UN DÍA DE LOCOS

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Entro a la cocina y está la abuela. Me siento en la mesa que hay a su lado y veo como cocina.

-Mama no deberías echar tanta sal.-Dice mama entrando a la cocina.

-Y tú no deberías comer tantos dulces, te están empezando a salir flotadores.

Sip, la abuela puede ser un cielo pero ni se te ocurra corregirla en algo por que no va a dudar en contestarte.

-¿Mama puede venir Ruth a cenar?- La digo para cortar esta conversación, o si no podríamos salir todos muy mal de aquí.

-Claro.

Salgo de allí corriendo y dejo a esas dos que se maten solas. En el salón me encuentro como Teo mira nostálgico mientras mi padre y abuelo juegan.

-Que pasa ¿no te dejan?

-Dicen que cuando pierda alguno de ellos. ¡Pero es que pierden y vuelven a jugar!

-Tranquilo fiera. Mira el lado bueno mientras que estén entretenidos no dan guerra.

Teo me sonríe e intenta que le dejen jugar una última vez.

Al rato llaman a la puerta.

-Yo abro.-Digo mientras me dirijo a la entrada.

Cuando abro me encuentro a una Ruth sonriente.

-Buenas noches pequeña libélula.- Dice con una voz cantarina.

-Buenas noches pequeño ruiseñor.-Le contesto yo de la misma manera.

-¿Ruiseñor? ¿En serio?-Dice y entra como si fuera su casa, aunque en cierto modo lo es, pasa más tiempo aquí que en la suya.- Que es eso tan sumamente exquisito que huelo.

Pero mira que es exagerada.

-Hola Ruth.- La saluda mi abuela saliendo de la cocina.

-Hola Lucía.-La dice Ruth dándola un abrazo.

-Cada vez cocina mejor. Le podría enseñar a su nieta un poquito.

Mi abuela la sonríe y se dirige a la cocina con Ruth como un perrito detrás. Ruth tiene un arte innato para camelarse a las personas.

Una vez está todo preparado nos sentamos a la mesa. Y rápidamente la abuela y Ruth comienzan una guerra de preguntas sin tregua.

-Y dime Ruth, ¿tienes a algún chico detrás de ti?

-Qué más quisiera yo.

-Y tu pequeña ¿le has echado el ojo a algún muchacho?

-Abuela por favor.

-¿Qué? Lo único que digo es que deberíais buscar a un muchacho bizarro y robusto, no hagáis como yo que escogí al más flacucho y vetusto. Y si encima es guapo, mejor.

-Abuela para ya.-La digo apretando los dientes.

Todos empiezan a reír mientras yo me pongo roja. Y el abuelo le dedica una mirada no muy agradable a la abuela.

Terminamos de cenar y Ruth y yo subimos a mi habitación para prepararnos.

-Oye, ¿Cuál era la palabra que había que buscar?- Ruth, como es común no se ha enterado de absolutamente nada en el instituto.

-Metalingüístico, creo.

-Y... ¿lo has encontrado?- Me pregunta con algo de esperanza.

-Está en mi mochila.- Le digo mientras pongo los ojos en blanco y me acerco al armario.

-Deberías ponerte el rojo. Te queda genial.-Dice refiriéndose al vestido que me compre el otro día.

-¿Tú crees? Es muy corto.

PANDEMIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora