Capitulo 2: Instituto

78 7 27
                                    

En clase me dedico a evitar todo contacto físico. Hoy mis asignaturas son historia, matemáticas y biología, almuerzo y lengua, plástica e inglés.
En clase de lengua, al entregarnos un exámenes la profesora me da la mano para felicitarme por mi nueve en el exámen, no me cuesta nada responder ya que simplemente tengo que escribir dejando que el bolígrafo se mueva libremente por el papel ya que en mi mente surge la respuesta. Fallo algunas aposta para que no crean que soy una empollona, ya que no estudio ni leo nada.
En el momento que la Señorita Ramirez comete el error fatal de darme la mano sé que su madre la llamó ayer urgentemente porque a su padre le dio unos vértigos y que esta mañana se ha cambiado cinco veces de ropa para gustar al profesor de música, el Señor Darcon.

A la hora del almuerzo voy a la cafetería con Dana y comprar el bocadillo. Se la ve ausente.
-¿En qué piensas? Se te ve en otro lugar. -La pregunto curiosa.
Sé que con sólo darla la mano sabré el por qué de su estado pero prefiero ser normal.
-Nada, es solo que no sé si participar en la competición de baloncesto que se celebra este sábado. -Sabía que em tema tenía que ser sobre el deporte.- La de educación física me ha pedido que participase pero a mis padres no les hará mucha gracia.-
Intento cambiar de tema para que no piense en ello.
-¿Y de qué quieres el bocadillo? -Mi esfuerzo para captar su atención intento que no sea muy cantoso
-Pues... De tortilla, ¿y tú? Yo invito.- Dice sonriendome con esos ojos alegres otra vez.
-Entonces sorprendeme. - Digo devolviéndola la sonrisa, pero no sé si mis ojos verdes son tan alegres como los de ella.
-Pues entonces dos bocadillos de tortilla, por favor. -Dice mirando al señor de detrás de la barra.
Nos sirven los dos bocadillos de tortilla, paga y nos salimos.

Afuera el calor es bastante notable en Tolara, una ciudad de Mitonosa. Los antiguos árboles tienen ya bastantes hojas de diferentes tonalidades de verde y amarillo. Con un cielo azul despejado se ven varios pajarillos aparentemente alegres de la llegada del calor. El ambiente del almuerzo es palpable, falta poco para las vacaciones de Navidad, un descanso que necesitábamos.

Nos sentamos en un banco, esperando a que Kenai salga de la biblioteca porque, según lo que me había contado Dana, se había metido en un lío al haber estado mandándose notitas con su compañero de equipo de béisbol, Blake.
Pasan unos chavales de primero corriendo y uno se tropieza conmigo.
Alan, 13 años, su madre trabaja 12 horas al día, tiene tres hermanos mayores que él. Su padre murió en un accidente hace 12 años, le gusta los videojuegos y su mejor amigo es otro niño de primero desde hace 9 años.
Me da un escalofrío y Dana se me queda mirando.
-¿Qué ha sido eso? -Me pregunta interrogante- Te has quedado como en estado de shock.
-No ha sido nada, no te preocupes. -Digo intentando que no se me note.

Para ser sinceros solo hace cinco meses que puedo leer la mente, no soy una experta en ocultar que me pasa y los escalofríos que me produce los pensamientos de los demás me siguen sorprendiendo, necesito practicar esto un poco más, mientras tengo que actuar lo mejor posible y no parecer cortante. Tengo que ser la misma Audrey de siempre, hablar irónicamente... Escuchar música... Pintar en mis ratos libres... Aprobar con buena nota sin que se note nada.

Empezamos a hablar sobre otro tema, volvemos a clase olvidando la idea de que Kenai sea librado del castigo.
Otras tres clases apuntando lo que dicen los profesores, vuelvo a casa en mi bicicleta gris.
Al entrar por la puerta de casa me encuentro a mi padre rodeado de maletas y mi madre llorando abrazándole. No hace falta leer mente para saber qué pasa.

AparienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora