1.Primera mierda en mi vida

104 17 8
                                    

Capítulo 1: Primera mierda en mi vida.

Estoy en mi cama intentando regresar a mi sueño, pero escucho unos sollozos pertenecientes a mi madre que me despiertan. Me reincorporo y acomodo un poco mi despeinado cabello, descubro mi cuerpo ataviado en un precioso camisón de satén y me levanto de mi cama y salgo de mi habitación encontrándome a mi madre arrodillada en el suelo del pasillo llorando mientras cubría su cara con sus manos y con una hoja en el suelo que parece ser una carta.

Tomé la carta del suelo y pude distinguir la prolija e ilegible caligrafía de mi padre. A medida que procedía mi lectura mis ojos se cubrían con una capa cada vez más gruesa de lágrimas que expresaban tristeza, bronca y enojo.

"Queridas Sara y Astrid:

Lamento mi repentina ida, pero lo único que puedo decirles es que lo hago por su propio bien y para mantenerlas protegidas, al igual que a Kasper, en estos momentos sería una amenaza que nosotros permanezcamos con ustedes a su lado. Esta partida me duele en el alma y en el corazón, pero es necesaria, corren peligro de esta forma y lo más seguro es que nos vayamos. Las amo con todo el corazón, nunca lo olviden. No puedo asegurarles que volveremos, pero puedo decirles que no las dejaré de amar ni un solo instante.

Kasper no ha querido irse, pero ambos sabemos que sería ponerlas en peligro si nos quedamos. En estos momentos siento que me están desgarrando pedazo por pedazo, y eso es porque ustedes siempre serán uno de los acontecimientos más maravillosos y hermosos de mi vida. El haberte conocido Sara es un recuerdo imborrablemente mágico. Y el haberte tenido en brazos y criado fue una de las experiencias más placenteras de mi vida Astrid.

Cada momento a su lado fueron, son y seguirán siendo lo más atesorado en mi memoria.

Las amo y las extrañaré mi reina y mi princesa.

Philip Collins"

Me lancé sobre mi madre y la estreché en mis brazos, mientras mis lágrimas huían de mis ojos y recorrían mis, ahora húmedas, mejillas. Mi madre se aferró al abrazo fuertemente mientras la escuchaba llorar en mi oído, acaricié su espalda en un intento de reconfortarla y reconfortarme, era imposible calmarse en tan poco tiempo, y menos por lo que estaba pasando ahora.

No sé cuanto tiempo estuvimos así, hasta que mi madre habló.

-¿Qué vamos a hacer hija?- Dijo sollozando todavía, pero intentando limpiar mis lágrimas.

-Saldremos adelante mamá, ya lo verás.

Después de habernos "recuperado" de esa "situación" bajamos a desayunar con las pocas ganas que nos quedaban. Las palabras de mi padre siguen grabadas en mi cabeza a fuego.

"Es por su propio bien"

"Las amo"

¿Cómo puede amarnos una persona que nos abandonó cuando tuvo la oportunidad?

¿Cómo puede ser por nuestro propio bien que nos abandone de la noche a la mañana sin más explicación que la de que lo hace para protegernos?

Concentré mi atención en mi madre que pretendía sonreír para, lo que yo supongo, no hacerme sentir peor. Pero peor de lo que estaba ya no podía estar ese día. Fingí sonrisas, fingí estar bien por mi mamá, pero ya nada era igual.

Mi madre lloraba cada noche en su habitación para que yo no la oyera, pero yo me acercaba a su puerta y la escuchaba llorar. Mi madre lloraba sin consuelo. En un día perdió lo que más adoraba y amaba: La familia.

Había perdido al hombre que amó y que aún seguía amando a pesar de su abandono, aquel que le prometió eternamente estar juntos, pero que la deja con su hija para huir con su hijo, mi hermano.

Mi hermano.

No entiendo qué tiene que ver él con esto, la carta no dice nada, sólo que él nos ama, que le duele en el alma el dejarnos y que es por nuestro propio bien. Esa carta no sólo me privó de un padre, sino también de un hermano, mi adorado hermano mayor que siempre me escuchaba, que siempre me animaba, hablaba y pasaba tiempo conmigo, quiero a Kasper conmigo.

A aquel hermano que tiene quince años, pero parece un niño de tres, aquel que dice que me casaré a los cuarenta y que no tendré sexo hasta los cincuenta. Aquel que quiere que muera intoxicada probando lo que él llama comida.

Sin él me sentiré completamente sola.

"Ya estás sola"

Me grita mi subconsciente, y no puede tener más razón.

Mi padre se había llevado a mi hermano, pero también se llevó parte de mis sentimientos y cordura consigo. La poca cordura que me quedaba la conservaba por mi madre, todo lo que haría de hoy en adelante sería por y para ella, para intentar que se sintiera orgullosa de mí y concederle un poco de la felicidad que se merece y mereció siempre.

No le guardé rencor a mi padre, porque eso sería absurdo de mi parte. Él habrá tenido sus razones, razones las cuales no entiendo, pero estoy segura de que si hay alguien allá arriba se encargará de hacerlo arder en las llamas del infierno.

A partir de ese día, cuidé de mi madre más que nunca, hice todo lo posible por verla reír cada día, después de haberla escuchado llorar cada noche. Mi madre siempre tuvo una sonrisa cada día para regalarme y habíamos salido en varias ocasiones a lugares diferentes para celebrar cualquier cosa bonita que nos pasaba. En varias de esas salidas me pareció ver la silueta de mi padre observándonos en la distancia con la compañía de mi hermano, pero al fijar mirada donde los veía ,no había nadie allí. Con el tiempo me convencí de que eso era un efecto de la añoranza que me provocaba el pensar en ellos.

En ese entonces tenía 13 años, era una niña tonta que no sabía defenderse, que recibía constantes burlas de parte de sus compañeros por culpa del abandono de su padre y por consecuencia, también su hermano. La escuela se había convertido en un infierno para mí, era víctima de varios golpes y burlas, no entendía cómo es que se habían enterado de mi situación familiar ni por qué se comportaban de esa forma conmigo. Eran tan crueles, reían al verme llorar, se divertían al verme tirada en el suelo. Abusaban de mí, me utilizaban para sus bromas, me odiaban sin razón alguna. Se aprovechaban de mi fragilidad y sensibilidad. Yo moría por dentro, pero me mantenía sonriente frente a mi madre.

Ella siempre fue mi pilar, siempre es el primer pensamiento con el que me levanto en la mañana y el último con el que me duermo en la noche. Es por la única razón que intento verle el lado bueno a mi vida.

Ella es mi debilidad, porque ella es mi vida. Sin ella me derrumbaría, porque ella es lo único bueno que me queda. Sin ella no me siento sola. Porque esa es la realidad, yo estaba sola, no tenía amigas, nadie me quería, nadie me hablaba, sólo ella. Estábamos ella y yo solas frente al mundo, porque la verdad, nadie nos puede ayudar.

Mi madre es hija única, sus padres fallecieron cuando yo tenía tres años, y la familia de mi papá, se ve que nunca supimos nada de ellos, porque al parecer no viven en nuestro país, sino del otro lado, en otro continente, y nunca se dignaron por aparecer a conocernos a mí o a Kasper. En fin, mi madre posee una herencia con la cual estamos sobreviviendo, pero no nos dura más de dos meses, por lo que ella consigue un trabajo en un bar y nos mantiene a ambas.

En ese entonces yo era una persona dulce y tímida por así decirlo, a pesar de los malos tratos, yo seguía siendo amable y todos se aprovechaban de eso.

Pero ahora todo es diferente, ya no soy la niña tonta de antes, algún hijo de puta que diga algo de mi familia y lo encuentran muerto mañana. Ya nadie se atreve a mirarme a los ojos por el miedo que les causo y si les hablo tiemblan de miedo sabiendo de lo que soy capaz. Y saben que soy capaz de eso porque ahora no hay nada que me detenga, no hay quién me retenga. Mi vida se puede ir al demonio, ya nada me interesa en este momento.

************************

Hola!

Este es el primer capítulo, esperamos les guste y la verdad ha sido difícil de escribir, pero no tanto.

Aún no habrá foto de nuestra protagonista, porque aquí tiene trece años y su historia comienza alrededor de los dieciocho, veinte años aproximadamente.

Besos

Luz y Kari♥

Dulcemente MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora