Veinte años más tarde
Yo no entendía el amor. No entendí nunca la conexión humana. Sólo entendía el clima: en constante cambio. Entendía el cambio. Yo no entendía la seguridad, o cualquier emoción, ya sea el amor o el odio, que podrían ser incondicionales.
Estaba en mi segundo año de universidad. Intentaba ser un escritor. No confiaba en las multitudes. Me gustaba ir a mi apartamento, sentarme en mi pequeño escritorio que había conseguido en una venta de garaje, y permanecer allí durante horas con mis libros, mis papeles, y una botella de brandy. Entonces el día terminaría, y estaba listo para el siguiente.
Dormía con las luces encendidas.
Siempre.
