Capítulo 4: WTF?

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Me despierto con bastante energía, así que me levantó a la primera alarma y cancelo las otras cinco que tenía.
Miro mi cara de dormida en el espejo mientras me lavo la cara en mi baño y bajo a desayunar.

Antes de dormir anoche llegué a una conclusión: no puedo hacer que mi padre vuelva, pero sí puedo hacer que la espera sea lo más optimista posible para que no sea tan larga. Por mi madre. Por mi.

Bajo y me encuentro todo el desayuno preparado y una voz cantando bajito en el comedor, pero no se aprecia con el sonido de la radio. Me encanta oír mi madre cantar, alegra a todo el mundo con su voz. Yo, en cambio, no he salido a ella, mi voz es malísima y no he vuelto a cantar desde los ocho años, en los festivales de navidad que teníamos en el colegio en el que siempre cantábamos, me pusieron a tocar la pandereta porque según la profesora - es mejor para todos que no cantes, Audrey-. Todos cantaron en el colegio menos yo.

Cuando me doy cuenta, mi madre estaba detrás mia, y lo peor, me había preguntado algo. ¿El qué?
-Mmmmm, no sabría decirte- Intento acercarme a ella para tocarla y saber qué tenía que responder, pero esta muy lejos y parecería sospechoso.
-¿No sabrías decirme si tuviste pesadillas?- Se sienta a desayunar con cara de desconcierto.
- Es que... Mi sueño fue muy raro y no sabría decirte si fue pesadilla o no llegó a serlo.- Como lo que acabo de decir no me lo creo ni yo, cambio rápidamente de tema. - ¿Me podrías llevar tú hoy al insti?
- Vale, como me he pedido el día supongo que no me supondrá mucho esfuerzo- Me guiña el ojo.
- Tu tranquila, que si quieres puedo conducir yo, pero no te aseguró que lleguemos eh.- La devuelvo el guiño.

Terminamos de desayunar y nos vamos a nuestras habitaciones para prepararnos, al final mi madre accedió a conducir ella por el bien de las dos.

Hago mi cama, y miró mi armario en busca de inspiración para la ropa de hoy.
Como no me gusta ser de esas que se cambian tropecientas veces y aún así no están agusto, decido coger una blusa de manga corta blanca y unos vaqueros con unas sandalias plateadas.
Me lavo los dientes, me hago una trenza de raíz y meto los libros en mi mochila sin mucho entusiasmo.
Cuando bajo veo a mi madre cogiendo las llaves del coche y abriendo la puerta, la sigo y nos metemos en el pequeño coche, el grande se lo llevó mi padre.

No hay mucho tráfico por lo que a mi madre solo le da tiempo a cantar dos canciones y media.
Me deja en el instituto y se va.
Dana está con su gran móvil. Tiene el pelo recogido en una gran coleta alta y viene de sport otra vez, y no, no tiene educación física hoy. Kenai está con Blake hablando seguramente de béisbol o chicas, sólo hablan de eso.

-Buenos días Audrey, ¿que tal la vida?- En ningún momento despega la mirada del móvil.
-¿Quieres que te responda por correo? Porque si no, me da la sensación de que no me escucharás.- Digo mirando a mi alrededor, hay mucha gente. De repente, veo a un chico con pelo corto marrón oscuro y ojos marrones al que nunca le había visto antes, es muy alto y lleva un jersey morado y vaqueros. Me sorprende porque no había visto a chicos vestir con vaqueros, solo con chandals.
-Perdona, hablaba con mi chico, ¿qué has dicho?- Dice mi amiga levantando del móvil sus ojos azules por fin.
-Olvidalo, ¿quién es ese chico?- La digo señalando al chico mora.
- ¿Quién? No lo había visto, será nuevo.- Dice mirándole de soslayo, no pone mucha atención.
De repente él me mira y desvío la mirada rápidamente para que no se de cuenta de que le he estado mirando.
Recordando lo que me había dicho Dana, la pregunto sobresaltada.
- ¡¿Tienes chico?!- Mi voz es mas alta de lo que pretendía, pero todos aquí están sordos así que no se giran para verme.
- Menos mal, creía que no te darías cuenta. Si, le conocí ayer. Mi hermana me gritó porque moví a su hámster de sitio. Estaba en medio de la mesa del comedor y no me dejaba ver la tele, así que decidí dejarla en un armario y al parecer la molestó, así que me fui a dar una vuelta, y me choqué con él.- Sus ojos brillantes demuestran verdadero interés en ese chico, así que no la interrumpo y continúa.- Le pedí perdón y me dijo que me perdonaba si le daba mi número, todo tipo película, pero como no me fiaba me invitó a un café y al final le di mi número, llevamos hablando desde entonces. Se llama Yael y es de Canidie, antiguamente, Canadá.
-¿Osea que te chocaste con él y te invita a un café? Que morro tienes.
Se me olvidó por completo el chico mora. Sí, lo llamaré así.

La mañana fue muy tranquila, sin exámenes ni deberes, algo extraño en tercero de la E.I.S. (Estudios Independientes Selectivos)

Antes se llamaba ESO pero el gobierno cambió por completo el sistema y decidió que el estudiante tenía que elegir todas sus clases, no eran obligatorias ninguna, así que tenemos una amplia gama de asignaturas a elegir.
Tampoco tenemos una clase en especial.
Hay diferentes edificios: matemáticas, lengua, lengua extranjera, apollo etc y todas se conectan a través del hall principal.
Tenemos que elegir que rama dr lengua queremos estudiar, que rama de matemáticas y así con todas, entonces si he elegido literatura, voy al pabellón de lengua y a la clase de literatura.
Mis compañeros varían según la clase.
Es un lío pero así estudiamos específicamente lo que queremos . No se como se haría antes del golpe de estado en 2.035.

>~•~<

En el recreo vamos a la cafetería, aunque no tengamos que comprarnos el bocadillo pero siempre se esta fresquito. Hoy Kenai tampoco aparece así que suponemos que le habrán vuelto a castigar,o alguna movida de esas.
Al abrir la puerta de repente sale un chico y se choca conmigo. Es él. El chico mora se ha chocado conmigo. Me pide perdón y me vuelve a mirar a los ojos, de repente como si se acordara de que tiene que hacer algo sale disparado hacia el hall. Yo me quedo quieta sin poder respirar pensando en lo que acaba de pasar. Dana dice algo sobre lo brutos que son y me tira para entrar a la cafetería.

Sigo rara lo que queda de mañana pero no se por qué. Mi madre me recoge y en cuanto llego a casa me tiro en mi cama.
Me recorre un escalofrío por toda mi espalda y hace que mis pelos pongan de punta al darme cuenta del por qué de mi comportamiento en el momento desde que me choque con el chico mora.
Era a la única persona que no le había leído la mente.

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