Tiempo de confesar.

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El asistente viajaba a toda velocidad con plena intención de interrogar al pez oráculo respecto a lo que había sucedido.

-Si piensa que puede seguir diciendo lo que le conviene y luego huir, está muy equivocado. Tal vez deba dejarlo sin dulces una temporada.-

Aunque trataba de bromear consigo mismo, no lograba tranquilizarse. Tal y como le habían advertido, había perdido el control de la situación.

-Que problemático...-

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Finalmente, llegó al planeta donde el oráculo esperaba ansioso.

-¿Cuando planeabas decir claramente lo que sucedía?- Preguntó Wiss al pez.

-¿Eh? Yo siempre fui claro, tu eres el que no quiso escuchar.- Contestó monótonamente.

-Tu trabajo consta en predecir para nosotros todo aquello que sea importante.-

-Si, y eso he hecho. Pero tu fuiste quien creyó que tenía todo bajo control, ahora tendrás que tomar una decisión.-

-Ya está tomada. Hablaré con los dioses y les informaré de lo sucedido.- Declaró mientras caminaba, pasando al pez.

-¿También les dirás sobre ti?-

-¿Disculpa?- Se detuvo y volteó a ver al oráculo por sobre su hombro.

-Wiss, ¿de verdad crees que todo este embrollo sucedió por culpa del señor Bills? Tu eres el único que lo tentó y orilló a sentirse así.-

-Yo solo seguí el papel que el esperaba y cumplí sus caprichos.-

-Si, seguro. Siempre has hecho eso por los otros destructores, pero ambos sabemos que ahora has hecho cosas que no habías hecho por nadie.- Agregó, esperando ver alguna reacción por parte del otro.

Sorprendido por las palabras del oráculo, Wiss le dirigió una mirada feroz a la pequeña criatura.

-Tu altanería está empezando a molestarme. Retírate.- Ordenó y el pez de inmediato salió por la ventana, sin agregar palabra alguna.

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Molesto por las palabras del oráculo, Wiss se dirigió al pasillo de entrada a la casa, pero se detuvo a medio camino.

"Siempre he actuado así para los dioses, no hay razones para que ahora sea diferente." Inició una discusión consigo mismo, esperando poder demostrar que el oráculo estaba equivocado.
"Es cierto que he accedido a cierto contacto al que no acostumbro, pero fue simplemente porque así lo deseaba el. Es normal que yo quiera cumplir sus deseos, por infantiles que sea-" Se quedó frío cuando pensó esas palabras. "Que yo quiera", recalcó. ¿Acaso consideró por un momento que el hizo eso porque quería hacerlo? Se suponía que lo hacía porque es su trabajo... pero tal vez tenía su propio deseo personal.
"Tonterías. Debo dar aviso a los demás dioses, lo más probable es que pidan su ejecución inmediata."No pudo evitar darse cuenta de que la idea de ir a ejecutar a su señor no le agradaba, aunque no fuera la primera vez que se hacía cargo de un dios.
"Aunque es mi deber, no siento gana alguna de hacerlo." Empezó a decirse.

"El no es el indicado para ser un dios de la destrucción, pero tal vez, yo ya no soy el indicado para servirle."
Se tomó unos minutos en silencio y consideró todo el tiempo que había dedicado a esos dioses sin cometer errores, todo lo que había hecho por ellos; lo comparó con los últimos tres años en los que había servido a Bills y buscó alguna respuesta que le sirviera en su dilema.
"Un joven testarudo y sin modales, era obvio desde el principio que no era el indicado, sin embargo, yo continué."
Se dio media vuelta y regresó al jardín, apareciendo su bastón para buscar a Bills.

El inicio de una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora