Pasaron los días y poco a poco me sentía cada vez más feliz, no había vuelto a saber nada de David y con J cada vez estaba más unida. Contarle todo fue lo mejor que pude hacer, aunque quisiera matar a David.
-Este tío es idiota, ¿Cómo pudo hacerte eso? – Decía mientras que iba de un lado a otro del salón
-Pero eso ya pasó, es parte de mi pasado.
-Si bueno, un pasado que el subnormal quiere recordar el Sábado... Pues sabes que, el Sábado voy yo contigo y le parto la cara, ¿Dónde habéis quedado?
-No J por favor, yo en su época lo pase muy mal y no quiero revivir lo sucedido, solo quiero seguir adelante y olvidarme de aquello, si él quiere darme alguna explicación la escucharé, pero no volveré a caer en sus redes – Aún seguía moviéndose de un lado a otro con la mirada perdida, me levanté del sofá y le abracé – Por favor no hagas nada – Poco a poco se fue dando la vuelta y pude ver que tenía los ojos llorosos.
-No quiero que hagan daño a mi princesa
Note como su respirando era cada vez más agitada y como su corazón iba acelerándose poco a poco, sus labios se acercaban a los míos y yo solo deseaba que se juntaran de una vez por todas. Apenas había unos milímetros de separación entre sus labios y los míos, vi como J cerraba los ojos para dejarse llevar por el beso y yo hice lo mismo, pero en ese instante sonó un pitido y nos separamos corriendo. Miramos a todas partes y no había nadie. Me acerque a la ventana de la cocina para ver si había sido Ismael pero seguía jugando tan contento en la piscina.
No sé que hizo que mirase para abajo, donde estaba el lavavajillas, pero pude ver como estaba una luz roja parpadeando.
-Ya sé que ha sonado – Le dije a J acercándome poco a poco a él. Cuando me coloque en frente suya continué hablando – Parecerá una tontería pero nos hemos asustado del pitido que hace el lavavajillas al terminar.
Ninguno de los dos pudo aguantarse la risa y nos empezamos a reírnos como críos.
Ninguno de los dos volvió a intentar besar al otro, pero me die cuenta según pasaban los minutos que ese momento era algo muy deseado por los dos y que pronto podrían llevarlo a cabo.
Es viernes, último día de la semana y veo a J más raro de lo normal. Hoy cuando he llegado no me ha cogido en brazos, ni si quiera, ha venido a saludarme, si sé que está en casa es porque le he visto limpiando la piscina de lejos.
Estoy jugando con Ismael en su habitación y veo como J entra en su habitación, a los 10 min oigo el agua de la ducha.
-Cariño ¿tienes algo sucio para lavar?
-No – Me dice sonriendo.
-Bueno pues voy a la habitación de tu hermano a ver si tiene algo sucio, pongo la lavadora y vuelvo. No te muevas de aquí ¿vale? Si me haces caso después de comer nos vamos a la piscina un rato.
-Vale – Me dijo mientras guardaba el muñeco en un cajón y sacaba su libro de pinturas.
Fui a la habitación de J y cerré la puerta. No quería que Ismael me viera esperar a su hermano que se estaba duchando. Podría decírselo a su madre como algo gracioso y esta despedirme.
Oigo como J cierra el grifo del agua, me empiezo a poner nerviosa, ¿y si salgo de la habitación y olvido el tema? Me pongo de pie y oigo como se gira el pomo de la puerta del baño y como sale solo con una toalla puesta, no puedo evitar quedarme fija en su pecho musculoso y en como una gota de agua recorre su vientre musculado.
-¿Qué haces aquí? – Pregunta J.
-Yo.... Es que... yo... - No paraba de ir de un lado a otro de la habitación, pude ver como J se sentaba en su cama y me miraba intentando aguantar la risa. Me dirigí a la puerta para salir de la habitación, pero J fue más rápido y me cogió por la cintura.
-No espera... no te marches, quiero hablar contigo – Me le quede mirando de arriba abajo, J se dio cuenta y se empezó a reír – Mejor me cambio ¿verdad?
Pude ver como sacaba una camisa y unos vaqueros azul claro y se volvió a meter en el baño, al instante le tenía a mi lado.
-Bueno. ¿De qué querías hablar?
J se acercó a mi estaba a escasos centímetros, otra vez sentía esas cosquillas en el estómago, ¿Cómo era capaz de conseguirlo?.
Estábamos de pie uno frente a él otro y yo como siempre roja como un tomate, J se da cuenta y se acerca más a mí, yo cada vez noto mis mejillas más y más calientes.
-Te he dicho alguna vez lo que me gusta que te ruborices cuando me acerco a ti. O cuando te cojo de la cintura y te atraigo a mí- Según iba diciéndolo lo iba haciendo, yo agache la cabeza para que no viera lo roja que estaba, J me levanto la cabeza y empezó a hablar.
-Siento si hoy he estado muy seco contigo pero llevo toda la noche pensando en ti y en el miedo que tengo de que llegue el Sábado. Llevo un par de días queriendo hacer algo, pero me da miedo que no quieras, aunque luego me doy cuenta de lo roja que te pones cuando estás conmigo y de cómo te brillan los ojos cuando te miro y pienso ¿Por qué no?
-J, me encantaría decirte que te entiendo, pero no sé que quieres decir o que quieres que haga.
J sonrió pícaro, se alejó de mí y abrió un cajón de su mesilla de noche, parece que buscaba algo, al rato saco un antifaz y se acercó a mí.
-Confía en mi- Se acercó a mí y me puso el antifaz, notaba como sus manos me iban acariciando la piel de los brazos, note como me cogió de la cintura y como me acercó a él- Dana, me gustas mucho, supongo que lo sabrás porque no puedo evitar dejar de mirarte y aprovecho cualquier oportunidad para cogerte de la mano o de la cintura.
Noté como se acercaba a mi cuello y apartaba el pelo muy suavemente con sus manos, me empecé a poner muy nerviosa.
-J... yo... - Estaba atacada pero a la vez me encantaba sentirle tan cerca.
-Si no te gusta paro, pero por el color de tus mejillas diría que te gusta
Claro que me gustaba, ¿Cómo no me iba a gustar que el chico más guapo me dijera esas cosas mientras me besaba el cuello suavemente?
Siguió besando mi cuello hasta que por fin sentí su respiración en mi boca.
-Dana, esto llevo queriendo hacerlo desde el día que me contaste lo de tu ex, solo espero que ahora el lavavajillas no nos interrumpa.
Note como sus labios se posaban sobre los míos, mis brazos casi por instinto rodearon su cuello y me puse de puntillas para que J no tuviera que estar agachado, sus labios eran cálidos y suaves, al igual que ese beso tan largo e intenso, mi cabeza daba vueltas, mis mejillas estaban cada vez más y más rojas y mi estómago estaba lleno de pequeñas mariposas que subían y bajaban. Poco a poco se fue apartando de mí, yo retire los brazos de su cuello y el me quito la venda, cuando le vi estaba rojo y sonriendo.
-No sé si te habrá gustado, pero tenía tantas ga....- No le deje acabar la frase, me volví a abalanzar a él, a suaves y sabrosos labios, sus manos rodeaban mi cintura y las mías su cuello. Este beso fue más corto pero igual de placentero.
-¿Alguna duda más?- Pregunté con sonrisa pícara.
-Sí, tengo una... ¿Dónde has estado todo este tiempo princesa?
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No me mires que me enamoras
RomanceDana es una chica de 18 años y J es un chico de 20 años que viven momentos que Dana nunca a vivido. Pero aparece David un chico amable, atento y cariñoso que cambiara todo.