El tiempo de dos.

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"Lo estas disfrutando." El pez se bambaleaba alrededor.
"¿A que podrías estarte refiriendo?"
"El entrenamiento. Puedo ver que te gusta hacerlo difícil para el."
"... Tonterías, solo quiero asegurarme que mejore."
"Di lo que quieras, pero tu sonrisa te delata."
"No estoy sonriendo." Wiss se levantó de la silla y caminó hacia la puerta.
"No ahora, cuando lo entrenas."
"No confundas las cosas, por favor. Ese no es tu trabajo." Dicho eso, salió de la habitación.

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El joven hacía calentamientos para antes de entrenar en medio de un gran campo apenas cubierto por un fino césped.

Habían pasado semanas desde que fue llevado a ese planeta tan sencillo, donde solo había un pequeño bosque cuya fauna era escasa, el campo donde entrenaba a diario, y una casa sencilla pero grande para que pudieran vivir cómodamente. Empezaba a fastidiarse de tanta tranquilidad.

-Por favor no se detenga, que en un minuto empezaremos.-
Bills escuchó la melodiosa voz y vio que Wiss caminaba tranquilamente desde la casa.

-Te tardaste.- Le gruño, como ya era costumbre.

-Se lo he dicho ya, yo nunca llego tarde, usted empieza antes.- Hizo una pausa mientras lo observaba seriamente.- Aunque, debo agradecer su animo por entrenar; creí que sería de las personas que se niegan a aprender.-

-No me gusta que me ordenen, eso es diferente. Eres más fuerte que yo y no estaré satisfecho hasta que te supere, así tenga que entrenar contigo el resto de mi vida.- Dijo mientras seguía haciendo estiramientos.

Wiss siguió observando por un momento, mientras Bills empezaba a trotar alrededor del campo.

-Esperemos que esa vida sea lo suficientemente larga.-

-¿Dijiste algo?- Bills regresaba trotando.

-Nada importante. Empecemos de una vez.-

El entrenamiento duró unas cuantas horas, hasta que oscureció y decidieron tomar un descanso.

-Dejé algunos bocadillos y bebidas listos, creo que nos servirían ahora.- Comentaba Wiss con tono alegre mientras entraba a la casa, con dirección a la cocina.

-¿Siempre has cocinado para los otros dioses?- El gato caminaba detrás de el hasta que tomó asiento en la mesa alta al centro de la habitación.

-Así es. En el momento en que son nombrados "dioses de la destrucción", yo paso a jugar el papel de asistente; no ha todos los dioses les gusta tener mucha gente alrededor, así que tengo que encargarme de todo.- Una vez acomodó los platos y copas sobre la mesa, se sentó al otro extremo.- Por favor, disfrute.-

-Gracias.- Tomó lo que parecía ser un lonche pequeño y lo devoró en un segundo.- ¿Y tu cómo fuiste nombrado "asistente de los dioses"?-

Wiss se sorprendió, pues nadie le había preguntado eso en miles de años.

-Mmm... Se podría decir que siempre he portado tal titulo.-

-¿Entonces fuiste seleccionado junto con el primer dios o algo?-

-No, yo no fui seleccionado, yo "nací" para ello.-

Bills se quedó perplejo mientras dejaba caer otro bocadillo de su mano.

Como vio que no decía nada, Wiss decidió explicarlo.

Apartó el plato y tomó aliento.

-Hace cosa de eones, hubo dioses que decidieron que cada universo necesitaba cierto equilibro entre la vida y la muerte. Con la idea de que la vida prosperara, nacieron los dioses de la creación, que tal vez en el futuro conozca; pero no se trataba solo de dar vida, así que decidieron crear también a un dios de la destrucción por universo...- Se detuvo para tomar aire y pensar sus siguientes palabras.- Como usted sabe, destruir cosas con un gran poder no requiere mucho esfuerzo, y los grandes dioses sabían eso, temían que el dios de la destrucción perdiera el control y terminara destruyendo más de lo que se podía crear. Debido a eso, los "asistentes" fuimos creados, aparte de otras medidas de seguridad.-

-Espera... ¿Tienes eones?-

Sorprendido de que esa fuera la primera pregunta después de haber escuchado atentamente todo, Wiss solo atinó a reírse.

-Oh, querido, claro que no. Al igual que todos, también envejecemos y posteriormente somos reemplazados; yo aun estoy en mi juventud.- Confirmó con una gran sonrisa.

-Pero sigues viviendo mucho más que cualquier dios de la destrucción, ¿no?- Bills se recostó sobre la mesa mientras masticaba otro bocadillo.

-Bueno, ¿qué sentido tendría si el candado se rompe antes que la llave?- Acercó su plato y siguió comiendo.

-... Ciertamente.-

Al día siguiente, aun pensaba en lo que le había dicho Wiss.
Tenía muy presente que aun no era el dios como tal, pero si le dijo sobre el origen de las cosas, ¿tal vez sus posibilidades eran casi absolutas?

Estaba acostado sobre el techo de la casa, descansando y viendo el cielo sin prestar mucha atención.

El rostro de esa persona seguía apareciendo en su cabeza, cuando lo entrenaba, cuando hablaba, comía, y mas recientemente, cuando reía.

-¿Tendré que pasar el resto de mi existencia viviendo con el?- Hizo una pausa mientras se concentraba en lo que habían hablado, recordando cada tono de su voz.- No parece mala idea.-

-¿Mala idea?- Wiss justo subía al techo.

Sobresaltado por su repentina aparición, Bills quiso levantarse pero se tambaleó cerca de la orilla, a lo que el otro lo tomó del brazo y ayudó a pararse.

-Debería tener más cuidado, una herida siendo mortal sería un inconveniente.-

-S-si... Pero fue tu culpa por aparecer de la nada.- Quitó su brazo y miró hacia otra dirección, evitando la mirada.

-De la nada dice, ¡pero si he estado gritando su nombre por 10 minutos!-

-Oh... ¿Me buscabas? ¿Para qué?-

-Ya está servido el desayuno.-

-Entiendo, ya bajo.-

-No debería recostarse aquí así nada más, esta sucio.-

-Si, y el techo está en pésimo estado.- Observó alrededor.- Lo he estado pensando, ¿no podemos cambiar de lugar? Este es patético. ¿Cómo es que un dios vivía aquí?-

-El dios anterior no vivía aquí, este planeta es temporal hasta decidir si usted se queda con el titulo o no, posteriormente podrá decidir a donde mudarnos.-

-Eso suena mejor, solo espero que decidas pronto para irnos a un lugar decente.-

-Yo no hago la decisión, aunque eso nos ahorraría mucho tiempo.-

-¿Eso quiere decir que te agrado lo suficiente?- Bromeó con una sonrisa pícara.

-No me desagrada, pero el aprecio no es lo único a considerar.- Wiss empezó a flotar para bajar del edificio.- ¿Viene?-

Bills no se movió, sentía que la sangre se le subía a la cabeza.

-¿Sucede algo?- Preguntó el otro en medio del aire.

-¡No! Estoy bien. Vamos rápido.- Se apresuró a bajar y entrar a la casa.

Quedando atrás, Wiss observó como desaparecía en la entrada.

-Tan predecible.- Sonrió.

Fin capítulo 2.

El inicio de una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora