Un hogar temporal.

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Estas por toparte contra un muro.- Dijo el pez, que flotaba por la habitación ansioso.
-Y ahora, ¿de que estás hablando?- Cuestionó Wiss, sin dejar de acomodar las hojas que estaba en la mesa.
- Te crees muy listo y hábil, pero no debes entregar y luego esperar que el destino no te lo regrese.-
-Pensaba que esa era la idea, "dar sin recibir".- Continuaba organizando, sin prestar demasiada atención a la conversación.
-Tal vez, pero vas a "recibir" algo, lo quieras o no.-
Wiss se enderezó para replicarle al pez, pero este ya había salido por una ventana.
-Siempre sabe lo que le conviene.- Susurró para después volver a lo que estaba haciendo.

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Bills entró a la habitación donde Wiss le esperaba, usando las nuevas ropas que este le había dejado preparadas para después de bañarse. Se sentía extraño al usarlas, ¿era este el uniforme de los dioses? Hechos por aquel asistente tan habilidoso que hacía de todo por los dioses anteriores.
"Hacer de todo", se quedó pensando en ello. Aparte de cocinar, ¿que más había hecho por ellos? ¿Todo lo que le pidieron? Ese trato especial que le había dado a el, tal vez no era tan "especial", tal vez era algo a lo que estaba acostumbrado. ¿El dios anterior también se lo había pedido? Con esa apariencia tan elegante e imponente, seguro Bills no era el único que había sentido tal atracción por el...
"Atracción"... En todo este tiempo, nunca lo había dicho de forma tan directa, pero no lo podía negar, se sentía atraído por el y cada día más.

-Estoy ena...- Empezó a decir con apenas un susurro, sin darse cuenta.
-¿Mi señor?- Escuchó la voz de Wiss de repente, quien lo observaba con mirada extrañada.
-Ah... No es nada.- Se apresuró a contestar cuando estuvo consiente de la situación.
-¿Seguro? Lo he llamado varias veces pero parece que estaba más ocupado pensando en algo.-
Wiss se levantó del sillón mullido en el que se encontraba y se acercó a Bills, para después acariciar su mejilla.
-No debe perderse así en sus pensamientos, mi señor, no es su estilo.- Bromeó con una sonrisa relajada.

Ante el gesto, el dios novato sintió una gran irritación. Queriendo borrar esa sonrisa de su rostro, tomó a Wiss por la muñeca y estuvo a punto de decir algo, de gritarle todo cuanto había pensado.
-Señor Bills, ¿es posible que algo le esté molestando?- Preguntó el otro ya sin burla, observándolo seriamente.
Bills sintió al momento que su impulso se desvanecía y en cambio, pudo sentir una presión incomparable, como si estuviera debajo de una roca inmensa. Ya sin ganas de confesar aquello que le taladraba la mente, soltó a su asistente y caminó al sillón para ver las dichosas opciones.
-No es nada importante... ¿Son estos los lugares que elegiste?- Preguntó, más con la intención de cambiar el tema que por verdadero interés en las hojas.
Wiss dudó un momento antes de ir a sentarse a su lado.
-Si, lo son. Lugares cálidos, con una rica diversidad de flora y fauna, ubicados en lugares tan lejanos que nadie podrá ir a molestarlo.- Explicó mientras le pasaba las hojas en orden.
-Ya veo... ¿Qué tan grandes son?-
-La mayoría son planetas enanos. Pequeños en apariencia, pero lo suficientemente grandes para que unas cuantas personas residan sin problema; también hay campos amplios para que podamos continuar con su entrenamiento.-

Después de algunos minutos de discusión sobre cual debería ir a visitar primero, se prepararon para partir.
-¿De verdad tenemos que ir a todos?- Cuestionó con fastidio Bills.
-Si no lo hacemos, podría elegir un lugar y luego quejarse porque no era lo que esperaba.-
-Pero no creo tener la energía de ir a todos... Tengo hambre.-
-Basta de niñerías. Preparé el almuerzo para que después tomemos un descanso.-
-¿Qué preparaste?- Preguntó, ahora emocionado.
-Esta vez he elegido un platillo de un pequeño planeta al sur de la galaxia, famoso por ser sencillo a la vista pero intenso al paladar.- Explicaba con evidente pasión.
Solo de oírlo, a Bills se le hacía agua a la boca y se animó a iniciar el viaje.

El inicio de una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora