Capítulo 4

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Yo iba agarrada a su cintura, lo observaba desde el retrovisor y él se dio cuenta y me regalo una de esas sonrisas que te funden. Aun estábamos de camino a no se donde, aun no me dijo a donde íbamos. El viaje se me hacía eterno y por fin, paremos a un lugar a fuera de la ciudad, al lado de un bosque, baje de la moto un poco asustada e insegura, un bosque...¡perfecto para un asesinato!" pensé. Un montón de cosas pasaron por mi mente cuando el bajo de la moto y se acerco a mi bruscamente, yo entre cerré mis ojos para verlo mejor ya que con el frío que hacía era imposible abrir del todo los ojos.

-Es aquí donde quería llevarte... -me cogió de la cintura y se acerco lentamente y nuestras respiraciones quedaron en el mismo espacio. Estaba parada observando sus ojos color miel que tanto deseaba ver cada mañana al despertar, pero reaccioné a los cinco segundos, me aparte de él con algo de miedo en la mirada, él lo noto y dejo de observarme.

-Si quieres matarme y deshacerte de mi cuerpo, ¡hazlo rápido! -él me dejo ver una de sus sonrisas mas tranquilas, a lo que yo me tranquilicé al momento.

-¡No voy a matarte! -se rió a lo me hizo sonreír a mi.

-¿Entonces porque me has traído aquí? a un sitio tan apartado... -le dije insegura, él no dejaba de observarme lo que me hacía ponerme mas nerviosa de lo que ya estaba.

-Quiero que veas algo... -me agarró la mano y yo rápidamente aparte de su agarre. -¡Oye que no te are daño! ven. -me ofreció de nuevo su mano, me lo pensé por un milésimo segundo y se la di. Andemos por medio del bosque, yo le apretaba la mano cada vez que pasábamos por medio de los arbustos porque pinchaban. Yo miraba al suelo con cuidado de no pisar algo, él se paro a lo que no vi me choque contra su espalda, se giro a verme con una sonrisa y yo le devolví la mía.

-¿Ya hemos llegado? me duelen las piernas... -me miro chistoso, le brillaban los ojos por el reflejo de la luna. Era temprano pero en ese sitio la luna ya se asomaba por un rincón del cielo.

-Pero si casi no hemos andando... -dijo divertido.

-No es por eso, es que al andar me he clavado varios arbustos en las piernas... -le dije a lo que él sonrió, se me hacía raro verlo sonreír tantas veces, porque cuando lo conocí solo era un chico malo y serio, supongo que estoy conociendo a su parte tierna. Me señalo una pequeña cabaña de madera entre dos largos e grandes árboles.

-¿Te gusta? -me pregunto sin mirarme, él estaba como hipnotizado con aquella cabaña.

-Es super linda... -se giro a verme y me puse nerviosa.

-¿Verdad...? -dijo dejando un suspiro en el aire.

-Si... ¿la hiciste tu? -le pregunté, mi madre tenía razón hoy estaba muy preguntona.

-Bueno...mas o menos. -su cara cambió de expresión y miro hacía al suelo.

-¿Mas o menos? - levanté su barbilla suavemente para mantener la visión en sus ojos. ¿Porque hice eso? puede porque me pareció triste y no quería ser grosera.

-La hice con ayuda de mi hermano pequeño... -sus ojos volvieron a caer al suelo.

-¿Tienes hermano? -¡Mierda porque dije eso! ahora esta llorando... Si, el chico malo esta llorando en mi hombro, abrazado a mi. -¿Estas bien? -le dije mientras acariciaba su hermoso cabello. Él levantó la mirada y dejo el agarre de mi abrazó, asintió con la cabeza lo que produjo ternura, no pensé que fuera así.

-Perdón yo no quería...emmm...bueno...¿vamos? -se secó las lagrimas de sus mejillas y se relajó, le sonreí.

-Eh... tranquilo, no pasa nada... -le dije con un tono suave y comprensivo, seguro que nada bueno le paso a su hermano. -¡Vamos! -dije animada, ahora quería estar con él, después de verlo llorar, me sentí mas segura con su compañía, ya sabía que nada malo podía hacerme. Nos acerquemos a la pequeña cabaña.

Amor de universidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora