Capítulo 3.

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Camila POV.

Me encontraba con mi maleta sola, casi perdida en un aeropuerto que no me lo recorrería entero ni en semanas. Me había despedido de mi madre en la entrada porque se tenía que ir a trabajar. Me había dicho cincuenta veces todos los pasos y donde tenía que ir en cada momento y, cincuenta veces no lo había entendido.

Así que no tardé en pasar a mi plan B. Empecé a preguntar y por suerte encontré a un chico que cogía el mismo vuelo que yo. Nos caímos bien nada más conocernos.

Al pasar por el detector de metales, como es normal, me pitó. Esto siempre me pasa, no sé si será los pocos piercings que llevo o qué. Cuando te pita el detector de metales es obligatorio ser cacheada y también es obligatorio, por mi suerte, que la persona que te cachea sea de tu mismo sexo. Así que pitara las veces que quisiera porque a mi no me importaba.

Después de aquello me limité a seguir al chico majo. Luego de pasar por unos cuantos pasillos anchos del aeropuerto tuvimos que esperar un rato en la sala sentados. Y al fin y al cabo, llegamos al avión donde ya no tenía perdida. Me despedí del chico dándole las gracias entre risas. Asiento: 53.

Despegamos. "La voz" se grababa ese mismo día. Pasé el vieja escuchando música, estaba en las nubes y nunca mejor dicho. Me encanta volar. Se ve todo muy pequeño desde ahí arriba. Como lo que en verdad es.

Durante el trayecto hubo unas pocas de turbulencias y sí, tuve miedo, un poquito solo. También pensé bastante en mi encuentro con Dinah, cómo sería. Aunque no lo pareciera estaba nerviosa. ¿Y si todo iba como la mierda? ¿Y si no tenemos tema por hablar? La verdad deseaba saltarme la parte de "conocernos". Yo soy tímida con personas que no conozco, pero a Dinah la conocía, ¿no?

Me pasé la mayor parte del vuelo con los auriculares, escuchando la voz de Lauren Jauregui y hasta me dormí con ella. Estaba cansada, no había dormido esa noche por mi maldita cabeza dándome vueltas, imaginándolo cómo sería si, por ejemplo, la pudiera conocer. Poder conocerla sería tan.. buf. Lauren es muy grande, no podrías creer lo que había influido en mi vida. A todas las personas que había conocido gracias a ella, porque compartíamos algo parecido. Conocer a gente así era como un grito de alivio diciéndome "no estás sola".

Finalmente aterrizamos y dejé este tema a un lado. Recogí mi maleta y salí impaciente y con prisas, sabiendo que eso no haría que el tiempo fuera más rápido, desgraciadamente.

Saqué de mi bolso la cartera y de la cartera 5€. Me senté en la barra de uno de los restaurantes que vi. Y rápidamente me atendió una chica joven y muy guapa y cuando me habló me enamoré de su voz. Era realmente maravillosa y no sé si me notaba en la cara mi total parálisis durante ese instante.

-Perdón, ¿qué?- Dije.

-Le he preguntado que qué desea consumir.

"Un beso tuyo, ¿podría ser?"

-No hace falta que hable tan formal, soy joven, como tú.- Sonreí.

-Me ha sonado raro hasta para mis oídos.- Forzó un poco la risa.

-Ponme lo que quieras- La miré, con una mirada que lo decía todo, como mi anillo en el dedo pulgar.

-Pues el vino más caro.

-En realidad sólo venía a por un café.- Contesté rápido y se rió.

-En seguida.

Miré la hora. Dinah estaría esperando. Tenía que irme, no me podía demorar más. Fui a coger el café, casi sin mirar y sin querer también cogí la mano de la camarera, levanté la vista hacia ella, estaba sonriendo.

-¿Tienes prisas?- Me dijo.

-No para todo, pero ahora sí.- Dije mientras sacaba mi mano para que ella pudiera sacar la suya.

Ahora sí, cogí el café, dejé el billete sobre la barra.

