CAPITULO 5

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Narra Alira

Estirada en la arena de la playa aprovechando los últimos rayos de Sol oigo el zumbido de la voz de mis dos amigas. Estan sentadas a mi lado hablando de algo que no me interesa. Él ya no está. Parece como si mis ganas de reír y de escuchar a Audrey se hayan ido con él.

Tengo a mi izquierda a Akane que está escuchando a mi otra amiga, parece embobada, cautivada por cada palabra que sale de la boca de Audrey.

Y mi cabeza vuelve a él como las abejas vuelven a la colmena. La voz de Audrey suena de fondo.

Sé que no deberíamos haber hecho un simpa. Al menos con Adonai delante. Se nota que se lo ha tomado mal y que se ha preocupado. No es la primera vez que hacemos un simpa. Y siempre me queda una espina clavada al hacerlo por la culpabilidad de haber robado a los pobres dueños del restaurante, pero hoy, la espina es por él. Me siento culpable por haberlo hecho sentir mal con algo que no ha sido su intención. Podríamos haber vuelto y pagar la comida, pero la culpabilidad que te queda no es nada comparado con la vergüenza que sentiríamos al hacerlo. Puede parecer una reacción cobarde pero es verdad.

Miro a Akane. Está amarrando sus hermosos rizos negros con una goma de pelo mientras Audrey explica alguna tontería de su muy odiado novio. Ninguna de las dos sabemos porque Audrey está con él. No aguanto su presencia y me molesta que quiera tener a Audrey para él solo. Akane alguna vez me ha soltado un "no me gusta su novio" o un "él no se merece a Audrey" o algo por el estilo. Aunque no sean palabras muy horribles para decir a una persona, para ella es una barbaridad.

Akane nunca dice palabrotas, nunca maldice y nunca chilla. Si se enfada, lo hace educadamente, expresando su opinion sin levantar la voz. Pero casi nunca se enfada. Es muy dulce y educada, aunque es mala. Es una niña mala: bebe, fuma de vez en cuando -tabaco y maría-, hace apuestas ilegales, va a casinos, tiene amistades lejos de la ley con gente que prefieres no encontrarte de noche, y alguna vez me ha parecido ver algún arma en su bolso... Es la contradicción en persona. Es muy buena persona pero hace cosas que no se deberían hacer. Supongo que tiene tantos contactos y se mueve tanto por el mundo ilegal porque es un amor y puede enamorar a cualquier jefe de la mafia. Bueno, no sé si conoce alguien de la mafia pero es algo que siempre estamos bromeando Audrey y yo. "No hago daño a nadie" dice cuando le decimos que es malo lo que hace, supongo que es eso lo que le preocupa: los demás y su bienestar. Por eso ella nunca roba; si hace simpas la proxima vez que va deja una generosa propina; si alguno de sus amigos tiene una pelea, se preocupa de que ninguno de los dos haya salido herido grave; no incita a nadie a beber o fumar, no le hace falta compañía para hacelo; y mil cosas más que demuestran que Akane es una bellísima persona. También es una persona solitaria. A pesar de tener a tanta gente que le quiere prefiere estar sola. Nunca la he visto con un tio y le parece bien no tener a ese "alguien" que todo el mundo desea.

Miro a Audrey. Esta moviendo sus manos exageradamente mientras le explica a Akane algo extremadamente emocionante para ella. Audrey es su polo opuesto. Es escandalosa, basta, muy poco femenina y le encanta meterse en lios. Solo se preocupa por ella y la gente que quiere, no del dueño del restaurante, ni del tio que acaba de golpear, ni de los sentimientos de nadie. No le importa el qué diran y su autoestima está bien posicionada. Por eso, viste como quiere, enseña la piel que quiere -le da igual lo que le diga su novio-, dice lo que le sale de ahí, se pinta el pelo de sus colores favoritos, va de trabajo en trabajo y no se preocupa de las consecuencias, solo vive el momento. "Carpe diem" tiene tatuado en su parte interna del brazo. También insulta a punta pala, maldice como una camionera. No es mala persona, no desea hacer sufrir a nadie, solo hace lo que quiere, sin esperar la aprovación de nadie.

Personalmente, me encanta la dulzura y maldad que caracterizan a Akane, y la confianza que posee Audrey. Las dos me fascinan y me las quiero a rabiar.

- Aliiiira vuelveee - dice Akane.

Me incorporo, me siento como ellas -con las piernas dobladas y la espalda encorbada- y la miro con cara de interrogación.

- Te estaba llamando - me sonríe - ¿Dónde tenías la cabeza? - dice divertida.

- Ai perdona, ¿que querías? - digo sin ganas.

- ¿Vendras a cenar? Vamos a mi casa - me informa.

- Estoy agotada - digo levantándome - voy a ir de cabeza a mi cama.

- ¿Te vas ya? - pregunta Audrey un poco molesta.

- Sí - le contesto poniendome el jersey - como siga aquí estirada me voy a dormir en la arena mojada - le sonrío.

- Vale - ríe divertida.

- Buenas noches - me desea Akane cuando ya estoy vestida.

- ¡Buen provecho! - y les mando un beso a las dos mientras me alejo.

Audrey gesticula diciendome "buenas noches" en la lejanía y me dice adiós con la mano con una sonrisa en los labios. Akane la mira y hace lo mismo.

~~

Llego a mi piso. Esta vacío y no me preocupo porque muchas noches las paso sola sin mi compi de piso. Voy directa al baño y me meto en la ducha de cabeza. No aguanto tener arena por todo el cuerpo.

Me desvisto enfrente del espejo, mirándo mi reflejo. Un día Audrey me dijo que nunca podremos vernos realmente a nosotros mismos fisicamente, solo tenemos dos métodos: la cámara y el espejo. Y no es suficiente. No podemos ver la cara que se nos queda al recibir una sorpresa, ni la sexy forma de andar que tenemos, ni ver como se nos arruga la nariz al oler algo apestoso, ni ver como se nos ilumina los ojos al hablar de algo que amamos, ni vernos en directo y estar a centímetros de nosotros notándo nuestro esplendor... No nos podemos ver al cien por cien, así que no nos podemos juzgar por no ver lo que no son capaces de ver nuestros ojos. Esa fue su conclusión. Así que cuando me miro en el espejo me consuelo pensando que hay algo que se me escapa, hay algo que me hace hermosa, aunque no puedo verlo sé que soy hermosa.

Me meto en la ducha repitiéndome la teoria de la belleza de Audrey intentando creérmela. Creerme que soy hermosa. Cierro los ojos cuando me inunda el agua tibia mojando mi cuerpo desnudo, y de repente, él vuelve a mi mente.

Lo conocí ayer en un bar. Y no puedo quietármelo de la cabeza. No es propio en mi que un hombre inunde de esta manera mi mente. No estoy enomarada ni estoy locamente perdida por él. Lo que pasa es que lo que ha pasado estos dos días influyen en la cantidad de pensamientos que le dedico. Me cae bien y es curiosa su forma de ser, me gustaría pasar más tiempo con él. Debería llamarlo y enseñarle la costa, las costumbres, la comida y la fiesta de aquí. Quiero que le quede un buen recuerdo del sitio.

Termino de ponerme una camiseta y unas bragas, suelo dormir así. Me meto en mi querida y muy amada cama y cierro los ojos.

Lo último que veo antes de dormirme es Adonai sentado en la playa con su banyador.

Mis sueños contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora