habíamos conocido, mi madre tenía un gesto crispado en su rostro y creo que su cabello castaño se volvió un poco pálido, mi padre estaba completamente inexpresivo, ni siquiera parecía respirar-así que fuiste tú sola-asentí temerosa de la reacción que pudiera tener momentos después-y casi te mata la misma chica que tu salvaste, pero no quiso hacerlo, ¿estoy en lo correcto?.

-si padre, la encontré hace cinco días en los riscos nevados de los dioses, junto a la aldea de los licántropos-los dos se miraron de manera cómplice y asintieron.

-bueno, como podemos ver, esa chica es importante para ti, sino nunca la habrías traído-mi madre no solía ser tan condescendiente con mis decisiones-puede ser la salvadora de la profecía-sabía que algo tramaban, seguramente ya lo sabían por el maldito duende vidente.

-no lo sé madre, pero por ahora solo tengo que romper el candado que sella su garganta y hacer que hable y diga quienes fueron sus atacantes-creo que dije algo inapropiado porque ambos me vieron como si fuese un extraterrestre o el ultimo unicornio del mundo-¿Qué sucede?.

-Gina, ¿no será que ya sientes algo por ella?-tal vez tenían razón, tal vez no, quien sabe, en esos momento no podía definirlo con seguridad, pero era posible, desde que la había conocido, sentía algo extraño haca ella, no sabía si era solo simple cariño, gratitud o esa cosa rara del amor verdadero, aunque desde que había nacido no lo conocía por mano propia, sin decir nada más, me despedí de mis padres y con paso acelerado me dirigí a mis habitaciones privadas, ahí estaba ella, vestida con un simple camisón mío de algodón y unas zapatillas de gamuza, sentada en el rellano de la ventana viendo hacia el vacío.

-buenas noches-casi se cae de la ventana si no fuera porque reaccione rápido y detuve su caída con mi magia-lo siento, no quiera asustarte-su sonrisa cálida me llenaba el pecho de una sensación extraña, se sentía bien, como un fuego que te calentaba el cuerpo cuando hacia un día helado-dentro de poco volverás a hablar-le dije mostrándole el libro donde había encontrado el hechizo rompe candados, pero al pasar sus dedos por las letras pude ver que algo la turbaba, movía sus labios frenéticamente y temblaba como una hoja, aunque de su boca no salía sonido alguno, estaba hiperventilándose, tal vez ella también podía leer las runas antiguas de la magia prohibida y ancestral, seguía gesticulando con sus labios hasta que pude entender algunas palabras, como "matarme" "traición" "tortura" y algo que parecía a "goblin" o algo así-tranquilízate, dentro de poco podrás contarme la historia completa-pero no lograba que se calmara, sus uñas estaban enterradas en sus palmas y la sangre emanaba de sus heridas incontrolablemente, tanto daño se estaba haciendo que tuve que usar mis poderes para sedarla, quedó completamente inconsciente en mis brazos, y no despertó hasta dos horas más tarde con la poción terminada y lista para usarla, una vez echada en un vaso de precipitación me acerqué a ella y la vertí con cuidado sobre su cuello, apenas hizo contacto con su piel un grito desgarrador salió de su garganta.

-¡joder! ¡Esto está hirviendo!-su voz en ese momento algo áspera de tantos días quedar bloqueada sonaba graciosa siendo que estaba enfadada-aunque gracias, majestad, me llamo Emma, Emma Swan- me dijo frotándose el cuello para aplacar el candente calor que aun sentía por la pócima, cuando dejó de sentir la sensación caliente sobre su piel se sentó y se apoyó en el respaldo de la cama, yo me senté junto a ella preparada para escucharla-no debió salvarme, no merecía vivir-tuve que hacer acopio de todo mi auto control para no darle una bofetada o algo peor-traicioné a mi pueblo y me castigaron por ello, el rey Tierrasnegras demandó que se pagara la vida que se libró de su castigo con la del traidor que había osado revelarse en su contra-a medida que la historia avanzaba me resultaba más difícil dominar mi rabia, ese hombre era un completo tirano y un abusador de quienes menos lo merecían, Emma solo era una mujer que había seguido a su corazón salvando a quien ella creía, era inocente y no merecía morir injustamente, aunque si éramos sinceras, no era tan inocente, yo también había puesto mi granito de arena en el porvenir del mal de este mundo practicando magia negra y usándola en el pasado con quienes no tenían ningún castigo que cumplir.

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