IV

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No sabía qué decir. Agradeció que Henrich confiara en ella para tomar tal decisión, pero simplemente pudo decir que hiciera lo que él quisiera, no lo que los demás le pedían... Pero eso era lo mismo que le había dicho su madre, así que simplemente se limitó a decir:

-Henrich, ya has oído a la señora Strauss... No puedo darte un consejo mejor que el de tu madre, lo siento...

El chico se quedó mirando a la nada fijamente, y Karen tuvo el impulso de darle un abrazo como en los viejos tiempos y decirle que todo iba a ir bien.

Sin esperarlo, unos brazos rodearon a Karen y ella se estremeció.

-Perdona, es que necesito un abrazo.

-N no pasa nada... -le respondió atónita.

Dudándolo, Karen rodeó su espalda con sus finos brazos y se acercó más a él. Y ella deseó que nunca se separaran. Quiso que ese momento durara para siempre.

Alguien llamó a la puerta, y no esperó a que le respondieran para entrar. La puerta se abrió rápidamente y Anna se detuvo. Karen y Henrich se separaron vertiginosamente y la chica giró la cabeza avergonzada.

Anna tardó unos segundos en reaccionar y tiró sin querer un pañuelo en el que llevaba unos pedazos del pastel de la cena.

-¡Karen! -gritó.

Henrich se levantó y se dirigió a la puerta intentando no mantener contacto visual con Anna. Tal vez porque sus ojos estaban llenos de lágrimas.

-Yo ya me iba... -susurró -Ha sido culpa mía, perdón...

Salió de la habitación evitando tocar a Anna y cerró la puerta tras de sí.

Anna se sienta al lado de su hermana y hubo un gran silencio muy incómodo para ambas chicas, hasta que Anna se decidió a romperlo.

-Casi no se nota... -intervino con cierta ironía en sus palabras.

Karen se sonrojó.

-Déjalo, por favor... -intentó evitar el sermón de su hermana. -¿Era para mí? El pastel, digo...

-Claro que era para tí... Como vi que no cenaste nada, pues decidí traerte algo, pero creo que llegué en mal momento.

Anna cogió el pastel del suelo y se lo dió. Se volvió a sentar a su lado.

-¿Me vas a decir lo que ha pasado o no? -le preguntó.

-Prefiero guardármelo... -dijo Karen.

-Pues entonces me voy a dormir.

Anna decidió marcharse. Abrió la puerta, dijo buenas noches a su hermana y la cerró.

Karen se metió en cama, apagó la luz y mientras intentaba conciliar el sueño se quedó mirando el techo pensando en lo que había pasado.

Esa noche no pudo dormir.

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⏰ Última actualización: Aug 23, 2015 ⏰

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