-Quédate con el cambio, cielo.- Dije todo chula, como si me sobrara el dinero.

Y me marché, todo lo rápido que pude para que no se balanceara el vaso de café. Cogí el primer taxi que pasó, abrí la puerta y el conductor sin girar la cabeza para mirarme me habló en tono serio.

-No puede entrar con bebida.

Perfecto, lo que me había durado el café. No había merecido la pena comprarlo.. o sí. Lo tiré en una basura a unos metros del coche. Y por fin subí. Le dije la calle donde se encontraba el plató y cada metro que avanzábamos me aliviaba cada vez más y a la vez mi ansia crecía.

Salí del taxi, quedaba justo un cuarto de hora para entrar. Miré la cola, había bastante, aunque eso no importaba. Primero porque los asientos estaban numerados y segundo porque aunque no estuvieran como tal, Dinah me guardaba sitio. Miré mi móvil, tenía un mensaje de ella de hacia diez minutos.

-Me he puesto fosfórito para ti. A ver, estoy más adelante que atrás en la cola, búscame.

Qué tonta es. Me dirigí a la mitad de la cola hacia adelante y me limité a mirar a cada persona un poco por encima pero no hacía falta hacer eso. La reconocí en seguida, estaba de espaldas y vaya la camiseta que me llevaba.  

-¡DINAH!- Grité fuerte.

Todas las miradas se posaron en mí como si de una loca se tratara. Empecé a correr hacia ella, sujetando con la mano la cámara que me colgaba del cuello, se giró y yo me abalancé sobre ella. Casi se cae, casi nos caemos.

El abrazo duró bastante, lo que tenía que durar. Las miradas del principio ya se disiparon. Nos sentamos a charlar porque ella ya estaba cansada de estar de pie, aunque para el fin de la espera quedaba escasos minutos.

En el momento que comenzamos a hablar lo confirmé, parecía como si nos conociéramos de toda la vida. Era muy agradable y fue muy agradable en general el encuentro.

Estuvimos hablando de las ganas que teníamos en entrar y todo lo que chillaríamos, nos reíamos, nos hacíamos foros. También de donde se situaba su casa, me dijo el nombre de su calle pero se me olvidó rápidamente, vivía en un piso pero no muy pequeño y de ahí le llevó a preguntarme.

-Pero, ¿no has traído maleta?

Pensé un segundo.

-¡Mierda!- Me salió del alma.

Eso es, ¡mierda! Toda mi ropa, el neceser. ¡Llevaba sujetadores nuevos!

- Joder, seguro que me la he dejado en el taxi, ¡tengo que llamar a la agencia!

Eso sería inútil, apenas me había fijado en el conductor y menos en la matrícula. Pero en ese momento no pensaba ni sabía lo que decía, ¿vale? ¿Cuántos taxis podrían haber pasado por el aeropuerto? Seguro que el número no me podría caber en la cabeza.

- Ahora no puedes.- Me avisó mi amiga.

Señaló con la cabeza, estaban abriendo las puertas y se le escapó esa sonrisa. La maleta la di por perdida y lo dejé pasar rápido. Preocuparme no me serviría de mucho. Preocuparme no haría que la maleta volviera sola.

- Tranquila, yo te dejaré ropa y todo lo que necesites.- Me dijo.

Su ropa me quedaría un pelín grande pero es que yo era delgada. Aunque Dinah tenía cara de angustiada se le fue pasando rápido, como a mí. Pronto afloraron los nervios dentro de mí y supongo que en ella también. Nuestras sonrisas eran las más grandes del mundo en ese momento.

Nos miramos, sonrió y después yo. Empezamos a avanzar en la cola y rápido nos pasaron a una sala donde nos dieron un papel que teníamos que firmar. Se trababa de no decir nada a nadie después de la grabación, ya que el programa no se emitiría por televisión hasta otoño. Todo tenía que se como un secreto.

La suerte de mi vida. (Adaptación Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora