Capítulo 3. Nueva vida
Pasaron unos cuatro malditos años desde que estoy en el orfanato, se me han acercado varias niñas queriendo simpatizar conmigo, pero me he quedado sin decir una palabra, porque no necesito amigos, no necesito a nadie más que a mí misma en este momento, y así será por lo que me queda de vida.
Desde que golpeé a Dayanna soy otra. Mi anterior personalidad de tímida y buena ha cambiado, ahora soy una rebelde sin causa, una enfermedad sin cura, un alma condenada, una vida del diablo...
En el orfanato, todos eran muy amables conmigo, me trataban bien y trataban de animarme y comprenderme. Nunca recibí un maltrato por parte de alguno de los chicos o por parte de las hermanas.
Así es, me habían dejado en un orfanato religioso. Todo era alegría y color, y es por esa misma razón que yo no pertenecía a ese lugar. Mi vida estaba demasiado podrida como para seguir en un lugar el cual podía hundir con tan sólo mi presencia.
Debido a que soy una incompetente para mantenerme con vida. Por lo que preferí ahogarme en un pozo sin fondo dentro del orfanato, que fuera de este. Al día de hoy me sigo preguntando cuál fue la diferencia de derrumbarme dentro o fuera del orfanato. Tras tanto tiempo de razonamiento sobre mi presencia en el orfanato decidí que debería fugarme, de todos modos a mitad de año cumpliría los dieciocho y no creo que nadie quiera adoptarme, ni tampoco es como si yo quisiera que lo hicieran. De hecho me comportaba de la peor forma para que no se fijaran en mí, no quería una familia cuando la mía estaba completamente destruida.
Como ya no le importaba a nadie y no me importaba nadie, decidí que aceptaría la oferta que me habían hecho unos chicos de no más de veinte años. Ellos me habían ofrecido entrar a un negocio de traficantes de drogas y que si estaba interesada que ellos me esperarían a medianoche en el mástil del parque de la ciudad. Dijeron que si aceptaba ellos me pagarían bien y me darían un techo para pasar la noche y que si gustaba, también me brindarían un poco del producto.
En este momento eran las doce del mediodía, estábamos todos desayunando juntos en el comedor, los más chicos estaban jugando con la comida, mientras que los más grandes charlaban con una sonrisa grabada en su rostro por la conversación animada que mantenían. Las hermanas sirviendo a cada chico su almuerzo y después estaba yo, la chica que se sentaba sola, pero que enseguida estaba rodeada de muchos chicos de su edad por falta de bancos. Todo aquel que se sentaba a mi lado intentaba sacarme una sonrisa o incluso hacerme decir más que un sí o un no.
-Astrid- Escucho que me llama Dylan, uno de los chicos más simpáticos del orfanato. Levanté mi cabeza y lo miré fijamente para que continuara hablando
- Quería saber si... tú... quisieras... -Dice tartamudeando y puedo ver lo nervioso que está por decirme lo que tiene pensado, y los veinte ojos puestos en él no ayudan a que prosiga, por lo que por primera vez, me intereso en intervenir para que no se mofen de él más tarde.
Observo a todos con una ceja alzada y al comprender mi mensaje de "¿Acaso no tienen vida propia?" comienzan a hablar nuevamente entre ellos. Dirijo mi mirada hacia Dylan que ahora se ve un poco más tranquilo ya que no hay miles de ojos puestos en nosotros. Espero paciente a que continúe y él parece tomar valor para hablar. Empujo mi plato hacia adelante, del que no probé ni un bocado y me apoyo en mis brazos esperando su pregunta.
-¿Podemos hablar afuera?- Me pregunta.
Yo suspiro y asiento levantándome de mi asiento para seguirlo a través del comedor y desembocar en el patio del orfanato, donde las flores están floreciendo y las hojas de los árboles crecen al son de la primavera. Siento a un Dylan nervioso a mi lado y entonces me acuesto en el suelo para sentir el sol en mi cara, siento que Dylan también se acuesta a mi lado, a una distancia prudente de mí, lo escucho suspirar y comienza a hablarme.
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Dulcemente Mafiosa
Ficção AdolescenteNo tengo salvación, sólo puedo seguir consumiendo crack para seguir viva. La vida es una mierda y nada va a cambiar el hecho de que lo sea. Pueden haber algunos detalles diferentes en mí, pero nunca cambiaré del todo. Siempre seré Dulcemente Mafiosa...