¿Y si fuera cierto?

7

Estamos de nuevo en el mini Cooper de Daniela.

–¿Tienes auto, Adam?

–Lo tengo aparcado en el Royal Tower.—sonrío.

–Entonces recógeme en el parque que está frente al edificio a las 7 de la noche. Nuestra cena va a ser genial, así nos conoceremos más.

–Siete de la noche. Seré puntual.

Llegamos al mismo punto en el que frenó al verme. Estoy a punto de bajarme y ella me detiene del brazo, se acerca, me acaricia la cara y me da un tierno beso.

–Nos vemos en la noche.—sonríe.

–Adiós, te llamaré.

Bajo del auto. Ella prende la radio y en unos segundos ya se ha marchado.

Vuelvo hasta la cafetería en la que nos conocimos. Me percato de que un poco más allá se encuentra una licorería, por fuera se ve considerablemente amplía. Entro y me dirijo a la sección de cigarrillos. Decido que éste es el punto de quiebre en mi vida. Tengo que dejar los cigarrillos, así que esta caja será la última. Voy a la caja y me llama la atención una botella de whisky Jack Daniels . Tomo una del anaquel y pienso que sería bueno llevarlo a casa, tenerlo en el bar de mi padre y quién sabe, hasta me sirva para brindar con Daniela si las cosas van bien hoy.

"Imbécil." Un insulto rompe el silencio, al menos yo lo he oído. Busco a la persona que lo ha dicho. La tienda está casi desierta. En la sección de vinos hay una señora buscando una cosecha en especial. No hay forma de que la señora haya sido la del insulto.

Vuelvo a dirigirme a la caja para pagar lo que voy a llevarme.

Un tipo afroamericano me recibe amablemente. Me pide mi identificación para asegurarse de que ya tengo edad para comprar licor. Paso la tarjeta y salgo de la tienda con una bolsa de papel y los últimos cigarrillos de mi vida en el bolsillo.

Ahora si cruzo la calle. Voy directo hasta el estacionamiento. El vigilante de esta mañana no se da cuenta de que acabo de entrar. Llego hasta el Toyota Corolla negro del 2014. Me subo. Pongo la botella en el asiento del copiloto. Prendo la radio y está sonando 21 guns de Green Day.

Se me ocurre una idea. Saco un mechero de la guantera. Cojo de nuevo la bolsa de papel con el whisky y bajo del auto. Definitivamente este lugar es increíble, me trasmite buena vibra y paz, además, tiene una vista hermosa de la ciudad, así que es justo que la disfrute.

Subo al Royal Tower de nuevo. Tengo planeado llegar hasta el techo del edificio, ver el atardecer, fumarme un cigarrillo y "celebrar" el cambio en mi vida.

La recepcionista se sorprende al verme de nuevo.

–Joven, ¿vuelve a ver a la doctora?

–Hola. No, no. Solo he olvidado algo arriba, no tardaré más de cinco minutos.—sonrío para parecer sincero.

La señora asiente. Me agrada que no indague, ni pregunte demasiado.

Me dirijo de nuevo a las escaleras y entonces noto que la puerta del ascensor está abierta. Lo pienso un segundo. Si mi vida va a cambiar a partir de hoy, entonces tengo que empezar a usar los ascensores; además me cansaré menos. Entro y presiono el botón 15. La puerta se cierra y suspiro un poco nervioso. La máquina hace un movimiento ligero. Está en marcha. La pequeña pantalla negra con números rojos va cambiando lentamente. Me miro en el espejo enorme que hay a mi espalda. Me desabrocho un botón de la camisa. Vuelvo a pasar la mano por mi cabello en un intento desesperado por volverlo a peinar.

Piso 11.
Nadie ha subido, estoy solo.

Piso12.
"Vuela". Oigo esta frase claramente. Me incómodo.

Piso 13.
La voz es cada vez más alta. Repite "vuela" cada dos segundos.

Piso 14.
Falta un solo piso. El viaje se me hace eterno.

Piso 15.
La puerta del ascensor chilla. Se abre y salgo lo más rápido que puedo.

En este piso no hay nada. Pareciera que está a medio construir o en etapa de remodelación. Unas escaleras dirigen hasta una especie de cuarto superior. Subo. Estoy frente a una puerta de madera. Cojo la perilla con fuerza, le doy un giro de izquierda a derecha. Oigo como se abre y una luz naranja entra, llenando de color el oscuro último piso. Afuera hay un sunset increíble.