No tengo ni idea de cómo reaccionar, simplemente me quedo parada, quieta como una estatua, hasta que se da cuenta que hay otra presencia en la habitación y se gira. En el momento en que sus ojos oscuros como la noche se encuentran con los míos una descarga eléctrica recorre mi cuerpo, es inexplicable, simplemente no puedo separar los ojos de esa mirada única y peligrosa. Él parece reaccionar antes que yo, porque en un rápido movimiento ha cerrado la puerta con llave y me ha tapado la boca.
Es él, el chico de la otra noche, el que me guiñó el ojo. Ahora, bajo la luz de la lámpara de mi habitación puedo observarlo con claridad. Tiene el pelo negro como el carbón y puedo notar como se le riza a la altura de la nuca, sus ojos son de un azul muy oscuro, casi negro. Sus facciones están bien definidas, como una perfecta escultura de mármol. Un aire de misterio le rodea. Lleva ropa oscura como la otra vez; unos pantalones vaqueros negros, junto con una camiseta y una chaqueta igual que los pantalones.
-Ni se te ocurra gritar.-Dice susurrando y se me eriza el vello de la nuca.
Yo simplemente asiento despacio.
-Será mejor que salgamos fuera.
Me coge de la mano, es fría pero cálida a la vez. No sé cómo explicarlo. Solo sé que no quiero que me suelte.
Se acerca a la ventana y la abre. El frío viento de la noche me alborota el pelo. Saca una pierna por fuera y cuando va a sacar la otra lo detengo.
-¿Qué haces? ¡Es un segundo piso!
Él simplemente se encoge de hombros y me levanta.
Ahogo un grito de exclamación y me agarro fuertemente a su cuello. Huele como antes de llover y a algo que no consigo adivinar que es. Pero en él es una mezcla fantástica. Me acerco disimuladamente más a su cuello. Siento como su pecho briba al reírse y en tan solo un abrir y cerrar de ojos estamos abajo. ¿Pero qué narices acaba de pasar?
Me deja cuidadosamente en el suelo y yo me estremezco al notar el frío en mi piel.
El me indica con la cabeza que caminemos. Espero a que me empiece a explicar que narices hace en mi habitación a las doce de la noche, como ha entrado y lo más importante ¡de dónde demonios ha salido!
Pero nada, simplemente camina.
-¿Me vas a explicar de una puñetera vez que hacías en mi habitación?
-Vaya, veo que eres impaciente.
Yo simplemente me quedo mirándolo y el suspira.
-Estaba buscando algo que me pertenece.
-¿Qué? Eso es imposible.
Él simplemente me manda una mirada para que me calle.
-Me callo.-Digo levantando las manos.
-El otro día en la biblioteca me dejé un libro, cuando volví Cecilia me dijo que tú te lo habías llevado. Asique he venido a por él.
-Espera ¿Cómo sabes quién soy yo? ¿Y quién narices es Cecilia?
El vaho que sale de mi boca al hablar se mezcla con la brisa de la noche.
-¿Nunca te han dicho que las señoritas no dicen palabras feas?-Dice mientras sonríe, y es la sonrisa más bonita que he visto en mi vida.
Rápidamente vuelvo a la realidad.
-No me cambies de tema.
Vuelve a sonreír y noto como una bandada de mariposas hacen lucha libre en mi estómago.
-Cecilia es la mujer mayor que había en la biblioteca.
No se me pasa por alto que ignora mi primera pregunta.
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PANDEMIA
FantasyUna enfermedad sin cura... que arrasó con todo a su paso. Pocos sobrevivieron; y los que lo hicieron, no volverían a ser los mismos... Todo final tiene un principio. ¿Crees saberlo todo? Descubre la verdad...