Parte 1 Sin Título

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Prólogo

El hombre llegó a casa temprano, y se quedó mirando a su hija pequeña jugando en el césped con su última muñeca. Estaba hablando sola y riendo mientras disfruta sin más de su mundo de fantasía. El hombre sonrió con cariño; un poco más alejada estaba su hija mayor, que miraba con seriedad a su hermana. El hombre vio como tras mirarla con rabia, sin motivo, o tal vez simplemente porque la veía feliz, iba hacia ella y le quitaba la muñeca para lanzarla al pequeño lago que había en el jardín. La pequeña corrió hacia la muñeca para salvarla, el padre preocupado salio de su escondite y llego a la niña antes de que cayera al lago.

—¡Pau no puedes coger la muñeca!

—Es mi muñeca—La niña seguía moviéndose para poder llegar a donde estaba la muñeca.

—Se ha hundido Pau—El hombre necesita algo para alcanzarla.

—Toma papa este palo para cogerla, a la pobre Paula se le ha caído mientras jugaba.

El padre vio como Paula se tensaba entre sus brazos y como miraba a su hermana. Esperó que la delatara, que dijera que había sido su hermana quien la ha tirado, desea que su hija, por una vez, dejara de callar los agravios de su hermana mayor y pensara en su felicidad. Pero Paula solo asintió y miró a su hermana sonriente, aceptando sin más lo que esta decía.

—Gracias por traer el palo.

Lo cogió con sus pequeñas manos y con la ayuda de su padre sacaron la muñeca del lago, cogió la muñeca empapada y entró en la casa para limpiarla.

—Lo he visto todo.

—Ella...—Bianca miró a su padre, desafiante.

—Ojala un día Paula se canse de defenderte. Estoy cansado que siempre se mantenga al margen en lo referente a ti.

—Lo siento papa—Bianca sonrió con cariño a su padre, tratando de parecer afectada— Ha sido sin querer...no sé que me ha pasado...—Mientras hablaba trataba de llorar para darle más dramatismo— No lo volveré a hacer.

Pero el padre sabía que lo hará una y otra vez, siempre es así.

—Solo deseo que un día sea al revés, y que te vea a ti hacer algo por tu hermana.—El padre cansado, se pasa la mano por el pelo— Entra dentro, hablaremos más tarde de tu castigo.

Bianca asintió y con rabia en los ojos entró en la casa. El hombre se quedó observando a su hija mayor, con la vaga esperanza de que fuera a pedir perdón a su hermana, pero sabía que no lo hará. Bianca tenia la fea costumbre de tratar de demostrarle siempre, que era mejor que Paula y para hacerlo casi siempre intentaba destruirla.

No sabía cuánto más aguantaría Paula, pero esperaba que un día dejara de callar por no hacer daño a su hermana, y le plantara cara.

Enamorada del novio de mi hermana|Adaptada|PaioedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora