#01: Flores y recuerdos.

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Coloqué la última blusa que me quedaba por guardar en la maleta y suspiré, aliviada. Hacía más de dos horas que estaba empacando toda la ropa, debido a que mi vuelo salía en la noche.

Luego de tres años en Europa, por fin volvería a Canadá. He vivido en Londres, junto a mi abuela, desde que cumplí la mayoría de edad y luego de cuatro años decidí volver, simplemente por extrañar a mi familia... Bueno, algunos miembros de esta.

—No puedo creer que te marches —oí a mi abuela suspirar.

La miré. Las lágrimas cayendo por ambas mejillas, pero aún así mantiene una sonrisa.

—Sabes que puedes venir conmigo si quieres —le recordé.

Era obvio que me diría que no, ella estaba bien en Londres. Además de que está emparejada con Daniel, un contador con bastante edad que la trata de maravilla y que me ha tratado de muy bien en mi estadía allí. Mi abuela no lo dejaría por nada del mundo, es obvio que por más que insista en que vuelva a Canadá conmigo siempre se va a negar.

—Sabes que estoy bien aquí —suspiró—. Quiero mucho a Daniel y no quiero dejarlo aquí, solo.

Justamente la respuesta que me esperaba, un no indirecto pero a la vez directo.

—Lo supuse —sonreí—. Me alegra saber que te dejo en buenas manos —le doy un guiño.

Ella rió y se acercó a mi para darme uno de sus cariñosos abrazos, el cual devolví de forma inmediata.

Me dolía irme y dejar a mi abuela, sabía que Daniel es una persona muy buena y que la cuidaría, pero necesitaba ver todos los días, con mis propios ojos, que estaba bien.

La opción de quedarme a vivir en Londres siempre estuvo en mi mente, pero mi madre dijo que si yo no volvía ella vendría a por mi. Porque, supuestamente, todos en la casa me extrañan, aunque dudaba mucho que Charlotte me extrañara. Puede que seamos gemelas, pero no nos llevábamos muy bien que digamos, ella es una de las razones por las que decidí venir a Londres apenas terminé el colegio.

—Dejemos el drama y las lágrimas para más tarde, Nash está abajo —me ofreció una sonrisa pícara.

Puse los ojos en blanco y salí rápido de mi habitación para luego bajar corriendo las escaleras. Al entrar a la sala pude ver a mi mejor amigo sentado en uno de los sofás con un ramo de rosas en su mano. Siempre siendo tan lindo.

—¡Nash! —me tiré a su lado, asustándolo.

Él maldijo y me dio una mala mirada que no duró mucho, ya que en pocos segundos me tenía entre sus brazos. Suspiré y lo abracé fuerte, sabiendo lo mucho que lo extrañaría.

—Son para ti —sonrió, tendiéndome las hermosas flores.

Nunca me gustaron mucho las flores, y Nash lo sabía, pero en nuestros años de amistad él varias veces me ha regalado flores. "Eres mujer Ashley, debes amar las flores", esas fueron sus palabras cuando le pedí que no volviera a obsequiarme flores.

—Están bonitas.

—No puedo creer que te irás... Te extrañaré demasiado —tomó mi mano, en una muestra de afecto amistosa.

Yo también le extrañaré mucho, él fue la primer y única persona que me trató bien desde que llegué a Londres. No es que yo era una de esas antisociales que no le hablan ni al perro, al contrario, me encantaba hacer nuevos amigos, pero lamentablemente en esa ciudad hay muchas personas hipócritas.

—Sabes bien que si quieres ir a visitarme, las puertas de mi casa estarán abiertas para ti —sonreí.

—¿Y qué hay de tu familia? Ellos me odian desde el incidente de Año Nuevo —rió.



31 de Diciembre, 2014. Londres, 23:58.

Fruncí el ceño al notar que Nash no estaba por ningún lado, en dos minutos sería año nuevo y no quería que se mandara alguna de las suyas, no mientras estuvieran mis padres y hermanos. Mi familia ha venido a pasar año nuevo aquí en Londres y realmente quería que la pasen bien.

—¡Es hora de ir al patio para admirar los fuegos artificiales! —Mi abuela gritó emocionada al oír el ruido del estallido de los primeros fuegos artificiales que los vecinos comenzaron a tirar, ya saben, esos que parecen no tener reloj porque aveces faltan como veinte minutos y ellos ya están tirando la pirotecnia.

Todos salieron al patio trasero de la casa que mi abuela comparte con Daniel, su pareja, y yo le dí una última mirada a la casa. Ni una sola pista de Nash. Joder, ¿dónde se habrá metido? Idiota, no puede desaparecer así como así. Vaya amigo el mío.

Salí al patio trasero y todos estaban con grandes sonrisas en sus rostros mientras admiraban los fuegos artificiales.

—¡Hora de que tiremos nuestros fuegos artificiales!

Peor que la chica del exorcista me giré hacia esa voz, Nash se encontraba al lado de la parrilla, bastante ansioso por hacer estallar todas las maravillas frente a él. Benjamín, mi hermano, y mi padre le alentaron para que comenzara a tirar los fuegos, pero siempre algo que sale mal, las cosas con Nash son así.

En el momento que prendió la mecha de uno de los fuegos artificiales no se dio cuenta de que la mecha de otro estaba cerca y éste salió disparado hacia mi, rozando mi tobillo.



Solté una risita al recordar lo que sucedió en año nuevo, aún teniendo una pequeña cicatriz en mi tobillo debido a ese incidente. Mis padres querían matar a Nash, pero simplemente fue un accidente, además de que no fue muy grave.

—Muy en el fondo de su corazón, le caes bien a mis padres —reí.

Nash puso sus ojos en blanco y soltó una risa, de seguro también estaba recordando el accidente.

—Realmente no era mi intención lastimarte —frunció sus labios, formando un puchero perfecto.

—Lo sé —levanté mis hombros y le dí un pequeño golpe a puño cerrado en su brazo, restándole importancia al asunto.

Él se apartó rápido e hizo una falsa mueca de dolor mientras que se sobaba el brazo. Coloqué los ojos en blanco, él y su adoración por exagerar siempre las cosas.

—Hablo enserio cuando digo que te extrañaré —suspiró.

Suspiré y le abracé. Yo lo extrañaría a él, a mi abuela, a Daniel... A casi todo de Londres, pero debía volver a mi ciudad natal.

I'm Not Her ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora