No pasa mucho tiempo cuando finalmente llego a la universidad, e inmediatamente puedo admirar la gran cantidad de gente que hay; algunos chicos se despiden de la familia, otros juegan en los jardines, y unos pocos, cantan a gritos bajo la música de sus auriculares.
Aparco el coche justo al lado de unos jóvenes que parecen jugadores de futbol, bajo del vehículo con naturalidad, y de reojo, veo como uno de ellos se acerca con paso firme hacia mi. Logro distinguir que es alto, y rubio, pero su color de ojos no me queda claro, puede que sean verdes, o tal vez azules, aunque posiblemente, resulte una combinación de ambos.
— Nena, ¿y este coche? — Me dice.
Su voz es suave, pero varoníl, y lo más importante: ¡está buenísimo!, aunque está claro que es de aquellos que traen a todas besandole los talones.
— ¡Basta Cristina!, has venido a estudiar, y no a fijarte en los chicos. — Pienso, y trato de controlar la emoción que me produce hablar con un tío tan guapo como él en el primer día.
— Para empezar, te pido que no me llames "nena", porque dejame decirte algo, no soy tuya, y tampoco una bebé, ¿entiendes?, y sí, has acertado, es un coche, ¡BRAVO!. — Lo observo, y por un segundo, llego a pensar que lo conozco, ya que sus ojos me resultan familiares. Noto su cara de sorpresa, y tras escuchar como sus amigos "vivorean", me decido por darle la espalda y buscar mi habitación, pero algo me detiene, y ese algo, es una mano, sujetando la mía.
— ¡Hey!, no tan rápido, ¡claro que sé que es un coche! — Expresa. — reconozco que es un Lexus muy bonito. — Sonríe. — por cierto, ¿cuál es tu nombre?.
— ¿Para qué lo necesitas?, ¿es que tu no tienes el tuyo? — Le digo arqueando una ceja.
— Tranquila... — Dice, y levanta los brazos como si fuera a defenderse. — solo es una pregunta — ríe. — y sí, sí tengo uno, me llamo Lucas, encantado nena. — Me extiende la mano, y aunque por un momento pienso en responder, ruedo los ojos y decido irme, ignorando por completo su acción.
Camino emocionada a la entrada, me dirijo a la habitación que desde antes me habían asignado, y en cuanto llego, me sorprendo al ver lo espaciosa y acogedora que es.
Comienzo a guardar mis cosas en los estantes vacíos, pues al parecer, alguien ha llegado antes que yo; de pronto, la puerta se abre, y entra una chica muy guapa, de ojos verdes y cabello castaño.
— Hola — Me saluda con una gran sonrisa. — soy beatriz, tu compañera — recoge un mechón de su cabello tras la oreja. — encantada.
Le estrecho la mano amigablemente.
— Bienvenida, yo soy Cristina. — Le sonrío.
Ella camina por la habitación, y se sienta sobre su cama.
— Creo que te conozco, desde la ventana he visto que hablabas con Lucas.
— ¿Yo?
— ¡Sí, tu!, y no puedes negarlo.
— Bien, es verdad, aunque en realidad no hablamos nada bueno, me pareció algo... tonto.
— ¡¿Qué dices?!, chica, tonta serás tu al pensar eso. — Bromeó. — ¡cuéntamelo todo!.
— Pues... supongo que quería saber sobre el auto.
— ¿Cómo que supones?.
— Te lo he dicho, no hablamos casi nada, luego de que preguntó mi nombre, decidí irme.
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no soy tu nena #NDAWARDS2016
Teen FictionCristina, desde que empezó su primer año de instituto, no fue la chica más popular de todas, sino todo lo contrario, "una empollona", como la llamaban sus compañeros; pero la verdad, eso nunca la perjudicó, al contrario, la ayudó a ser como es y a v...