Al cruzar el umbral, lo primero que percibí fue tu figura en aquella noche de penumbra.
En solo cuestión de segundos, cruzamos miradas y sentí que podía perderme en el fastuoso bosque de tus ojos.
Sabía que no podría ser una simple concomitancia, que en algún momento de la vida nos volveríamos a encontrar.
Tenía la convicción, de que ya no seríamos solo dos extraños que se cruzaban en plena travesía.
Algo de ti me vociferaba, y no sabía con exactitud del porqué, pero sencillamente quería volver a verte.
No era racional, pero te cavilaba como parte de mi vida, aunque no acaeciera tal cosa, ambicionaba que fuera de esa forma.