Capítulo 5.

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Camila POV.

Me arrastraba en dirección contraria a la salida. Eres un hombre que vestía de negro, me pude fijar en su cara, y sobre todo, en su calva; ya sabía quien era. Éste es quien se había llevado mi cámara después de habérsela dado a Lauren. Me había metido en un lío. Abrió una puerta que dio a un pasillo solitario, íbamos avanzando puertas a paso acelerado. Me dolía el brazo de la fuerza con la que me apretaba, tampoco tenía intención de salir corriendo. Finalmente el, decidido, abrió uno de esas puertas, era un camerino. Me sentó en una silla. Observada aquella pequeña sala. Miraba a un lado y a otro. Sin comprender casi nada. Y entonces:

- Gracias Valentín.

La voz más dulce que jamás escuché se encontraba detrás de mí. Era su voz, giré la cabeza de inmediato. Lauren rodeó mi silla y se arrodilló posando sus manos en mis rodillas. Me miro y sonrió.

- ¿Estás bien? Valentin a veces se pasa un poco.

- S-si si, ahora estoy perfectamente.- La voz me temblaba, igual que mi cuerpo levemente. Lauren volvió a sonreír y se levantó.

El supuesto Valentín que había estado de espaldas se giró y cogió mi hombro.

- Sabes que está prohibido las cámaras aquí,¿no?

- N-no, no lo sabía.

- Me estás tomando el pelo.- Me cogió más fuerte y fruncí el ceño.- Has firmado unos papeles antes de entrar, ¿piensas que soy gilipollas? ¿Lo crees?

- ¡Valentín!- Soltó Lauren con genio. Este la miró.- Haz el favor de irte.

Pasó un momento, él enfurecido soltó bruscamente mi hombro y salió por la puerta. Pensé que ese tío estaba loco. Me puse bien la camiseta que quedó enseñando el hombro. Y parte de mi sujetador. Lauren se acercó.

- Lo siento.- Cogió el cuello amplio de mi camiseta y lo volvió a poner de la manera inicial.- Yo no elijo a mis 'guarda espaldas' por así decirlo.

- No te preocupes.

Ella fue a buscar algo en su bolso que colgaba de un perchero. Tenía que hacer puntas para llegar bien. Por una vez más me fijé en sus piernas. Estaba totalmente nerviosa, no me comportaba como yo, algo que odio. Por fin sacó mi cámara. Yo me levanté de esa silla, Lauren al girarse no esperaba verme levantada, se sorprendió un poco pero sin que se notara demasiado.

- Aquí está, tengo un montón de cosas en el bolso.- Su risa en directo me mataba el doble.- Por cierto, he visto el vídeo.- Perfecto, ahora había revisado mi cámara. ¡Mierda! ¡Mis fotos haciendo el tonto! Por suerte no mencionó nada de eso. Tuve que reaccionar.

- ...Y, ¿qué tal?- No sabía que decir.

- Bastante bien la verdad; porque solo me enfocas a mí.- Se ríe.

- Sí, entonces ha de estar bastante bien.- Me río incómoda. Ella me mira en silencio un momento.

- Lo he tenido que borrar, claro.

- Vaya, me hubiera gustado verlo.- ¿Por qué había dicho eso?

-Normas del programa. Pero bueno, para verme a mí en el video puedes disfrutar ahora.- Vuelve a reír.

- Es verdad.- No sabía que decir.

Esperaba que esa conversación durase toda la vida, por muy sosa que fuese. Cada vez que me miraba una parte de mí se derretía lentamente, y no paraba de mirarme. Nos quedamos un rato calladas, su silencio no me incomodaba. Mi mirada por un momento se pasó a su boca, pero rectifiqué rápidamente. Creo que se dio cuenta, la verdad había sido un poco descarado. Por favor, Camila, compórtate como una persona normal por una vez en tu vida. Finalmente, ella habló.

-¿Quieres que te lleve a algún sitio?

-La verdad es que estaba con una amiga, pero.. La he perdido.- Dinah, a saber donde estaría.

-Ven.- Volvió a sonreír.

Salimos de esa sala, me llevó por los pasadizos y bajamos unas escaleras. Yo solo la seguía y el único ruido que se podía escuchar era el de sus altos tacones. Entramos en un parking. Y ella saco la llave de su supuesto coche, a este se le encendieron las luces y los retrovisores se abrieron automáticamente. 

- ¿A...a dónde vamos?- Formulé. 

- A buscar a tu amiga, ¿no? ¿Sabes dónde puede estar? 

- Emm... Tendría que estar en la salida. 

Y ahí nos dirigimos. Yo, en un coche, con Lauren. No sabía donde dirigir mi mirada y solo deseaba que ella no lo notara. Buscamos un rato, mi sentido de la orientación no era muy bueno pero no sé si esa puerta era la de salida. Dimos un par de vueltas y nada. Saqué mi móvil del bolsillo, mierda, se había quedado sin batería. Ella se fijó.

- Usa el mío si quieres.

-  Será inútil, no me sé su número. 

- ¿Y su dirección la sabes?

Hice un esfuerzo por recordar, pero mi cabeza no me obedecía. Hice un chasquido con la lengua e hice un 'no' con la cabeza.

- Qué previsible eres, ¿no?- Se rió.

- Si te dijera que me he dejado la maleta en un taxi...

Se volvió a reír mientras seguía conduciendo, a mí no me hacía tanta gracia, seguramente por los nervios. Tampoco estaba dispuesta a hacer una risa que sonara falsa. Lauren se dió cuenta e intentó esconder su risa poniendo una cara sería. Al rato yo no me pude contener y se me escapó una risa entre dientes, no me entendía a mi misma de verdad, y finalmente nos reímos juntas. No entendía que pasaba.

- Oye, no te preocupes. Te vienes a mi casa y ya.

¿Hola? ¿Me está invitando a su casa? No me gustan estas bromas. Me quedé muda literalmente. ¿Dónde podría ir sino? Me gustaba la idea, me encantaba, enloquecer creo que es la palabra. Pero estaba paralizada. Al ver mi reacción, dijo:

- Va,  que no muerdo... la mayoría de las veces jajaja.- Nos reímos.

- Me parece... perfecta la idea. 

¿Sí? ¿Es verdad? Es verdad. Nos dirigíamos a su casa. El camino no era largo. La carretera estaba casi vacía. Al rato me preguntó: 

- Osea, ¿que no eres de aquí? 

- No, no lo soy. ¿Cómo lo sabes? 

- Por una parte porque soy muy inteligente y por otra pequeña parte porque me has dicho que te has dejado la maleta en un taxi- Sonrío. 

Claro, si es que yo era tonta. Respondí: 

- Yo creo que ha sido por la primera parte, ¿eh?

Se rió y me miró por un instante, después volvió a centrar su espectacular mirada en la carretera. Yo me atreví a mirarla a ella. Sonrió. No paraba de hacerlo. Y yo prácticamente estaba como un flan. Su larga melena le llegaba prácticamente a la mitad de su espalda. Observaba como si de un monumento se tratara. 

- ¿Qué miras?- Me preguntó sin apartar la mirada de la carretera. 

- A ti, ¿te incomoda?- Suelta una risita.

- Pues un poco. 

- Tranquila, yo la mayoría de las veces tampoco muerdo. 

A lo mejor no mordía pero en ese momento me la comía con la mirada. Quería guardar ese momento para siempre. Para que luego se convirtiera en un recuerdo claro y poder volverlo a vivir. Sus pestañas largas eran aún más hermosas. Me desenganché por fin de ella y miré por la ventana. Pronto llegamos a su casa.

La suerte de mi vida. (Adaptación Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora