One. I'm late

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Siempre fui catalogada como la chica virgen que no encajaba en ningún lugar. A dónde quiera que iba era perseguida por esa palabra susurrada por mujeres de moral altamente distraída, balbuceada de par en par aún cuando lograba escuchar claramente un: mojigata. Cada vez que caminaba por el corredor de la preparatoria.

Si hubiera dejado que eso me afectara no estaría ahora aquí. Retrasada 3 días y siendo mi primer día en la universidad. Oh si, el monstruo abandone cualquier esperanza al entrar aquí.

El campus era digno de reconocer y más cuando su política ambiental era muy estricta. Prohibiendo el humo de tabaco para los alumnos y trabajadores, al menos dentro del plantel.

La mujer detrás de la ventanilla me miraba de manera desaprobatoria mientras el papel se terminaba de imprimir. Cuando este se deslizó finalmente por la impresora, la mujer me echó un vistazo y me entregó el papel.

Caminé fuera del área administrativa y sostuve el papel entre mis manos. Tenía marcada mi próxima hora en el edificio C.  Era un miércoles despiadadamente soleado, mi corazón golpeteo mi pecho cuando el croquis impreso junto a mi horario me confirmó que el aula 11 de ese edificio era el de mi clase.

Sujeté el pomo con fuerza, tratando de mantener a raya mis recientes palpitaciones descontroladas. Era sólo un día normal...con personas que no conocía, en una ciudad que no conocía.

Quise evaporar esos pensamientos y me sorprendí al empujar la puerta por mi misma, con una convicción que creí haber olvidado empacar cuando dejaba NY.

Di un par de pasos y cerré la puerta tras de mi. El aire acondicionado envió un escalofrío a mi espina dorsal. Me dije a mi misma que siendo adultos nadie me miraría como el bichito raro.

Experimenté justo lo contrario al ver muchos pares de ojos mirándome. Escanie rápidamente el aula, notando lo incomodo que  sería el semestre; siendo un grupo compuesto por aproximadamente 20 chicos y 3 chicas -ya que aún no me sentía parte de él-.

Me senté en el fondo evitando más contacto visual por ahora. Ignoré la mirada inquisitiva de los chicos que farfullaban entre sí.

Mamá iba a desfallecer cuando le contara acerca de mi grupo que lucía igual a una unión de pandilleros de Brooklin.

Comencé a garabatear mi libreta, reduciendo con ello mi creciente temor a permanecer más de un mes aquí.

-Pst-, escuché -disculpa- una chica tocó mi antebrazo con cautela. Su cabello rubio en rizos enmarcaba su rostro  y definía favorablemente sus ojos miel. Sonrió haciéndome imitar el gesto de simpatía -¿Tienes un bolígrafo que me prestes?
-Si- Murmuré bajito hurgando en mi mochila rosa. Extraje uno de tinta azul y lo coloqué en su diminuta mano.
-Gracias- movió su cabeza. -Me llamo Ashley Green- introdujo.
-Mia Taylor- respondí y estrechamos nuestras manos.

                Una semana después

No sé en que momento mis ojos no obedecían mis órdenes pero se entretenían espiando al sr. Jeans ajustados. Viéndolo caminar de un lado a otro, con extremo asombro. Siempre procurando mantenerse en una actitud relajada para los demás, despreocupado de sobre manera; sin embargo, cuando sus ojos grises se topaban con los míos, me percataba cada vez más de que había algo que no andaba del todo bien respecto a él.

Su mirada era fría y tortuosa... En compañía de un par de otros sentimientos que me eran difícil de descifrar y por ende, eso me hacía alejarme de él. Evitaba cualquier simple e insignificante contacto que nos relacionara en algo.

Mr. Tight PantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora