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Dejé mi bolso a un lado de la habitación y tiré mi cansado cuerpo a mi espaciosa cama con la vista hacia el techo. Lo primero que mis oídos habían captado al llegar a casa fue un "Val, llegó ésta carta para ti" de mi madre. Ni siquiera la saludé como se debía, sólo había tomado la carta en mis manos y había corrido hacia mi habitación. Tenía una gran adrenalina que no había dejado a mi cerebro reaccionar con la capacidad debida.

Hoy era lunes, ya estaba comenzando a creer que recibiría estas cartas tres días a la semana. Estaba paranoica. Pero era el segundo lunes que la recibía y tal vez llegaría otra el miércoles y otra el sábado y otra el otro lunes y...

¡Bueno, ya! Tienes que leer la carta, Valery.

Ya había llegado aquella vocecita que me atormentaba diciéndome qué hacer y qué no. Realmente la odiaba. Aunque a veces tuviera razón.

Comienza a leer la carta. Estoy realmente ansiosa.

Cállate. No puedes decirme qué hacer. Primero necesito relajarme.

¿Estaba hablando conmigo misma? Pues, creía que, sí. Aunque esa voz me controlaba y no sabía de dónde sacaba cierto coraje, algunas veces.

¿Relajarte? ¡Joder, Valery! ¡Ya lo hiciste! Ahora abre la carta.

Y era cierto. Aquella adrenalina ya se había esfumado y ya estaba relajada. Sólo necesitaba pensar un poco más.

¡¿Pensar un poco más?! Ábrela, ahora.

Y como un acto reflejo, yo estaba abriendo la carta sin siquiera notarlo. Aquel increíble aroma de perfume se impregnó perfectamente mis fosas nasales y trazó un camino hacia mi cerebro. Tratando de hacer memoria para saber si alguna vez en mi vida había olido algo parecido a éste perfecto aroma. Pero claramente la respuesta era un no. Aquel peculiar aroma era perfectamente maravilloso para ser reconocido por mí.

Era varonil, tan varonil que un escalofrío había recorrido mi columna vertebral trazando cada uno de los huesos en ella. Este aroma quedaría guardado en mi cerebro para siempre y sabía que cuando alguien se me acercara con éste aroma, lo reconocería de inmediato.

Abrí la carta y vi la letra que ansiaba tanto desde el sábado. Esa letra que mis ojos no dudaron en reconocer y ahora tenía mariposas revoloteando en mi estómago.

Ya, ya sé que estas nerviosa. Pero te estás tardando mucho, pinche estúpida.

¿Desde cuándo mi voz interior era mexicana?

Solté un suspiro que tenía guardado desde hace un rato dentro de mí y comencé a leer aquella hermosa carta que me tenía nerviosa desde hace un rato.

"Hola... la verdad es que no sé ni cómo empezar. Siento en mis manos una pequeña vibración de forma natural al tratar de escribir esto, o aquello que coloquialmente llamamos "temblor". Nunca he sido bueno al expresar mis sentimientos y lamento con toda mi alma si no soy lo suficientemente convincente... Así que decidí empezar con el típico "hola"

Y ahora quiero hablar de ti... quiero saber cómo has estado. Quiero saber si sabes quién soy. Aunque realmente lo dudo. Eres muy hermosa, no sé si te lo han dicho. Aunque creo que sí y que has perdido la cuenta.

Ayer te vi caminando por la vereda, estabas preciosa... Como siempre.

Estoy realmente ansioso de ver tu rostro y leer las expresiones que transmite al ver la carta. No sé si esto de las cartas te parece muy cliché o no pero éste es el mejor método para que no me reconozcas rápidamente.

Quisiera estar ahora junto a ti abrazando tu cuerpo. Y besar esos labios ligeramente gruesos que me traen completamente loco. Y quiero saber si tu piel es tan suave como parece ser. Si tu cabello es la mitad o más sedoso de lo que aparenta. Y si eres igual o más simpática de lo que creo que eres.

El amor nos hace hacer cosas realmente estúpidas y no me arrepiento de ésta. Eres una maravillosa chica y me gustaría tener el honor de estar cerca de ti... Tan sólo por unos segundos.

"El amor es un humo que sale del vaho de los suspiros; al disiparse, un fuego que chispea en los ojos de los amantes; al ser sofocado, un mar nutrido por las lágrimas de los amantes; ¿qué más es? Una locura muy sensata, una hiel que ahoga, una dulzura que conserva." Romeo&Julieta (William Shakespeare)

Con esa frase todo te lo digo, hermosa. Te enviaré cartas los lunes, miércoles y sábados para que no me olvides.

Con mucho amor.

-Anónimo."

Sentía mis mejillas arder en fuego. Mi sangre se había acumulado en ellas y estaba totalmente ruborizada. Gozaba de su escritura y de su manera de expresión. Me hacía sentir bien aunque no sabía de quién se trataba.

Había recitado a Shakespeare y me estaba preguntando si lo había sacado de internet o si de verdad había leído Romeo y Julieta. Ansiaba con desespero que fuese la segunda. Aunque la primera era válida, de igual forma.

Te vió ayer pero eres una maldita despistada, Val.

¿Qué iba a saber yo que me estaban espiando?...

Espiar. Esa palabra me perturbaba pero, al mismo tiempo, me relajaba viniendo de aquel chico que no conocía.

Sería una larga noche, y, conociéndome, no voy a poder dormir por pensar en la carta. Bravo.

El chico de las cartas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora