Me levanté un sábado a la 1:00 p.m. para desayunar, solo en mi cabeza y en mi estómago cabe la palabra desayuno a esas horas, pero no me importa, es mi día de descanso, además esos ricos chocolates me dieron energía para realizar un ayuno dormilón de mas de 12 horas :). Salgo de mi cuarto y empiezo mi búsqueda desesperada de un rico pedazo de pan dulce y un vaso con chocolate caliente, pero para mi sorpresa, solo hay un enorme plato de sancocho esperando por mi y la cara furiosa de mi mamá por mi mal hábito alimenticio :(. Le escucho decir,
Mamá: Hija, estás pálida! prefieres dormir en vez de comer. Sé que quieres descansar pero debes alimentarte bien para que puedas rendir en tus estudios, estas llevando tu cuerpo al límite.
Emma: Ay mamá, no te preocupes, estoy bien. Solo quería descansar bien y recuperar las horas de sueño perdido.
Mamá: Emma debes cuidarte, la salud es importante y estás jugando con tu cuerpo.
Emma: Si mamá, te entiendo. Trataré de comer a la hora.
En ese momento, cuando me dirigía a la cocina para comer, mi cuerpo me traicionó y solo sentí que el día se oscureció de repente, mi visión se desvanecía y decidí apoyarme en la pared. Escuché los gritos de mi mamá y de Martina que estaba con ella, decían,
Mamá: Agarrénla, agarrénla. Dios mío. Martha ayúdela.
Mi tía Martha salió en mi auxilio, ya que Martina y mi mamá salieron espantadas para la calle de los nervios, no recuerdo mas nada de ese momento. De repente, cuando despierto y en medio de la desubicación que tenía mi cuerpo y mente, veo los rostros de todos mis familiares encima de mi. Me asusté, pensé que habían entrado a mi cuarto con la intención de interrumpir mi sueño, pero no era así, su rostro de terror me decía que estaban preocupados, yo empiezo a llorar pensando que había sucedido algo terrible, cuando mi tia me dice,
Tía Martha: Hija, usted sabe lo que te acaba de suceder, ¿recuerdas algo? ¿qué sentiste?
Emma: ¿De qué tía? no recuerdo nada, creo que soñé que fui por un plato de sancocho que mi mamá me tenía en la cocina
Tía Martha: No hija, eso pasó en realidad, te desamayaste y debemos llevarte al médico, tienes que hacerte exámenes.
Emma: ¿Exámenes? nooooooooo. Estoy bien tía, comeré a las horas indicadas, pero no me lleves al médico por favor.
Mis lágrimas invadían mi cara, no podía creer que todos pensaran que mi desmayo fuera una convulsión. Solo pensar que tendría que visitar varios médicos para que adivinaran que tenía me daba estrés, pero ni modo, donde manda capitán no manda marinero :(.
Ese día me dieron comida hasta decir no más, frutas por aquí, verduras por allá, yo aceptaba todo ya que quizá mi cuerpo por obra de gracia se curaría y no tendría que ir al médico :), pero mi mamá y mi tía seguían planificando a donde me llevarían, de paso perdería clases en la U porque primero estaba mi salud. :(
Llegó lunes, me tocó levantarme más temprano de lo habitual, para que el doctor Martín Puertas pudiera atenderme. Según los cuentos de pueblo, el doctor daba con el chiste de la mayoría de las enfermedades y en este caso tan extraño como el mío de seguro nos diría lo que me estaba pasando. Mi tía me acompañó y pudimos agarrar el número tres para la consulta, el hambre era insoportable, pero debía esperar para los exámenes de sangre. No le deseo a nadie estar enfermo :(.
Pasamos a la consulta, mi brazo adolorido por la aguja que lo acaba de atravesar solo me recordaba la mala idea de ir al médico, pero ni modo, ya no podía salir corriendo, debía enfrentar la revisión y el diagnóstico inventado.
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Líneas Paralelas
RomanceEmma Leal y Mathias Duque son dos jóvenes que se consiguen en el camino de la vida, pero por cuestiones de prejuicios, Emma continúa creyendo que el amor de su vida vivía en Ciudad Cesía, cuando en realidad el que derramaba su corazón por ganarse el...