Prólogo

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Tengo que huir de aquí.

Mis piernas se mueven a una velocidad vertiginosa, pero éstas tiemblan tanto, que me obligo a aminorar la velocidad para evitar trastabillar y caer de bruces al suelo. De pronto, la sensación de vacío que aborda mi cuerpo cala hasta mis huesos y revuelve mis entrañas, haciendo que la ira nuble mi vista por completo.

La furia, la impotencia y el dolor se mezclan en mi pecho con violencia, amenazando con desgarrarme en mil pedazos, y se siente como si estuviera cayendo a un profundo precipicio. Me siento tan inútil por dejarme gobernar por este tipo de sensaciones, que por un segundo, considero la idea de regresar y gritarle en la cara cuanto lo odio; pero me conozco lo suficiente como para saber que no seré capaz de verlo a los ojos y mentirle de esa manera, entonces descarto esa idea y me obligo a aspirar una bocanada de aire para alivianar la sensación de ardor que aqueja a mi pecho, y continuo moviéndome a través de la desolada acera.

Ahogo un sollozo cuándo escucho sus pesados pasos resonar a mis espaldas, y lucho con fuerza contra las intensas ganas de llorar que me abordan, pero no puedo evitar que las lágrimas quemen con urgencia en mi garganta. El está detrás de mí.

No me detengo a pesar de eso, y tampoco lo hago cuándo lo escucho gritar mi nombre, obligo a mis piernas a continuar con la ardua tarea de llevarme lejos de él, y hago un enorme esfuerzo por no mirar atrás.

Sus pasos se oyen a solo unos pocos metros de mí, y mi corazón amenaza con perforar un enorme agujero en mi pecho. No quiero tener que verlo, no más.

—¡Heather !—coge mi muñeca para que voltee a verlo, y yo alejo su mano de la mía con violencia, empujándolo lejos de mí, para después estampar mi palma contra su mejilla.

—¡No vuelvas a tocarme nunca más en toda tu miserable vida!—amenazo con irritación, lanzándole una mirada encolerizada.

Su mejilla arde con la marca de mi mano, pero no luce molesto, él sabe que merece eso y mucho más. Su expresión en cambio, es indescifrable mientras me mira. Sus alborotados rizos caen desordenados sobre su rostro, y su cuerpo esbelto y musculoso está tan rígido, que sus hombros caen hacia abajo con impotencia.

—Tienes que escucharme nena, puedo explicarlo todo...—su voz es cautelosa, mientras da un paso tentativo en mi dirección para acortar la distancia que nos separa, pero yo reacciono de inmediato, retrocediendo un paso lejos de él.

Me enferma el oírlo llamándome de esa manera, no logro comprender como es que puede sea tan cínico. La repulsión arde en mis entrañas, y lo miro con fastidio mientras niego con la cabeza.

—He escuchado suficiente, no me interesa oír más—espeto con indiferencia, haciendo el mayor esfuerzo por mantener mis emociones a raya. No quiero venirme abajo frente a él, no quiero que vea cuan vulnerable y rota me encuentro justo ahora.

—Por favor, solo...—intenta hablar, pero la furia detona en mis venas como el peor de los venenos, y me apresuro por interrumpirlo.

—¿Por qué lo hiciste?—exhalo con pesadez, hundiéndome aún más en mi propia miseria—No tenías el maldito derecho de jugar conmigo de este modo, ¡Sabias que estaba dispuesta a enfrentar a mi familia por ti!—exclamo con histeria.

Su torturada expresión empeora con mis palabras, pero no me importa en lo más mínimo. Me siento tan vacía y desorientada, que el hecho de verlo de este modo, solo hace que la sensación de perdición se desvanezca un poco.

—Todo cambio cuándo te conocí, solo deja que te explique—pide con impotencia, lanzándome una mirada lastimada.

Una risa carente de humor se me escapa, y niego con la cabeza—No ha cambiado nada, sigues siendo el mismo hijo de puta de siempre, y no sabes cuánto lamento el haberte conocido—lo miro con rudeza, y doy otro paso atrás antes de voltearme para seguir con mi camino.

—Heather —llama, pero no me detengo—¡Joder Heather !—oigo sus pasos apresurados y luego su impetuosa figura aparece en mi campo de visión, interponiéndose en mi camino.

—¡Déjame en paz!—vocifero, dejando que las primeras lágrimas cristalicen mis ojos—No quiero volver a verte en toda mi vida, quiero que te mantengas alejado de mí, y por sobre todo, quiero que olvides cada momento que pasamos juntos, porque no fue más que una maldita mentira—mi pecho sube y baja con violencia a causa de mi acelerada respiración, y me obligo a aspirar una bocanada de aire para evitar desvanecerme.

—No digas eso—murmura con quietud, y luce como si estuviera a punto de quebrarse—Sabes que todos los momentos que pasmos juntos no fue una mentira, al menos no para mí...

Si lo hubiera visto de esta manera, tan vulnerable y acabado unos días antes, me habría sentido culpable y hubiera intentado por todos los medios hacer que se sintiera bien, habría hecho cualquier cosa, por mantener la sonrisa en sus labios y ese brillo especial en sus ojos. Ahora me da igual verlo destrozado, porque yo me siento exactamente igual en este momento, por su maldita culpa.

—No es necesario que mientas más—niego débilmente con la cabeza—Lo has conseguido, ¡Felicitaciones!—digo con sarcasmo, procurando mantener a las lágrimas en su lugar, por lo menos un rato mas.

—Tú no lo entiendes—da otro paso cerca de mí, pero esta vez no me muevo—No puedes simplemente dejarme, no voy a resistirlo, sabes que yo...—exhala con cansancio, inclinándose para unir su frente a la mía—Sabes que yo te amo, Heather, como nunca ame a nadie—su cálido aliento mentolado se agolpa en mi rostro, el aroma profundo y dulce de su perfume, el olor a su piel y su ropa, llenan mis fosas nasales, haciendo que la sensación de aturdimiento se apodere de mis sentidos, y que todo pensamiento coherente se desvanezca de mi cerebro.

Deseo tanto que él esté diciendo la verdad, que por un minúsculos segundo, casi accedo a creerle, pero la parte consciente y aguerrida de mi ser, resurge desde el fondo de mi pecho con más fuerza que nunca, y pide a gritos que no le crea, que no caiga otra vez en sus garras, e insiste en que él solo está mintiendo otra vez.

Separar mi frente de la suya y dar unos pasos atrás, es probablemente una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer en toda mi vida, pero me refugio en la reconfortante sensación, de que lo que voy a decir a continuación, logrará hacerlo sentir tan devastado como me siento yo justo ahora.

—Y yo te odio, Harry Styles, como nunca odie a nadie.

Su expresión decae hasta convertirse en una mueca de tortura y sufrimiento, su boca se abre para replicar, pero se vuelve a cerrar casi de inmediato cuándo no encuentra las palabras exactas para hablar. Una de sus manos sube para golpear sus rizos fuera de su rostro, y mi corazón se aplasta contra mi caja torácica, cuándo contemplo sus enigmáticos ojos esmeraldas cristalizados con lágrimas, pero no llego a apreciarlo por mucho tiempo, porque él baja la cabeza tan pronto como se percata de que lo he visto en ese estado.

No quiero irme, pero sé que tengo que hacerlo, sé que no tengo otra opción.

Le echo una última ojeada al hombre que logró hacerme inmensamente feliz, pero que al mismo tiempo ha causado un dolor enorme en mi pecho, que no sanara pronto, y tomando cada agrietada pieza de fortaleza que me queda, camino en dirección contraria, alejándome de él.

Soy consciente de que mi mundo entero acaba de venirse abajo, de que nada después de esto volverá a ser igual, y de que odio y amo al mismo hombre con la misma intensidad.

Soy consciente de que acabo de dejar una parte de mí a mis espaldas, bajo las botas del arrogante Harry Styles.

Dangerous Atracttion |H.S.|-PRÓXIMAMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora